El diario plural del Zulia

El valor de la moneda divide a los feligreses

El valor económico y hasta sentimental por la moneda se ha perdido en el colectivo venezolano. El clamor de monseñor Ubaldo Santana, arzobispo de Maracaibo y el resto del clero, procura llamar a la reflexión y que el feligrés no bote las monedas. Aunque la devaluación no es oficial, el ciudadano considera que es imposible lograr consumir o adquirir algo con la moneda de un bolívar.

Según el portal www.venelogia. com, la devaluación ocurre cuando la moneda de un país reduce su valor en comparación con otras monedas extranjeras.

A este concepto están apegados los feligreses, quienes consideran que este símbolo de capital no genera ningún aporte, aun en grandes cantidades. “No tiene valor, se perdió, no existe”, apuntó Claudia Huerta, mientras colocaba 50 bolívares a los pies de San Judas Tadeo, por un favor concedido.

Para Huerta, la moneda dejó de ser incluso hasta la limosna de los domingos de misa. Para ella, la Iglesia necesita mucho aporte, pone de ejemplo el templo de Santa Bárbara, que a su juicio está abandonado por los gobernantes de curso, y parte importante del sustento depende de dinero que ofrendan los fieles.

En el país no se valora una moneda. Ni los choferes de transito, ni los empacadores de los supermercados, ni siquiera quienes piden en la calle, le dan importancia. Muchos se “ofenden” al recibirla.

El granito siempre

La iglesia Santa Bárbara, cumple dos años en agosto de haberle caído un rayo. En la entrada del templo hay unos seis santos, cada uno con un deposito para ofrendas. Adicional, unos depositarios hechos de madera que indican: “Deposite aquí su ofrenda”. La moneda es la protagonista en todos.

“El aporte que hace la feligresía no alcanza, pero estamos conscientes que nos visitan las comunidades media bajas, y ellos muchas veces no tienen ni ese billete de dos bolívares, pero insistimos en que no dejen de ofrendar, que lanzarlos a la calle no es solución, dentro de la Iglesia podemos hacer grandes cosas”, manifestó Édgar Gómez.

José Salas apoyó el discurso de Gómez y agregó que sin esos billetes de corta denominación, la iglesia quedaría en un desierto, y decaería. “Sabemos que la gente ni siquiera usa los billetes, pero si los sumamos, si los unimos podemos rescatar espacios y templos maravillosos como este patrimonio cultural”, expresó re riéndose a la casa de Santa Bárbara.

Maritza Rangel estaba en la misa de las 11:00 de la mañana, en la Basílica de Chiquinquirá. Mientras preguntaba precios y daba aportes, anunció que llegaría a su casa para buscar las monedas que “debo tener por ahí botadas, pero la Iglesia las está pidiendo, la Virgen las necesita, y no hago nada con ellas”, lo admitió y consideró que si se ayuda a los pobres y los viejitos, toda moneda es buena.

Wilfredo Fuenmayor le llevó a la Chinita un sencillo. No fue símbolo de egoísmo, sino que era todo lo que tenía en su bolsillo. “Vengo siempre, le traigo algo, porque siempre me ayuda. La moneda es tradición del religioso, más del que se acerca a diario y no siempre tiene, pero quiere agradecer un favor, o simplemente ayudar a la iglesia”.

Para Gira Fuenmayor las personas no pueden perder la intención de ofrendarle a la iglesia, “aunque sea una moneda, eso siempre ayuda”.

La feligresía que acudió a las misa en la Basílica dio su aporte, en billetes, en monedas, todos atendieron el llamado que se ha manifestado por las redes sociales en la campaña: “No botes tus monedas, la Virgen las necesita”, y se ha cumplido. Eleuterio Cuevas, párroco del templo chiquinquiereño destacó que las personas se han abocado a ofrendar sus monedas. “Unos cuatro potes llenos nos han traído”.

Aunque parte de la feligresía insista en que los aportes siempre ayudan, Ana Chacón no opina lo mismo. La adoradora del Santísimo Sacramento manifestó que ya los billetes de cinco y dos bolívares no tienen valor, mucho menos la moneda. “La gente debe saber que eso no vale, y que si es para Dios cada día hay que dar más, la iglesia se ayuda con eso, y al final Dios siempre recompensa enormemente”.

La feligresía siempre querrá aportar, aunque el declive económico indique pérdidas o ganancias, la intención por dar mucho o poco siempre existirá en los corazones de los fieles.

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