En “Tres Reyes Magos” llevan 40 años sin cloacas ni asfalto
En plena avenida Milagro Norte está la cancha que es punto referencial del barrio Tres Reyes Magos. De entrada, el reflejo del sol hace ver la arena más amarilla, más árida. Desde hace cuarenta años la comunidad no tiene mejoras en sus calles.
Caminar por el sector se vuelve una odisea, hay grandes piedras, huecos y charcos de barro. Viendo a la gente pasar estaban los señores José Morales y Héctor Perozo, se quejaban además de sus enfermedades y la ausencia de medicamentos. Uno es asmático, y el otro hipertenso.
¿Cómo están los servicios?, Ambos se miraron y suspiraron, “todo va peor, pero nos acompaña la gracia de Dios”, respondió José.
Ambos son fundadores de la barriada que han visto deteriorarse. Los dos han sido testigos de los gobernantes que toman el barrio “porque saben que aquí hay bastante votos, pero luego, cuando le creemos y ganan, se olvidan”, expresó José con nostalgia.
El señor Héctor recordó cuando consolidaron la comunidad, había asfaltado, pero fueron las únicas capas que le colocaron; el tiempo las desgastó y nunca más volvieron a ver las máquinas ni hombres recuperando las calles.
“Ellos (los gobernantes) vienen, no lo niego, se toman fotos con uno, lo anotan en hojas y hojas, pero no existen respuestas”, insistió el señor José.
El señor Héctor lo apoyó, y denunció también el olvido del aseo. “Por aquí no pasan, uno tiene que pagar para que saquen la basura”, contó.
Y es que los camiones del aseo urbano dejaron de pasar desde hace unos seis años, agregó Héctor.
El señor José Araujo improvisaba un cableado que le diera luz a su frente, porque la calle está oscura y nadie los resguarda. Manifestó además su preocupación por la basura, y aseguró que “el aseo pasa una vez al año, los 31 de diciembre, para que le demos el aguinaldo”. El resto del año pagan 50 bolívares por cada bolsa de basura, para que la boten en alguna cañada.
Improvisación de pozos
En la casa de la señora Ana Añez el pozo séptico está en el frente. No hay cloacas por el barrio, por lo que las familias de abajo deben hacer pozos, y las de atrás, colocan las tuberías que den al caño.
“Cuando llueve esto se desborda, las familias ya no saben dónde abrir huecos, es denigrante, pero indigna más que ningún gobernante atienda nuestro llamado. Estamos olvidados”.
Los niños disfrutan sus vacaciones entre la arena, y las piedras, mientras esperan que alguien les regale, por lo menos un día de distracción o un mejor suelo para ellos manejar bicicleta.
