El diario plural del Zulia

El negocio de la chatarra

Un aire marca Samsung de 24 mil BTU dañado tiene valor si se le lleva a Mauricio, joven musculoso, moreno, que atiende junto con su hermano una chatarrera en Milagro Norte. Lo compra, por lo general, a 7 mil bolívares. Y la ganancia siempre supera los 50 mil. Lo vende por parte.

datosversionfinalMauricio se tarda un día desarmando el aire. Le saca el panel, que tiene hierro y cobre, también la unidad. Y si el motor está en buen estado, lo aparta porque por él pueden darle 45 mil.

Por cada aparato de estos saca nueve kilos de cobre, 16 kilos de panal y veinte kilos de hierro. Los precios en el mercado de estos metales que comúnmente la gente no le atribuye valor se cotizan por kilogramo: cobre a 1.600, bronce a 900, aluminio a 150 y el hierro y latón a 2.

Mauricio saca sus cuentas: nada más por cobre recibe 14 mil 400. Ya con eso recupera la inversión. El panal, si quiere, lo vende completo en 400 bolívares.

Pero por parte le saca más. Así funciona el negocio de las chatarreras.

De cada tres casas en Milagro Norte, dos venden y compran chatarra. Es un negocio familiar. Sus procedimientos son bastantes rudimentarios, pero con ellos han subsistido desde los noventa.

Los letreros negros con letras amarillas abundan. Hasta las mujeres se dedican a eso. Pero ellas son más reservadas con sus ganancias. Junto al puesto de Mauricio, tres mujeres y una jovencita se refrescan cada día con cartón mientras esperan al cliente que pide bronce y cobre, metales más demandados por su alto costo.

Ellas y sus colegas de oficio tienen un peso casero: un par de cadenas y la tapa de un ventilador. Allí posan todo artefacto con metales en su interior que más tarde ofertarán en el amplio mercado de las chatarreras.

En La Limpia, vía a La Cañada, por la Circunvalación 3 y vía El Marite hay más competencia. Pero a Antonio no le preocupa, pues, asegura, ya hizo su “punto”. Su familia vive de vender electrodomésticos dañados, cabillas, tubos y cuanto perol tenga metal por dentro.

Con destinos diversos

Sin chatarra, el camión de Adrián pesó el jueves a mediodía tres mil 40 kilos. Lo llevó a una empresa de latonería que trabaja a gran escala vía La Cañada. Los trabajadores lo revisaron y apartaron el hierro y aluminio de la basura. En total, había dos mil 500 kilos de estos metales.

El encargado del negocio restó los 2.500 kilos de los 3.040 del peso total. Al bolsillo le Adrián cayeron, en efectivo, 1.080 bolívares.

Desde los noventa trabaja con chatarra. Tiene una esposa y seis hijos. No trabaja con material más costoso como bronce o cobre porque para eso es necesario tener mayor capital. “En las chatarreras de Cañada Honda compro yo. Hay decenas de ventas. La gente se sorprendería lo que rentable que es trabajar con cosas que la gente bota”.

El paso siguiente es vender ese material a las grandes empresas siderúrgicas para que, luego de su fundición, se tome el metal desde cero y se fabriquen cabillas y tubos, entre otras cosas.

Todo puede contener metales valiosos. Las luces de Navidad contienen cobre, las tostadoras, acero y los cables electrónicos, cobre. “Todo vale”, asegura Adrián.

 

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