El diario plural del Zulia

El gestor, un fenómeno social hecho en Venezuela

Aunque no son guras legales, quienes hacen trámites han sido la solución para muchos, pero también un dolor de cabeza

Se ofrecen como la medicina que cura todos los males. Prometen evitarles un dolor de cabeza y pérdida de tiempo a quienes necesitan ejecutar un trámite burocrático, sobre todo en instituciones públicas del país.

Seductores natos. Los gestores se mueven en mares de diligencias, conocen bien los pasos que hay que dar para obtener desde el mínimo papel, hasta el documento más engorroso; y por supuesto tienen una agenda de contactos que, por debajo de la mesa, les ayudan en la obtención de citas, consignación de documentos u obtención de insumos.

Ese es el perfil de quien cobra por tramitar documentos, bienes o servicios. Una gura que se cuajó de forma espontánea gracias a la burocracia y a la “viveza del venezolano” y que se ha convertido, como explica María Isabel Bustos Abreu, trabajadora social e investigadora docente de la Universidad del Zulia, en una “solución” para el ciudadano común.

El gestor se mueve, se las arregla y utiliza su astucia para, en la mayoría de los casos, resolver rápido una necesidad. Es eso lo que hace que la otra persona requiera de él. Digamos que los gestores son ilegales porque las instituciones ofrecen atención directa con el titular para realizar trámites específicos, sin ningún intermediario, pero la deficiencia de los organismos lleva a que estos personajes sean cada día más requeridos. Sin embargo, no son ilegítimos porque en ocasiones reciben un permiso por parte de su cliente para hacer ciertas cosas en su nombre”.

La gestoría es una práctica que ha existido siempre por razones multifactoriales, refiere Luis Lira, abogado y criminólogo, en concordancia con lo expresado por Bustos.

Para Lira, este “tramitador” con características muy propias del venezolano es solicitado “gracias” a que, sobre todo las instituciones públicas, son cada vez menos capaces de dar resultados inmediatos y eficaces.

“Ahora el ciudadano necesita tener Internet para gestionar muchas cosas y el bajo acceso a la conectividad lleva a que tengan que recurrir a estos personajes”, aseguró.

Oficio de cuidado

La estafa ha estado también históricamente relacionada al gestor como intermediario. Julio Rivero, estudiante del último año de Medicina, asegura que confió plenamente en un “asesor” que le ayudaría a obtener más rápido una cita para solicitar su pasaporte, en el Saime, pero no le quedó una buena experiencia.

“Un vecino me dio su número y lo contacté. El señor me cobró 10 millones de bolívares que le transferí a su cuenta y la promesa era que iba a conseguirme la cita para el pasaporte. Pasaron casi dos meses y me dijo que estaba complicado poder entrar a la página y que ya no lo iba a intentar más. No me consiguió la cita, pero tampoco me devolvió el dinero”, espetó.

Yesica Rincón, contadora pública, cuenta que también tuvo que recurrir a un “mediador” para apostillar sus documentos. “La persona que me ayudó tardó tres semanas para conseguirme la cita. Fue rápido y en poco tiempo pude terminar todo. Creo que tuve suerte porque hay personas a las que no les va bien”.

La gura del gestor, que se ha desempeñado en la tramitación de licencias de conducir, carta médica, cédula de identidad, pasaporte y registro de documentos, ha incluso mutado a otras áreas como la obtención del Carnet de la Patria, la ubicación de medicamentos que se encuentran escasos, la reconexión del servicio eléctrico y de telefonía fija y otros.

Así como ha crecido la lista de necesidades que los “asesores” son capaces de resolver, también se han inflado los costos, que llegan, por ejemplo, a siete millones de bolívares por conseguir una cita.

“Entré varias veces a la página del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) y no pude lograr una cita. Decidí contratar a un gestor y él consiguió la cita por Internet. Tuve que pagarle muy bien, pero fue lo que me dio resultado”, comenta Aura Virginia Quiñones, encargada de un restaurante marabino.

Francisco Delgado, gestor desde hace 11 años, habla desde adentro. Con esa que tiene “encantos” para convencer a los clientes, pero le atribuye la mayoría de su éxito a la eficiencia que, según él, lo caracteriza.

“Trabajo, digamos que de manera informal, pero no quebranto la ley. Solo busco vías, insisto cuando hay que hacerlo y soy perseverante para lograr lo que otros por tiempo no pueden hacer”.

Bustos y Lira reconocen que el sistema venezolano aleja al ciudadano de las vías para obtener lo que necesitan, pero recomiendan acudir directamente a las instituciones para conocer de forma directa cómo es el proceso por el que hay que pasar para obtener el documento requerido. “Hay que darle un voto de confianza a las instituciones”.

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