El diario plural del Zulia

Brasil y Neymar rompen el maleficio olímpico en los penaltis

Brasil acabó con el maleficio de los Juegos, se vengó de Alemania y evitó un Maracanazo versión olímpica merced a su mayor acierto en la tanda de penaltis, tras una final de Río 2016 en la que el brillo de Neymar no le bastó a la Canarinha para fulminar a los germanos ni en el tiempo reglamentario ni en la prórroga.

Adelantó Neymar al conjunto brasileño a los 27 minutos con un genial lanzamiento de falta pero los alemanes, como es propio de ellos, no se rindieron y equilibraron para sorpresa del Maracaná en el segundo periodo por medio de Maximilian Meyer. Los dos capitanes mandaron el partido a la tanda de penaltis.

Y ahí un influjo divino al que había recurrido en sus redes sociales el barcelonista alimentó el sueño de la Verdeamarela con la parada de Weverton, convocado a última hora por lesión de un compañero, a Nils Petersen, y el último lanzamiento de Neymar.

Tuvo que ser este 2016, en los primeros Juegos en Sudamérica, cuando la Canarinha saldó cuentas con la historia y se llevó el primer oro olímpico de su historia.

Neymar se erigió en la figura y, junto a Weverton, en el héroe para que la selección de Brasil alcance lo que tanto tiempo llevaba buscando y lo que siempre se le había negado, la gloria dorada olímpica.

"Que Dios nos bendiga y nos proteja" había escrito antes de la final en Twitter. El azulgrana, con el resguardo divino, se inventó a los 27 minutos un lanzamiento de falta al borde del área que coló por la escuadra derecha de la meta Timo Horn, una obra de arte a balón parado. Ahí comenzó a acabar con el maleficio que luego rubricó con el último lanzamiento de penalti.

Hasta entonces Neymar había sido el más activo de Brasil ante una Alemania que se pertrechó bien. Eléctrico, hábil, con mucho intercambio de posiciones con Luan, Gabriel Jesús y Gabriel Barbosa, era un quebradero de cabeza para los pupilos de Horst Hrubesch. Incluso se atrevió con algún intento de regate de fantasía.

Brasil tuvo además la fortuna que en estos casos siempre hay que tener. Alemania dejó la iniciativa a los anfitriones, pero cuando salió lo hizo con gran peligro. Los palos estuvieron a favor del destino dorado de la Canarinha, a los once minutos el larguero repelió un disparo de Julian Brandt y a los 35 un remate de cabeza de Sven Bender.

El cuadro de Rogerio Micale se había plantado en la final sin encajar gol alguno. El de Hrubesch como máximo goleador del torneo con 21 dianas. Y la fortuna no estuvo del lado de Alemania que, por otro lado, buscaba también su primera corona olímpica, ya que en Montreal'76 era el que jugaba bajo la denominación de RDA.

El barcelonista estaba 'on fire'. Bregó todo lo que hizo falta para apoyar a sus compañeros. Cometió faltas. Abanderó la causa no solo de un equipo sino de todo un país.

Al descanso se había llegado con ese 1-0 pero con varios sustos de importantes dimensiones en la portería de Weverton porque los jóvenes alemanes, como los mayores, tienen fútbol y orgullo a raudales.

Tras el paso por los vestuarios Micale concedió algo más la iniciativa a Alemania, que estaba obligada a buscar aún con más voracidad la portería brasileña. La intensa presión en la salida del balón del primer tiempo era difícil de mantener y era preferible posicionarse bien y esperar a que Neymar, Luan, y los 'Gabrieles' aprovecharan alguna contra para sentenciar.

Y llegó lo que nadie esperaba, una magnífica combinación que acabó con un centro desde la derecha y un remate preciso de su capitán Maximilian Meyer, que se encontraba solo dentro del área.

Maracaná enmudeció. El gol fue como un golpe al mentón de todos los seguidores que empezaban a saborear la gloria aunque quedaba más de media hora. Pero que igual que se hizo el silencio los aficionados entendieron que era el momento de empujar.

Alemania siguió a lo suyo, ahora más firme en sus convicciones, y Brasil, más insegura y nerviosa, era sabedora de que si le metía ritmo en los contragolpes la habilidad y velocidad de Neymar y compañía podían sorprender a la zaga germana.

Tuvo sus opciones la Canarinha, pero los disparos no encontraron el rumbo preciso y el partido se dirigió a un final de infarto que no encontró resolución en ningún área, con lo que hubo que acudir a la prórroga.

La locura se apoderó por momentos del choque, con un ida y vuelta frenético que generaba peligro ante Weverton y Horn, pero sin acierto en la resolución. Neymar dio una lección de envíos en profundidad a sus compañeros pero estos, principalmente Felipe Anderson (m.106), no estuvieron finos ante el portero alemán.

Ambos técnicos habían hecho un par de cambios en busca de frescura y en el caso de Micale de capacidad de enlace con Neymar con su compañero en el Barcelona Rafinha Alcántara.

En la segunda mitad de la prórroga el miedo pareció apoderarse de Alemania, que optó por el control del balón, no arriesgarlo para evitar los contragolpes que tanto daño le estaban haciendo.

Las ideas y las reservas mermaron en progresión geométrica y no quedó otra que jugarse el oro en la tanda de penaltis. La lotería, y en esta ocasión, para alcanzar la gloria olímpica, sonrio a Neymar y a Brasil.

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