El diario plural del Zulia

La Plaza Baralt y su lenta recuperación [+Fotos]

Dando pasos suaves, sin apresurarse y con su acostumbrada vestimenta de antaño va caminando Manuel Ramón Nelson. Verlo es darle rostro a la historia. Resumir el transitar de personajes, buhoneros y recordar botiquerías antiguas atascadas en la Plaza Baralt. Encontrarse con él te lleva a ser el extra de una película en sepia donde Manuel es el protagonista.

No hay otro. Se ha ganado el papel y es el “Último Patiquín de la Plaza Baralt”. Con vistosa elegancia al vestir, Manuel no ha faltado desde los 14 años a su trabajo. A los 83, aún pasea por la avenida 6 y la calle Colón con su maletín negro, donde guarda el tensiómetro y algunas inyecciones para los pacientes que todavía se examinan con él. Ha visto grandes transformaciones en la plaza. Conoció el Mercado Principal de Maracaibo, su estructura de hierro que permanece, pero transformado desde el 16 de noviembre de 1978 en el Centro Popular de Cultura, ahora Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez (CALMB).

El hombre de piel oscura, labios pronunciados y ojos redondos, nacido en Dabajuro y con 18 hijos, lo recuerda sin titubear. “Han sido como cuatro transformaciones las de la Plaza Baralt”, dice con voz parsimoniosa. Le gusta lo que ve, a pesar de lo tardío del proceso. Se atreve a decir que es una de las mejores rehabilitaciones.

Cuatro meses

Aparecía en los titulares de los rotativos zulianos a principios de 2015: “Restaurarán la Plaza Baralt”. Giovanny Villalobos, secretario de Cultura, y el arquitecto Tito Meleán, presidente del Centro Rafael Urdaneta (CRU), dieron una rueda de prensa en el CALMB. Explicaron cómo sería el proyecto y hablaron del tiempo de entrega. Eso fue el 6 de marzo de 2015. Ya habían removido el piso de granito para entonces.

La meta es convertir la plaza en una fuente turística urbana. El Hotel Victoria, el edi cio Abbo, Mac Gregor y el edificio Becco están dentro de las planificaciones. También La Botica Nueva o el edificio de “Los Sansones”, como lo llama el populacho, aunque ésta última permanezca pálida y carcomida por el tiempo. Los otros sí fueron pintados. En especial el Victoria que resalta en azul y blanco.

Cuatro meses, dijeron Villalobos y Meleán. Cincuenta millones de bolívares aprobó el Gobierno nacional para la obra de embellecimiento. El Ejecutivo regional se encarga de la ejecución y los buhoneros censados –96 en total– esperaban la inauguración para el 18 de noviembre de 2015. No fue así.

En la avenida 6, como se identifica en las nomenclaturas de la Plaza Baralt, permanecen andamios. Hay trabajadores en ellos, tres o cuatro. Siguen poco a poco edificando lo prometido, pero sin tiempo estimado de entrega.

Son colores amarillos, naranjas y verdes lo que a simple vista se ven. Así están revestidos los tranvías. Con hierro y madera fueron construidos. Dentro de ellos irían ubicados tres vendedores informales, “irían” porque hace seis meses fueron colocados en el lugar y aún no han sido habitados por ellos. Faltan tres de los 10 que deben colocar.

“A eso le ha caído sol, agua y comején”, brama Marly Castellano cuando se le pregunta sobre el retraso de la obra. Señala a los tranvías. Ella ha pasado 20 años de su vida en la Librería Castellano, existente en el edificio Quintero, por eso de ende lo que cree correcto para sus compañeros y su lugar de trabajo. “Solo dicen que no alcanzó el presupuesto para terminar, llevamos 56 reuniones y nada”, vuelve a interrumpir su propia explicación.

Por la refracción, fueron quitadas algunas papeleras de la emblemática plaza. Se nota a leguas. La basura revolotea con el viento, juega frente al sol y sacude los pies del transeúnte. Afea lo logrado. El piso ya no es de granito en su totalidad, tiene partes de cemento. Eso también lo critica Marly. Piensa que se destruirá antes de la inauguración. Como ha ocurrido con los tranvías, que tienen ya la pintura arrugada, la madera rayada y amarillenta. El interior se cae a destajos.

Ya es julio de 2016, la Gobernación adaptó los bombillos dentro de lámparas lujosas. Algunos se las han robado y en las noches hay partes oscuras. No hay seguridad. Faltan algunos puestos por colocar y los buhoneros se preguntan “¿para cuándo terminarán?”.

Una respuesta

El intangible patrimonio cultural que fue entre los siglos XIX y XX un lugar de movimiento mercantil y económico importante, cuando aún era llamado Plaza de la Convención, siendo uno de sus primeros edificios el Convento de San Francisco, actualmente y desde 1888 Plaza Baralt, debido a la colocación del busto del insigne historiador Rafael María Baralt, hoy no es menos. Por ello ha tenido la mirada puesta de los Gobiernos de turno, “porque lo más importante de un pueblo es su patrimonio”, dice al teléfono Giovanny Villalobos.

El encargado de las infraestructuras culturales en la región sostiene que el retraso no se debe a un tema económico, se debe a un cambio de paradigmas que quieren lograr. Para eso establecerán un “manual de convivencia cultural”, dijo.

Son 10 mil metros cuadrados de pisos cambiados, antes de eso se le colaron todos los servicios, cuenta Villalobos, y le atañe el retardo a tres factores: la cantidad de irregularidades arquitectónicas hechas por restructuraciones anteriores, el comercio informal que “no entiende que esto se está haciendo para la admiración”, y las decisiones técnicas que han tenido que tomar, para no influir de manera negativa a las antiguas infraestructuras.

Para finales de septiembre promete el secretario de Gobierno entregar la obra completa, con una remodelación del “Lía Bermúdez”. No colocarán cestas de basura, cree en el cambio cultural. “Eso trae más basura, tenemos planes de saneamiento, de prohibición de vehículos y de carretillas con rolineras de acero que dañan los pisos”. Habrá una policía turística y cámaras de vigilancia las 24 horas del día.

La inauguración se espera para la Feria Internacional de La Chinita. Manifestaciones culturales engalanarán la obra. Allí quizás esté Manuel, el “Último patiquín”, cantando boleros.

 

 

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