El diario plural del Zulia

Djokovic gana su novena copa en Australia

Djokovic ha conquistado su 6º título individual de Grand Slam tras cumplir los 30 años, igualando el récord de la Era Abierta establecido previamente por Rafael Nadal.

El amor en el tenis suele demostrarse con obsesión, y la fijación de Novak Djokovic con la victoria es algo que el serbio suele revalidar con frecuencia.

Nole conquistó su noveno título del Abierto de Australia en una noche memorable, superando por 7-5, 6-2, 6-2 al ruso Daniil Medvedev en una hora y 54 minutos de partido, dejando en nada la racha de 20 triunfos al hilo del moscovita. El balcánico festejó una de sus actuaciones finales más plácidas en Melbourne Park y dejó un nuevo retazo para el recuerdo: con su decimo octava corona de Grand Slam, un registro colosal, que estrecha distancias con la marca histórica de 20 copas que comparten Rafael Nadal y Roger Federer.

El serbio ha levantado su tercera corona consecutiva en Melbourne afianzando su control en el primer "major" de la temporada. Su gesta trasciende cualquier momento de inspiración: Djokovic acumula 21 triunfos seguidos en el torneo tras frenar las piernas de un jugador encendido. Medvedev no había cedido un partido en los últimos cuatro meses, apilando una racha de 20 victorias consecutivas, pero se encontró maniatado en la cancha central de Australia.

Si la experiencia es un grado en finales Djokovic colocó el sello antes de romper a sudar. El serbio aterrizó con aplomo en el partido, conectando un saque directo en el primer punto y mordiendo a su rival sin pestañear. Novak rompió el primer turno de saque de Medvedev, condenado con tres errores desde su derecha. Si la mochila no era pesada ante el ocho veces campeón, las piedras se multiplicaron desde el inicio.

Djokovic

La perseverancia de Medvedev, sin embargo, le permitió responder con decisión. El ruso devolvió de inmediato la rotura con solidez y encontró el premio con un remate errático de Djokovic que terminó muriendo en la red. Ante un espejo táctico, de sublime revés y no menor cobertura del fondo, el serbio empezó a poblar con dejadas el encuentro. Del 3-0 al 3-3, la batalla de ajedrez estaba servida.

Con la mirada fija el uno sobre el otro, el primer parcial mantuvo la igualdad hasta el desenlace. Allí, a las puertas de un posible desempate apareció Djokovic, presto para asestar el primer mazazo al partido. Aunque Medvedev levantó dos puntos de set, una derecha mortecina sobre la red dio la primera manga al serbio.

El equilibrio en el partido no desapareció con el primer zarpazo. Medvedev soñó con girar el rumbo del partido rompiendo a Djokovic (1-0) nada más comenzar, pero el serbio reaccionó al momento, como saben hacer muy pocos. El número uno del mundo mantuvo la frialdad para lograr un imposible: romper dos turnos consecutivos a Medvedev, un cañón hecho añicos en manos del balcánico. El 4-1 fue un trampolín enorme en manos del vigente campeón, que sesteó entre golpazos del ruso para templar la segunda manga.

El segundo saque de Medvedev se desplomó en este parcial (pasando del 74% al 55%), una tesitura que Djokovic aprovechó de maravilla. El balcánico, uno de los mayores restadores del deporte, se abalanzó sobre la oportunidad y completó la manga devorando tres turnos al ruso. Si el primer tiro de Medvedev había sido de granito en Melbourne, una fuerza incontenible, Novak se empeñó en desmenuzarlo como arena.

Las faldas del tercer set fueron un golpe de gracia para Medvedev. El ruso volvió a poner contra las cuerdas a Djokovic, firmando un 15-40 en el juego inicial, solo para verse arrasado minutos después. Esas dos pelotas de rotura dieron paso a tres juegos consecutivos de Novak, cuya mirada ya apuntaba a la copa de campeón. Por más problemas que presentara el partido, allí aparecía el serbio con una solución precisa. Su revés fue un reloj e infinidad de pelotas cayeron sobre la derecha de Daniil, puesto a prueba sin descanso.

Ni el antídoto brusco le concedió tregua al ruso. Cuando Medvedev aceleró sus golpes, fiado al todo o nada en busca de resquicios, Djokovic demostró uno de sus grandes atributos. Dar un paso atrás mantiene cómodo al serbio, acoplado en una defensa numantina hasta atrapar cada punto. El vigente campeón, que señaló su cabeza en el fragor de la batalla, gobernó el tercer set sin encarar una pelota de rotura. Una demostración de fortaleza para proteger su trono más preciado.

Djokovic ha ampliado hasta los 11 triunfos consecutivos su racha ante jugadores Top 10 en el Abierto de Australia. El balcánico no cede ante un jugador de ese calibre en Melbourne Park desde que cayera ante el entonces No. 8 Stan Wawrinka en los cuartos de final de la edición de 2014.

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