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La Cañada, ¡zona de guerra!: destrucción, tristeza y solidaridad

Un equipo de Versión Final estuvo en La Ensenada, La Fundición y El Rosado, los sectores más afectados por las trombas marinas en el municipio. “En cinco minutos destruyó todo. Por donde pasaba iba haciendo daño”, contó Carlos Sánchez, de 79 años.

 “No sé si era una bomba, un terremoto o un huracán. No se veía forma, estaba dando vueltas, levantaba cosas, cocinas, ventanas. Yo no había visto algo tan horrible en 64 años que tengo. Era algo negro, marrón, no sé explicarle qué color. Y no fue una, eran dos las (trombas) que estaban dando vueltas. Yo solo había visto eso en películas”.

Desde el porche de su casa, ubicada en el sector en La Ensenada de La Cañada de Urdaneta, la señora Élida de Atencio se levantó exaltada de su silla y rememoró al equipo de Versión Final la pesadilla que vivió el mediodía del martes, cuando las trombas marinas tocaron tierra.

El relato de la mujer se confundía con el ruido de las cuadrillas que, con maquinarias pesadas, motosierras y equipos de oxicorte, intentaban quitar los escombros que yacían frente a su hogar y en al menos cinco cuadras subsiguientes: Árboles, paredes, guayas y postes de electricidad, láminas de zinc, vigas de concreto, ramas, y vidrios.   

Fue horrible, un estruendo inmensamente fuerte, como si hubieran tirado una bomba, no sé cómo explicarte”, continuó  Élida.

El escenario era desconsolador. Una de zona de guerra se visualizaba en las calles de La Ensenada, en especial donde convergen la pequeña plaza, la iglesia y lo que hasta el lunes era la cancha deportiva del sector: hoy totalmente en ruinas.

César Espinoza, con 59 años viviendo en la zona, relató que “todo fue tan rápido que es difícil de explicar, lo que aquí entró no dejó ver nada. Gracias a Dios llovió y el agua aplacó la fuerza del viento, sino el daño hubiese sido peor”.

“En cinco minutos destruyó todo. Por donde pasaba iba haciendo daño”, contó Carlos Sánchez, de 79 años y también vecino de La Ensenada. En medio del caos solo pidió que se restableciera la electricidad, pues desde la 1:30 p.m. no cuentan con el servicio.

Durante la mañana de ayer, cuadrillas obreros y personal médico de la Gobernación del Zulia; trabajadores de Corpoelec y Misión Barrio Nuevo y Barrio Tricolor; así como efectivos de la GNB, PNB, Cpez y Poliurdaneta, tomaron las zonas afectadas por las dos trombas marinas.

 

La solidaridad también se hizo presente, vecinos de las viviendas afectadas, compañeros de trabajo de los padres de familia y hasta funcionarios policiales uniformados, ayudaron a retirar los escombros de los hogares afectados y a resguardar los pocos enseres que no se dañaron.

El sector La Fundición, situado en las inmediaciones del cementerio municipal de La Cañada, también recibió con fuerzas los embates de los embates de la naturaleza. Allí la mayoría de los portones de los galpones donde funcionan empresas recicladoras y fundidoras de metales fueron arrancados por los implacables vientos.

En la casa de Peily Álvarez, un inmenso portón color celeste se incrustó en el porche de su vivienda. Testigos aseguran que la estructura la sacó una ráfaga de aire, pasó por encima de los cables de alta tensión y se estrelló contra su hogar.

 

Todo paso como a las 11:30 de la mañana, me acaba de bañar y cuando abrí la puerta del cuarto para salir el viento se llevó el techo. Mi madre y mi hijo resultaron heridos, ella tiene siete puntos en la cabeza y el tobillo enyesado; y él tiene una escoriación en la espalda”, dijo.

 

La agobiada vecina narró que tuvo que esconderse dentro de un closet de concreto, junto con su progenitora y sus dos hijos, para salvar su vida. En su hogar no quedó nada. Una de las cortinas de su sala se divisaba guindando en la copa de un árbol, a unos ocho metros de altura. Y curiosamente, un cuadro con la imagen de la “Última Cena” quedó intacto sobre la pared.

Dos cuadras más adelante, en la calle El Taladro, Luis Machado relató su dramática historia: “Ocho años estuve haciendo mi casa, y en cinco minutos se destruyó. Pero con Dios no se pelea, lo importante es que están mis niños y mi esposa están vivos. Lo material se recupera”.

El hombre, chofer de una empresa camaronera, precisó que su esposa Luz Marina Boscán cuidaba a sus dos hijos de 4 años y 8 meses cuando el techo se le vino encima: “Gracias a Dios que ella pudo rescatar al bebé de la andadera y tomó a la otra niña y se escondió en el closet”.

 

Aunque la ayuda de los entes competentes llegó a las zonas afectadas, hasta las 3:00 p.m de este miércoles, más de 24 horas después del inesperado fenómeno natural, muchos cañaderos seguían desconcertados. Sin poder dormir, tomar un baño o tan si quiera beber un vaso con agua fría. El chofer de un camión cava se estacionó en La Ensenada y regaló hielo a los afectado

 

La tromba entró a La Cañada y se devolvió al Lago. Muchos dicen que fueron dos, otros que hasta cuatro. En ese breve pero destructivo paso dejó a muchos niños atemorizados, decenas de familias damnificadas y muy pocas esperanzas de recuperar los enseres perdidos.

 

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