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Comerciantes de La Cañada: “Nos imaginamos un Tsunami, la mercancía se mojó, tuvimos pérdida total”

En un censo realizado por las autoridades se registraron más de 90 comerciantes afectados por el colapso del techo del mercad municipal. Uno de ellos, José Delgado, de 75 años, resultó herido con traumatismos generalizados.

Aunque de a poco La Cañada recobra su normalidad, ya tienen electricidad y las calles están más despejadas de escombros, el drama de quiénes fueron víctimas de la rudeza del clima continúa. No sólo cientos de casas se vieron afectadas por las trombas, más de 90 comerciantes que hacían vida en el mercado municipal de El Rosado también lo perdieron todo.

Era un martes como cualquier otro, desde las 5:00 a.m. los arrendatarios comenzaron a llegar a sus pequeños locales, de dos metros de largo por tres de ancho –la gran mayoría sin techado−, y acomodaron sus mercancías en los rubros de calzado, ropa, papelería, víveres, plásticos, y más.

La mañana estaba fresca en el casco central de La Cañada de Urdaneta, ubicado en El Rosado, donde además del mercado municipal: que se dividía en dos grandes estructuras independientes (una para productos secos y otra para carnes), también convergen una farmacia, una confitería, una carnicería, un banco, el comando de la GNB y varias mesas de vendedores ambulantes.

El techo del mercado que colapsó el pasado martes tras el paso de las trombas en La Cañada era similar a este.

A las 11:30 a.m. todo cambiaría. “Primero llovió, escampó y volvió a apretar, ahí  vinieron las Mangueras. Una entró por la playa y la otra vino desde El Topito. Nosotros vimos todo. Estábamos aquí vendiendo. El techo voló y cayó al lado de la SAAS, encima de un carro y dos motos que estaban ahí estacionadas”, contó Vileidys, vendedora refrescos afuera del mercado.

Neil Chávez, un comprador habitual en los comercios adyacentes al mercado, relató que recién había salido de la carnicería cuando lo sorprendió el aguacero.

 

Esperé que escampara y salí para ir a casa, pero la lluvia apretó con un viento increíble. De repente el techo del mercado voló por la avenida y cayó entre la farmacia, la carnicería y la confitería. Todos corrieron para ayudar, porque pensaron que en el carro había gente atrapada, pero no había nadie. Fue desesperante”, dijo.

Lastimosamente, el señor José Delgado, de 75 años, no corrió con la misma suerte. Alguna lámina de zinc, una viga de metal o tal vez la rama de algún árbol, le impactó violentamente en uno de sus hombros y en la espalda, ocasionándole un traumatismo de consideración.

El septuagenario es comerciante del mercado municipal, en las mañanas vendía leche de vaca en la avenida principal y luego ayudaba a sus hijas en un local de ropa que tenían dentro de la estructura. Él estaba guardando su mercancía, pero salió antes que el techo se desprendiera y lo hiriera al cruzar la calle. Le enviaron a hacer estudios que son muy costosos”, aclararon sus amigos.

Obreros de la Gobernación hasta ayer en la tarde despejaban escombros en las calles de La Cañada.

Un día después del colapso del techado, los comerciantes regresaron a sus sitios de trabajo y se mantenían expectantes, y preocupados, sobre la suerte que correrán a partir de ahora.

 

Nosotros nos imaginamos un Tsunami, fue un ruido espantoso, me quedé paralizada aquí en la puerta porque miro hacia arriba y veo el techo volando y luego como una nube blanca. El techo El techo subió, cayó y después desprendió. Eso fue impresionante, horrible, lo peor”, contó Sandra Galet, una vendedora de ropa, que esperaba frente a su local por una respuesta oficial.

Recordó lo sucedido como “muy fue feo, al ver que ese techo se levantó no hallábamos dónde meternos, mi local y el de varios de mis compañeros no tienen placas, solo nos resguardaba el techo del mercado. Todo se mojó. Hubo mucha pérdida de mercancía”.

En un amasijo de hierros quedó el techado que cubría el área de productos secos del mercado municipal de La Cañada.

Dianelis Rodríguez, quien vendía calzado en el lugar, imaginó que el techo los aplastaría. “Muchos tuvimos pérdida total, mi mercancía toda se mojó y se dañó, porque así como yo muchos no teníamos techo en el local, solo las rejas y la santamaría”.

La mujer aseguró que su puesto de venta de calzados es el único sustento que tiene para su familia. “Todos los días nuestros hijos comen de lo que trabajamos acá. Llegamos a las 5:00 de la mañana y cerramos a la 1:00 de la tarde, y con las ventas del día compramos la comida”.

Por su parte, Arelis Morillo, en cuyo espacio comercializaba ropa, explicó que la municipalidad y del Gobierno regional “realizaron un censo, somos más de 90 comerciantes, entre los que trabajamos aquí adentro y los que tenían mesitas afuera. Estamos de pie, esperando una solución, por ahora dijeron que los bomberos harían una inspección para verificar la estructura”.

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