El diario plural del Zulia

Entierran a las siamesas en "El Edén"

Ellas tenían un solo corazón pero llegaron a miles de corazones en el mundo. No solo Venezuela conoció a “las Marías”, a las “Princesas bendecidas”. Las siamesas llevaron un mensaje por el universo junto a sus padres. Uno de fe y esperanza. Esa, sin temor a dudas fue la misión que Dios les encomendó.

Eran las 11:00 de la mañana y el cortejo fúnebre iba a paso lento. El canto de las aves fue el único sonido que se escuchaba en el cementerio El Edén, vía a La Concepción. En minutos, desde una camioneta negra bajó el ataúd donde reposaba el cuerpo de María de Los Ángeles y María Gracia. Su padre, Emilio Parra, era uno de los que trasladaba la urna blanca hasta el lugar donde fueron sepultadas.

Un arreglo de  ores en forma de corazón sostenían los familiares. Otros llevaban rosas rosadas. En la mano de Adriana Liseth, la hermana mayor de las siamesas, también había un arreglo  oral. Lo apretaba con fuerza y encima del rosado natural caían las lágrimas que sobresalían de sus ojos.

Ana María Ugarte respiraba profundo. Sonreía con tranquilidad y orgullo al ver que sus hijas están en las manos de Dios. “Fueron una hermosa historia aquí en la tierra pero ahora comienzan la historia eterna”, esbozó.

No es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós, muy pronto junto al fuego nos reunirá el Señor”, cantaron los presentes. No faltaron pañuelos. Un grupo de niñas familiares de “las Marías” lloraba sin cesar. A los mayores también se les anegaron los ojos. Ana oraba en silencio.

Atados a las coronas de  ores dos globos en forma de estrella, de color dorado miraban hacia el cielo. Emilio los acomodaba en la lápida. Antes de esto, el salmo 23 lo inició el pastor de la iglesia Visión de Ciudad, Germán Núñez.

–Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande

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