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Vándalos desmantelan y destruyen edificios desolados en Maracaibo

Las sedes bancarias hoy son guarida de ladrones e indigentes. Delincuentes arrasan con todos los objetos y materiales de valor para posteriormente comercializarlo

Enrique, Kelvin y Adalberto recuerdan las imponentes infraestructuras de los bancos y otros edificios de Maracaibo que hoy están sumidas en el abandono. El robo y destrucción de las sedes bancarias, bingos y locales, que en algún momento expendían comidas, hoy son habituales.

Adalberto Avendaño, quien espera entrar a su trabajo, sentado en una jardinera del Banco Occidental de Descuento (BOD), ubicado en la calle 67 Cecilio Acosta con avenida 9B de la capital zuliana, recuerda lo que fue el edificio en sus buenos tiempos y manifiesta la necesidad que esta gran institución funcione como antes.

Esta era la mejor sede bancaria. Fue muy bonita inaugurada, tenía autobanco, contaba con sus cajeros. Hoy, solo da tristeza”, relata el hombre de 65 años.

 

Avendaño cuenta que, desde aproximadamente cinco meses, la infraestructura está sin funcionamiento y "totalmente destruida por la delincuencia y quienes vagan por el recinto como un espanto”.

El autobanco ya no cuenta con los tubos dispersores, al igual que el cableado y algunas piezas de aluminio, hierro o cobre, que fueron hurtados para su posterior venta, según manifiesta el trabajador.

Está totalmente oscuro, no tiene iluminación, se robaron los cables, los tubos. Aquí habitan muchos delincuentes e indigentes, sobre todos menores de edad que consumen (droga)”, asegura el zuliano.

Abandono por desinterés

Situación similar se percibe en la sede del BOD, ubicado en la avenida 72-3H, donde desparecieron sus imponentes ventanas de vidrio y su estructurado techo. Ni un cable queda en el lugar, todo fue hurtado.

Enrique Portillo, trabajador de un local de comida adyacente al edificio, asegura que la entidad bancaria no dejó de trabajar por el hurto o las condiciones del lugar, sino porque que fue un decisión propia. Un aviso pegado en las taquillas refiere que desde febrero de este año cesó su actividad. Hoy permanece a oscuras.

Por estar abandonado, sin vigilancia y a la deriva, los delincuentes robaron todos los cables, la estructura de aluminio, cielo raso, lámparas y piezas de cobre. Lo dejaron desarmado, totalmente destruido”, agrega el hombre de 45 años.

Portillo afirma que al banco solo lo visita “los choros”, quienes regresan a buscar más materiales.

La antigua sede del Bingo Seven Star, ubicado en la avenida Delicias, no escapa a la desidia. La imponente fachada que un día estaba atiborrada de luces de colores y llamaban a los juegos de envite y azar, hoy luce lúgubre. Tras más de 10 años del cierre de las salas de juego en Maracaibo, el Seven Star es objeto de destrucción por dueños de lo ajeno.

Violaron el cercado y se llevaron unos tubos y piezas. Hay un grupo de vagos que duermen allí, refiere un comerciante de la zona que no quiso dar su nombre.

Asegura que de adentro del local han sacado materiales y objetos.

No tiene seguridad o al menos no se ve nadie vigilando. Ese establecimiento solo es un peligro para la vida comercial de la zona", recalca.

Bancos, refugios de indigentes

La taquilla externa del Banco Bicentenario, ubicado en la avenida Bella Vista con Cecilio Acosta, sirve de abrigo a cinco jóvenes de la calle.

El recinto de menos de dos metros de grande se convirtió en la casa, desde hace dos semanas, de cuatro menores y un adulto que, según trasuntes, vagan por la zona ante la necesidad o por querer alejarse de su familia para poder consumir estupefacientes.

Diego, de 16 años, explica que ellos se cuidan y han formado su propia familia, pese a que él tiene un hogar.

Un menor, de 11 años, viste con solo un short y reposa su cabeza en el extremo de una colchoneta percudida. Su débil cuerpo queda expuesto sobre la acera donde transitan ciudadanos para adquirir efectivo a través de cajero. Parece no darse cuenta de lo que sucede, su respiración es lenta, lo que permite ver su delgadez y sus marcados huesos, acompañados de la mugre en su cuerpo.

Sus compañeros aseguran que es el menor de todos y que hace unos meses dejó su casa y no desea regresar. Ante la pregunta de la razón para no volver al hogar, queda callado.

Dos menores más, entre 14 y 17 años, prefieren hacer silencio. Solo se escuchan sus sonrisas y uno que otro susurro que le hacen a Diego, quien responde con timidez las preguntas del equipo reporteril de Versión Final.

El mayor de este grupo, de 22 años de edad, relata que su padre murió. El joven vivía con su madre y ante diversas situaciones decidió salir a la calle.

Kelvin Morales, personal de seguridad de un local cercano, asegura que los muchachos van y vienen puesto que el banco aun labora. “Pernoctan en las noches y se quedan a dormir los fines de semana”.

Ellos vagan y deterioran el lugar. No creo que solo estén allí para sólo dormir”, explica el hombre, quien no define en que otras actividades está involucrado este grupo.

Morales cuenta que este espacio no solo sirve como hogar para los varones, también han vivido familias que están en condición de indigencia.

Hace un tiempo se quedaban seis personas: tres varones, una hembra y dos señores. De verdad es un lugar fresco e imagino que puede ser hasta cómodo para quien no tiene donde vivir”, agrega.

Otros saqueos

Los bancos y comercios abandonados no son los únicos desmantelados por los vándalos, el hurto de materiales son el pan nuestro en la zona norte de Maracaibo, desde finales de mayo pasado.  La antigua sede de Makro y Pepsi, ubicada en la zona industrial de la capital han sido objeto de hurtos por grupos vandálicos.

Según reportes del Servicio de Información Venezuela en el caso de Makro los delincuentes se llevaron hasta los techos, dejando la estructura en ruinas. En la Pepsi arrasaron con el techado y materiales de hierro.

Adalberto aun tiene la esperanza puesta en la recuperación de estos “sitios de suma importancia para la ciudadanía”. Enrique y Kelvin desean que las sedes bancarias que todavía laboran puedan trabajar con eficacia. Mientras que Diego confía que sus amigos indigentes encuentre un mejor lugar para vivir.

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