El diario plural del Zulia

Inocentes que piden a gritos conciencia

La igualdad. Un valor que debe ser correspondido entre unos y otros, es el protagonista de esta nueva edición de Soy Ciudadano

Ante la ley todo ser humano es reconocido como igual y puede disfrutar de sus derechos otorgados sin discriminación alguna. Hace poco más de 20 años, tanto el Zulia como la medicina regional vivió uno de sus momentos más impactantes: la aparición del primer caso del Virus de Inmunode ciencia Humana (VIH) en un niño.

Cuadro diarreico, constantes convulsiones, pérdida de la visión y caída de los dientes fue el complejo panorama en el que se descubrió que un infante de cuatro años de edad, resultó positivo para el virus.

Imagina el contexto. Una sociedad -conservadora, si se quiere- ante la presencia de un niño infectado con una enfermedad crónica que, para el momento, se pensaba que era causal de muerte.

Indignación, miedo, rechazo y discriminación, son las primeras palabras con las que se describe la escena. Lamentablemente fue así. Y hasta los momentos sigue siendo así.

Sin embargo, dentro de la conmoción social hubo una luz. Un ser humano que se puso en el lugar del otro y vio el problema con ojos de fe, de esperanza y de milagro.

Se trata de Cecilia Bernardoni de Socorro: una profesora jubilada de la Facultad de Odontología de La Universidad del Zulia (LUZ), quien con esmero y dedicación se encargó, junto con un equipo de voluntarios, de seguir de cerca el caso del pequeño para hacer de su vida en la tierra un paso significativo de sueños y vivencias, a través de la fundación sin fines de lucro, Innocens.

El menor recibió el virus de su progenitora. “Al bebé lo colocaron aparte, sólito en un sitio y la mamá no podía asistir al sanitario porque iba a infectar a toda la gente”, rememora.

Ante esta situación, la fundadora y actual presidenta de la organización Innocens, decide llevárselo para ser tratado en casa. “Yo me lo llevé a su casa, no vivía tan lejos de mí y lo seguí atendiendo”.

Fue así, entonces, como comenzó la historia de la fundación. Basada en un hecho real, dramático, lleno de amor y promesas en la lucha para “atender la discriminación”.

“No” a la discriminación

En principio, el niño fue tratado de manera aislada. Pese a ello, desde la fundación se encargaron de hacerlo parte de un proyecto que, en la actualidad, ha beneficiado a más de dos mil infantes que habiendo nacido de madres infectadas, no han heredado el virus, manifiesta Arelis de Torres, médico infectólogo encargada del área de salud de Innocens.

La galena, miembro de la organizazación y docente de la cátedra de Microbiología, indica que si un paciente es diagnosticado y tratado a tiempo, puede llevar una vida plena e incluso, tener descendencia que no posea el virus mismo que enfatizó se transmite “por contacto sexual y por la sangre”. “Tocar a un niño o a un adulto no te va a infectar”.

En este sentido, invita a la población a alejarse de las prácticas discriminatorias que más que una realidad son un mito.

“En el caso de los niños, compartir con ellos, abrazarlos, jugar, que estén en la escuelas con otros niños, no significa que los van a contaminar”.

Un sueño hecho realidad

La conciencia es quizá, una de las virtudes que formaron parte del aprendizaje que aportó aquel pequeño de cuatro años a la fundación. Así como los voluntarios, estudiantes de las diferentes facultades del alma mater zuliana, figuras de investidura como la recordada exgobernadora de la entidad, Lolita Anillar de Castro, contribuyeron a cumplir un sueño.

Se acercaban las festividades de Navidad cuando la organización arribaba a su primer año de creada. “Eran pocos los niños”, cuenta Bernardoni; y para ellos se hizo una fiesta.

En la casa de la Gobernadora -de aquel entonces- todo se armó para recibir a los pacientes, entre ellos, el pequeño, quien llegó a bordó de “El Cohete”, un mustang de la época, bautizado así por los compañeros de la fundación.

“Fue como si hubiese entrado al cielo, recibido con aplausos”, recuerda la presidenta de Innocens, quien también revela lo mucho que disfrutó el paciente la celebración, en donde cumplió uno de sus sueños, “conocer a San Nicolás”.

En el mes de julio siguiente, el primer caso pediátrico del Zulia con el VIH, perdió la batalla. Sin embargo, “fue la luz que iluminó este camino” y dio paso al trabajo social que viene haciendo la organización a nivel escolar y universitario.

 Crear cultura sobre el VIH

Aún en la actualidad, es tabú hablar sobre el VIH. El tema sigue causando pánico entre muchos ciudadanos.

En nombre de Innocens, Cecilia Bernardoni afirma que la desigualdad en trato y discriminación, hacia pacientes infectados “ha disminuido pero persiste”, y esto se debe, a su juicio, a la “falta de educación”.

Razón por la cual, la organización se ha abocado a llevar información, tanto a nivel escolar como universitaria, con campañas de concientización.

“A todas las familias les puede llegar un caso de VIH. Ese paciente necesita de afecto, amor y solidaridad. Nadie está exento de tener esta enfermedad”, concluye.

Infectados o no, todos los seres humanos son iguales. Con características y particularidades hechas a imagen y semejanza de Dios.

Abrazar o tocar a una persona con VIH no es pecado. Por el contrario, es brindar una mano amiga a un conciudadano igual a todos que está luchando moral, física y espiritualmente para continuar su vida en una sociedad que lo juzga por su condición.

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