El diario plural del Zulia

Golpe de realidad

Venezuela se presentó en el Clásico Mundial de Béisbol con un equipo plagado de peloteros que son fi guras determinantes en cada uno de los equipo de Grandes Ligas. Un lineup con los ganadores del título de bateo de las últimas siete campañas. Un pelotero que ha disparado al menos 200 hits en las tres zafras recientes, una extensa colección de Bates de Plata y una defensiva plagada de ganadores del Guante de Oro. BRAZOS INCONSISTENTES El cuerpo de relevistas criollos permitió 29 carreras (26 limpias) del séptimo inning en adelante. Mostrando un elevado porcentaje de carreras limpias permitidas de 14.62, en 16.0 innings de labor durante ese lapso.

NO CUAJARON Bateadores de la calidad de José Altuve, Miguel Cabrera, Víctor Martínez y Carlos González, núcleo de la toletería criolla, se combinaron colectivamente para ligar de 97-22 (.226), con solo cuatro extrabases y siete remolcadas en el Clásico Mundial. Es verdad, el cuerpo de lanzadores venezolanos no mostraba la misma categoría que los responsables de fabricar las carreras, esta vez no asistieron Carlos Carrasco, Junior Guerra, Eduardo Rodríguez y Jeanmar Gómez, pero se contaba con Félix Hernández, Martín Pérez, Jhoulys Chacín, e incluso, Francisco Rodríguez en el bullpen.

El segundo mayor exportador de bigleaguers de calidad volvió a dejar una penosa imagen como selección. Una vez más el Clásico Mundial de Béisbol termina siendo un rotundo fracaso para Venezuela, que se despide en la segunda ronda del torneo, desnudando sus falencias como equipo, frente a sus más acérrimos rivales continentales. Omar Vizquel tendrá ahora que cargar con el peso de lo que significa este doloroso tropiezo. En su primera experiencia como mánager, no pudo encontrar la fórmula para cambiar la historia del país en esta competencia.

Cronología del desastre Lo que inicia mal, termina mal. Por cuarta ocasión seguida, la designación del equipo gerencial y el cuerpo técnico estuvieron marcados por la polémica y los desacuerdos entre la Federación Venezolana de Béisbol y el gerente general designado, Carlos Guillén. La falta de comunicación, la pugna por algunos puestos en el roster y los roles de algunos instructores marcó el proceso de estructuración del equipo. En el camino se quedaron Asdrúbal Cabrera, Gerardo Parra, Ernesto Mejía, por mencionar algunos en la lista de peloteros que tenían las credenciales para ser parte del roster. “No hay mayor signo de locura, que hacer la misma cosa una y otra vez y esperar que los resultados sean distintos”, dijo una vez Albert Einstein. Ya en la competencia, el nocaut recibido frente a Puerto Rico, en el primer juego del campeonato, fue una señal de alerta de lo que fi nalmente se convirtió en un duro golpe de realidad.

Venezuela logró vencer solamente a Italia en la primera fase, en ambos juegos de manera dramática, más allá de las distantes diferencias entre los nombres en el roster. Solo un tecnicismo matemático de las reglas, legalmente ganado, evitó que Vizquel y los suyos no quedaran rezagados en Guadalajara. Sobre el terreno parecía un derecho inmerecido. Puerto Rico, Estados Unidos y República Dominicana, expusieron las debilidades de la novena dirigida por Vizquel. Puede sonar como excusa, pero las lesiones de Salvador Pérez, Martín Prado, Silvino Bracho y Robert Suárez, provocaron que Vizquel realizara improvisadamente movimientos defensivos y en alineación, que no dieron resultados positivos.

Claro está, el diseño del roster hecho por Guillén también influyó en esto. La anemia ofensiva se hizo evidente en la segunda ronda. La ausencia de extrabases y batazos oportunos acabaron con las posibilidades de competir frente a rivales del mismo cartel.

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