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Vecinos exigen trabajos de embaulamiento en la cañada El Calvario

El mal olor que emana de la cañada que divide los sectores La Misión y El Calvario, penetra en cada una de las casas a su alrededor. Al menos seis viviendas rodean el cauce, que en días de lluvia crece a tal nivel, que inunda cada rincón.

Los habitantes de El Calvario desde hace más de ocho años emprendieron una lucha con los entes municipales y regionales, para gestionar los trabajos de embaulamiento de la cañada, que hasta ahora no han dado resultados.

Tras las constantes anegaciones ocurridas en el sector, algunos vecinos decidieron levantar bahareques para evitar que el agua se pasara a sus hogares, pero estas construcciones también se ven en riesgo en estos momentos, como es el caso de la señora Rosalba Daza.

“Esa cañada se me va a llevar el bahareque que con tanto esfuerzo construí para evitar estar en contacto con el agua del cauce”, señaló Rosalba.

Vecinos aseguran que hay niños y adultos que constantemente presentan cuadros de virosis, producto de las picaduras de zancudos. “Parece que los mosquitos nos van a llevar cargados. No podemos estar diez minutos en el frente porque nos comen vivos”, comentó Maritza Zambrano, quien además asegura que su pequeña nieta no sale de una neumonía, pues los fuertes olores la empeoran con regularidad.

Zambrano recalcó que en reiteradas ocasiones ha acudido al Centro de Procesamiento Urbano de Maracaibo (CPU), para tratar de conseguir que embaulen la cañada, pero en el registro del ente municipal aparece como si el cauce hubiese sido embaulado años atrás, durante la gestión de Manuel Rosales en la Alcaldía.

“Entonces eso quiere decir que bajaron el dinero para los trabajos aquí, pero se robaron el dinero. Hemos mostrado pruebas de que la cañada sigue en mal estado, pero no conseguimos más que pañitos de agua tibia”, apuntó.

“Mantengo a mi hijo en el cuarto todo el día, porque hace poco se vio malo con dengue. Este olor no se aguanta ya, y cuando llueve todos los baños se desbordan, las casas se inundan y nosotros ni dormidos por varios días tratando de sacar el agua y limpiando todo”, contó Keila Rincón.

Rincón, además de padecer de lupus, sufrió un accidente que la dejó presentando convulsiones, por lo que debe tomar antidepresivos, y estas situaciones de estrés la empeoran.

“Cuando llega el agua o llueve, el agua corre demasiado y el olor es insoportable. La familia no quiere ni visitarnos porque estar aquí es desagradable”, lamentó.

La comunidad entera clama por los trabajos de embaulado que les permitan estar un poco más tranquilos cuando llegan las precipitaciones o el vital líquido por tubería en el sector.

“Nos piden cartas, fotos y de todo se los llevamos y aún así no hacen nada. Antes Hidrolago enviaba un vacuum para destapar las cañerías, pero ahora ni eso hacen, a pesar de las innumerables peticiones”, sentenció la señora Zambrano.

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