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Sobreviviente de Covid-19: "Mi madre murió ahogada y pasé el duelo en aislamiento"

La marabina Laura López y su madre fueron víctimas del Covid-19. La primera lo superó y le ha tocado vivir el dolor de la muerte de su progenitora, el rechazo de la sociedad y la "tortura" del confinamiento en un motel de la ciudad

"Le negaron cualquier tipo de asistencia médica. Mi mamá murió sin poder respirar, en una agonía que duró días", comenta Laura López, una marabina de 31 años que sufre aún los estragos del Covid-19, enfermedad que le arrebató la vida a su madre y ha causado en ella más daño psicológico que el que pueda dejar físicamente el virus en sí.

Lo más duro de este virus no es que te enfermes. Es cómo te trata la gente, como si fueras leproso. Y en mi caso, ni siquiera respetaron el duelo por la partida de mi madre", dice Laura, a quien el personal de Epidemiología se la llevó a un motel después de la partida física de su progenitora para cumplir 15 días de aislamiento.

La politóloga de profesión y su mamá Elvira Ocando eran muy unidas. Ambas tuvieron que soportar en 2017 el fallecimiento del hermano de Laura, que sufría de lupus, condición que ella también padece.

A mi mamá le afectó mucho porque ella se encargaba de todo para él. Yo también me enfermé, tuve una crisis lúpica en ese año, lo que me provocó un proceso de anorexia", cuenta en entrevista a Versión Final.

Para superar el dolor, en octubre del año pasado emprendieron juntas una venta de cepillados y chucherías en El Pinar, sector donde reside Laura. Ella se recuperó físicamente y Elvira anímicamente, todo marchaba bien.

"No sabemos cuándo ni cómo nos contagiamos"

En marzo, cuando inició la pandemia del coronavirus, el médico tratante de Laura por el lupus le recomendó resguardarse pero ella hizo caso omiso. "Nos confiamos. Fue negligencia de nosotras. Creíamos que no había casi casos en Maracaibo y seguimos trabajando", manifiesta.

El 12 de junio empezaron los síntomas en Laura: dolor de garganta, tos, dolor en el cuerpo, fiebre, vómito y diarrea. "No sabemos cuándo pasó. A El Pinar vinieron muchos buhoneros de Las Pulgas o pudo ser en un momento que alguien nos compró un cepillado".

Desde la primera sintomatología decidieron no trabajar más. Pero ya era demasiado tarde. Al día siguiente, Elvira comenzó a sentirse mal. Con 60 años de edad, problemas renales y obesidad, significaba una paciente de riesgo.

Empezaron a tomar Acetaminofén, Ciprofloxacina y, solo Laura, Azitromicina. La marabina asegura que no fueron a realizarse las pruebas por miedo a que las dejaran recluidas en algún Centro de Diagnóstico Integral (CDI) u hospital centinela.

Es tanto el miedo que la gente le tiene al sistema de salud, porque es muy deficiente, que prefiere estarse muriendo en su casa a ir al hospital. Así estamos", refiere.

"La conseguí muerta, luchó por una bocanada de aire"

Laura mostró signos de mejoría pero su madre no. Le faltaba el aire y no se le quitaba la fiebre. En el CDI de El Pinar les hicieron las pruebas; la de la joven salió positiva pero la de Elvira, negativa. "Eso no tenía lógica porque las dos dormíamos juntas".

Al cuarto día, Elvira pidió que la llevaran a un centro de salud porque no podía respirar. En el hospital General del Sur y en el Universitario "no quisieron atenderla". En el Chiquinquirá, la prueba también salió negativa. Le dieron Hidrocortisona, le hicieron terapia respiratoria y la enviaron para la casa.

En este punto de la enfermedad tenía la micción interrumpida y no quería comer. Allí, Laura confirmó que su mamá tenía todos los síntomas del Covid-19, aunque las pruebas arrojaran lo contrario. Una radiografía hecha en la clínica Zulia al día siguiente demostró lo complicada que estaba y que necesitaba hospitalización urgente.

Pero no dio tiempo. Esa noche su dificultad respiratoria ya era mayor. Laura señala que, luego de una larga agonía, su progenitora se quedó dormida a las 7:00 a.m. del 20 de junio. Cuenta que a las 11:00 a.m. fue a despertarla para alistarla y salir a buscar dónde la hospitalizaba.

Mi gran sorpresa es que cuando entré al cuarto la conseguí muerta. Yo comencé a pegarle y a decirle 'mami, mami, despertate'. Esa imagen no se me va a salir de la mente nunca. Estaba sola en el apartamento, no sabía qué hacer", comentó.

El padre de Laura llegó y fue al CDI de El Pinar a notificar que la mujer había fallecido de Covid-19, pero "no hicieron nada". Por tanto, llamaron a la funeraria Los Haticos para que buscaran el cadáver. La velaron y sepultaron.

La tragedia no había terminado para Laura, a los tres días del funeral de su madre, le hicieron la prueba PCR y salió positiva, confirmando el resultado de la rápida. El 2 de julio, Epidemiología se la llevó al Hotel Mara, dispuesto para pacientes positivos de coronavirus.

"Es inhumano pasar el duelo de tu madre encerrada en cuatro paredes"

Laura califica su estadía en el refugio como "regular", pues el trato por parte del personal de la Gobernación "fue bueno" y le daban comida las tres veces al día. "La cantidad era poca pero cumplían".

Lo más doloroso para ella fue pasar el luto causado por el fallecimiento de su madre encerrada en un lugar desconocido y sola. "Es inhumano. Me sentía como una presa y mi único delito fue enfermarme". Refiere que la primera semana solo le tomaban la tensión y la temperatura. Ya la segunda, sí comenzaron el tratamiento con medicamentos recetados para el Covid-19.

Laura, agradece a su familia por estar pendiente de ella y llevarle cosas complementarias al hotel durante los 15 días que estuvo aislada allí. "Mi papá se iba caminando de El Pinar hasta Bella Vista para llevarme lo que necesitaba".

En el tercer resultado del exudado salió negativo. Le dieron el alta pero debe estar en aislamiento obligatorio en su residencia dos semanas más, de las que ya lleva una y media.

"Si te enfermas eres como una escoria social"

Uno de los sentimientos más dolorosos para Laura sigue siendo el rechazo de las personas que saben que sufrió de Covid-19. "Estoy firmemente convencida que lo más duro es la maldad social que uno vive. La gente no piensa en cómo uno se puede sentir", alega sollozando.

Agrega que en El Pinar, recién fallecida su madre, los vecinos llamaron al Noticiero de un canal regional para decir que la fueran a buscar porque "era un riesgo para la seguridad" del lugar.

Aparte de todo el dolor que pueda uno sentir por la partida física de una madre, es todo el rechazo que sufres porque te conviertes en una especie de escoria social. La gente me pone mala cara. Solo quiero que me dejen tranquila y respeten mi dolor", precisa la joven.

Pese a todas las lágrimas que Laura ha derramado, ella cree firmemente que el destino le tiene preparado algo "muy bonito" y que debe cumplir con una misión de vida "muy importante".

Lo más probable es que si a una persona con lupus le da el Covid-19, no la cuente. Y mi mamá era una persona sana, más allá del problema renal que tenía, era más probable que yo muriera", argumenta.

Llama a la ciudadanía a tener conciencia y respetar las normas de prevención. "Si supieran lo horrible que es morir ahogado, la agonía de no poder respirar, no te quitaras el tapaboca. Si logras sobrevivir, te toca pasar por ese sentimiento de rechazo y soportar la tortura del aislamiento", reflexiona la sobreviviente.

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