El diario plural del Zulia

Lila Urdaneta: "Debemos luchar para que las corridas no se realicen en ningún lugar de Venezuela"

Aunque en Venezuela no se han prohibido legalmente las corridas de toros, los antitaurinos han emprendido una lucha de muchos años para extingirlas, cada uno desde su tribuna. La abogada zuliana Lila Urdaneta, fiel defensora de los derechos humanos, es una de ellas.

Como en el resto de los países en los que todavía es practicada, la tauromaquia es foco de controversia entre quienes la defienden como una tradición y quienes la rechazan como un acto de maltrato animal.

Actualmente, las corridas se siguen organizando con relativa discreción en algunas zonas del país, como Valencia, Maracay, San Cristóbal y Mérida, donde se consideran parte de una larga y arraigada tradición. En Maracaibo, finalmente en 2017 se aprobó una Ordenanza Municipal que prohíbe este tipo de eventos.

A juicio de Urdaneta, en la lucha contra el espectáculo taurino privan dos factores: la protección a los animales y la protección al menor. Es por ello que en 2012, durante su gestión como Defensora del Pueblo en el Zulia logró, junto a organizaciones como Asodepa y Matar No Es Arte, la prohibición de entrada a las plazas de toros a los menores de edad.

“Siempre defendí la idea de que terminaran las corridas de toros, es una lucha de varios años. No solamente se está gozando del disfrute de la muerte, sino ¿qué estamos haciendo con nuestros niños y adolescentes? ¿Cómo psicológicamente estamos afectando en sus mentes? La gente aplaude la muerte violenta y esa es la enseñanza al niño”, comenta la jurista en conversación con Versión Final.

Recuerda que el Zulia fue la primera región del país en adoptar esta medida de protección, que luego fue replicada por varias entidades.

“El mundo ha ido evolucionando. Es una cultura adaptada porque no es algo nuestro. Si en varias regiones de España ya la han abolido, ¿por qué no hacerlo nosotros? Debemos evolucionar y la evolución conlleva a crear mentes sanas sin violencia”, argumenta.

La Coordinadora de Profesionales por la Prevención de Abusos (Coppa), una organización internacional, valoró positiva y públicamente esta acción de la abogada.

Vocación de servicio

Es casi compulsiva la pasión de Urdaneta por ayudar a quien lo necesite. Por eso eligió estudiar Derecho en la Universidad del Zulia, de donde egresó en 1992. Es una persona con vocación de servicio; quienes la conocen saben que la profesional ha dedicado su vida al trabajo por el bienestar de los más vulnerables.

“Cuando estaba en la universidad ayudaba a niños y adolescentes de manera voluntaria. Igualmente colaboraba con las iglesias, siempre ayudé a la comunidad con jornadas médicas, sociales, con comida. Me hacía sentir bien el ver caras sonrientes, el poder ayudar al prójimo”, recuerda esta hija de Maracaibo.

Tiene mente y corazón impregnados del sentido del deber, del servicio, y de amor al Estado de Derecho democrático, valores inculcados por generaciones de familia donde abundan los jueces, docentes y emprendedores.

Rememora que desde que comenzó, en 1995, a trabajar en la administración pública siendo jefa de la antigua Dirección de Identificación y Extranjería (Diex) y directora de Inmigración en el Zulia, “estuve al servicio de la comunidad todo el tiempo”.

Años más tarde, y luego de haber estado a cargo de distintos cargos públicos, consiguió en 2011 convertirse en Defensora del Pueblo del Zulia, luego de un concurso que realizaron en Caracas para obtener el título. Su diplomado internacional en Derechos Humanos, que realizó con la Universidad de La Plata (Argentina) y la Universidad del Zulia, fue la clave del éxito.

Desde que llegó a la Defensoría sabía que debía avocarse al tema de las corridas de toros y su apoyo fueron organizaciones defensoras de los animales y comunidades que no estaban de acuerdo con que los menores fueran partícipes de tan atroz show.

“Mi llamado es a la conciencia de todos los venezolanos que les gusta este espectáculo taurino, que vean también la otra parte, qué es lo que genera en nuestras mentes y cómo las distorsiona”, menciona Urdaneta.

Además del daño psicológico que causa en las personas, la salvaguardia de los derechos humanos lamenta el trato cruel que se les da a los toros de lidia, como se conoce esta raza bovina.

“Antes de salir al ruedo, a estos toros los encierran a oscuras, les colocan corriente, no les dan comida, los van debilitando, los golpean, para que estos animales, tan fuertes y furiosos, salgan locos por embestir. Cuando están dentro, un hombre en un caballo sale con una punta hiriente y se la clava en el cuello, donde tienen una vena, y se van desangrando internamente”, señala la amante de los animales.

La comunidad puede solicitar la abolición

La restricción de entrada a menores a las corridas de toros fue solo un primer paso, dice. “Ahora debemos luchar para que no se realicen en ningún lugar de Venezuela”, añade.

La abogada explica que las instituciones públicas, la propia Defensoría, y las organizaciones de derechos humanos pueden iniciar una solicitud para presentarla ante los Tribunales. “Que de una vez se eliminen las corridas en todo el país. La comunidad en sí puede hacer la solicitud”, aclara.

Aparte de las corridas, la experta en derechos humanos invita a iniciar una campaña para también lograr la prohibición de los toros coleados que, si bien la violencia hacia los animales es menor, “sigue siendo un acto cruel y abusivo”.

“Debemos elevar la cultura de la vida, mostrarle a los niños otras cosas, apoyarlos con el desarrollo intelectual en el ate, la pintura, el deporte, la educación. Qué tal si se convierten estas plazas de toros en centros de artes. Se le daría una utilidad más provechosa para la colectividad”, augura Urdaneta.

Menciona el caso de la Feria de San Sebastián, en San Cristóbal. “Entiendo que es una práctica que se realiza desde hace muchos años y la han asumido como parte de la cultura en la región andina, pero hay que llamar a la conciencia de las personas que aún quieren que se mantengan”, precisa, al tiempo que pide “dejar la parte económica de lado”.

“Siento mucha satisfacción por haber puesto un granito de arena en todo este tema pero la lucha no termina allí. En Venezuela aún hay muchas cosas porque defender los derechos humanos, la lucha debe continuar. Esperemos que algún momento sea dignificada y los derechos humanos prevalezcan en el país”, refiere.

“Yo soy zuliano”

Uno de los primeros momentos conmovedores en su carrera profesional, fue cuando desempeñó el cargo de directora de Inmigración en Maracaibo, en 1995.

Desde allí realizó un estudio sobre la situación de extrema vulnerabilidad de los niños nacidos en Venezuela de padres colombianos carentes de documentación legal. En esa época, se calculaba en unos seis millones de personas la presencia de colombianos en el país.

Más del 60 % de los partos en el más grande hospital materno de Maracaibo eran de bebés en esa condición, y, por ende, salían sin registro ciudadano de la maternidad. Urdaneta buscó el apoyo de la Unicef para solucionar ese grave problema y facilitó los enlaces del organismo internacional con las autoridades regionales.

“Quería que tuvieran la oportunidad de desarrollarse, de tener un nombre, de que existieran para el mundo, que pudieran educarse y trabajar. Fuimos el primer estado en lograrlo. Nosotros le dimos protección a los hijos de los migrantes en nuestro país”, menciona.

El programa pionero, creado bajo el nombre de “Yo soy zuliano” pronto se extendió al resto del país, con el nombre de “Yo soy”. Aún está vigente, recalca.

“Esa vocación de defensa de los más vulnerables viene de crianza, de formación de hogar, del amor a la gente, mis padres fueron personas muy de ayudar al prójimo, al desvalido. Aprendí a tratar de ayudar a los demás en la medida que se pueda”, refuta Urdaneta.

Ayuda para las comunidades

La abogada luchó por solucionar otros problemas de su ciudad natal. En 2012, más de dos mil habitantes de Isla Dorada tenían ya 10 años sin servicio de agua potable. Señala que acudieron a ella, en su carácter de Defensora del Pueblo, quien propició mesas de diálogos con las autoridades.

“No solamente se beneficiaron los habitantes de los edificios, sino  también los de tres parroquias aledañas en su derecho al acceso del agua potable”, puntualiza.

Con su gran espiritualidad y amor al prójimo, valores que caracterizaron su trayectoria como funcionaria pública, también se avocó a ayudar a los pobladores agropecuarios Tolosa, El Guanábano y el Concejo de Ziruma, en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, apoyando a los habitantes en la reconstrucción de escuelas, pozos, cedulación y proyectos agrícolas.

Urdaneta también forma parte de la directiva de la ONG Misión Chrio Internacional que tiene presencia en más de 50 países. Desde allí, orienta a personas en situación de vulnerabilidad de derechos humanos en Venezuela.

“El derecho humano no tiene raza, no ve color ni religión, es la defensa del ser humano ante la vida, los derechos que puedas tener como persona, como ciudadano de un país. A través de esa organización hemos ayudado a zonas vulnerables con comida y medicamentos, a través de otras organizaciones internacionales que nos han dado el apoyo”, sostiene.

Hacen falta en cualquier lugar del mundo más mujeres como Lila. Mujer, madre, abogada, abnegada, justa y compasiva.

Gente así la necesitan miles de niños, niñas y adolescentes migrantes desde su país Venezuela y de toda Latinoamérica; la necesitan los que luchan contra la violencia y contra la violación de los Derechos Humanos, sin exclusiones de raza, credo o ideología. Lila seguirá adelante con la belleza que nace del alma, en su vocación de defensa de los más vulnerables, que tienen derecho a decir con plenitud de existencia: Yo Soy.

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