El diario plural del Zulia

El 61% del sueldo se va en transporte

En lo que va de mes, Ana Herrera gastó más de 20 mil bolívares en transporte público. Calcula rápidamente mientras espera el carrito de Galerías Lago Mall para ir a su trabajo en ese centro comercial.

Mensualmente gasta al menos 40 mil bolívares en los seis carritos que debe tomar para salir y regresar a su casa. Invierte el 61% del salario mínimo que ella gana como vendedora; unos 65 mil 21 bolívares.

Le quedan 25 mil para el resto de sus necesidades del mes, porque “los cestatiques son solo para comida”, asegura la joven de 23 años de edad.

Llega un chofer y advierte: “El pasaje en 400 y me voy por la avenida Universidad. Está todo trancado”. Sin pensarlo mucho, Ana asiente y se monta. Tiene que llegar a su trabajo antes del mediodía.

El próximo 1 de julio entra en vigencia el nuevo tabulador aprobado por el Instituto Municipal de Transporte Colectivo y Urbano de Maracaibo (Imtcuma), que establece el pasaje corto en carritos y buses en 300 y la ruta larga en 400 bolívares, sin embargo, los choferes desde la semana pasada comenzaron a cobrar estas tarifas.

Eso es una burla. Ahora cuando entre en vigencia el aumento no cobran 400 sino 600 bolívares”, comenta Adiel García. Espera la ruta Circunvalación 2, frente al centro comercial Galerías, una de las dos que debe tomar para ir a su trabajo. Diario paga un mil 200 bolívares o más, “depende de cómo se mueva el día para los transportistas”, afirma.

Si hay guarimbas es doble

En vista de las constantes manifestaciones que se vienen registrando en la ciudad, los choferes de tráfico duplican las tarifas o alternan las rutas para evitar barricadas y trancas.

Hasta mil bolívares cobran, dependiendo la hora y “si la calle está muy caliente”, asegura García.

Los transportistas alegan que exponen sus unidades y hasta sus vidas al trabajar cuando hay protestas en las calles de la ciudad.

“Pagamos lo que nos piden porque no nos queda más remedio. Queremos llegar a nuestras casas lo más pronto posible, pero nos están desangrando los bolsillos”, señala Rubén Flores, mientras espera el carrito o autobús de La Limpia.

Al norte de la ciudad, donde las protestas arrecian, es donde más se di culta el flujo de transporte y las tarifas se disparan. En esta zona vive Rubén, en San Jacinto, desde donde toma tres carritos para ir y tres para regresar de su trabajo en La Limpia. “El sueldo se me vuelve nada. Cuando cobro de una vez aparto lo de los pasajes y ese dinero es intocable”, sentencia.

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