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Venezolanos aislados en la frontera denuncian presuntos mal tratos, robos y prostitución en refugios

Ante la situación, la diputada opositora María Beatriz Fernández, alertó que “hay cantidades de esas personas que están en esos refugios que han tenido que huir. Se han escapado"

Como “vivir en una cárcel” catalogan los venezolanos su estadía en los refugios ubicados en la localidad de Ureña, estado Táchira, donde se aísla a los connacionales retornados por al menos 15 días para descartar que estén contagiados de Covid-19.

Estuve prácticamente 15 días presa. Varios días nos tocó dormir en el piso y luego trajeron colchones. Habilitaron comida y agua potable, porque a la escuela donde estábamos no llegaba el agua. Una travesía que no le deseo a nadie. Uno lo dice fácil, pero es difícil vivirlo", relata Jenny Gutiérrez a la Voz de América al referirse al albergue a donde fue llevada.

Según Gutiérrez, algunos sujetos actuaban como delincuentes y aspiraban a controlar diversas áreas del recinto: "Hubo robos. Hubo una situación de unas muchachas que se estaban como prostituyéndose por dinero. Eso era una locura. Era como vivir en una cárcel”, cuenta.

Por su parte, José Alvarado, también denunció mal tratos durante su estadía en los refugios: "Ni medio vaso de agua caliente nos dieron. Dormíamos en un piso como unos perros. La alimentación era para locos. Apenas un agüita de sardina”, explicó.

Ante la situación, la diputada opositora María Beatriz Fernández, aseguró que “hay cantidades de esas personas que están en esos refugios que han tenido que huir. Se han escapado".

El Gobierno argumenta que estos ciudadanos son aislados por su propio bienestar y para evitar la propagación del coronavirus, pues de acuerdo con sus cifras, la mayoría de los casos más recientes de la enfermedad provienen justamente de los migrantes. No en vano, la Asamblea Nacional ha comparado los albergues con campos de concentración.

En el último mes, Venezuela restringió a sólo tres días por semana el paso de migrantes desde Colombia. Sin embargo, quienes no soportan esperar más tiempo a la deriva, entran por las denominadas trochas, caminos donde grupos irregulares y militares cobran por dejar ingresar al territorio venezolano burlando la ley y los protocolos sanitarios.

 

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