El diario plural del Zulia

Carnicería exprés

Al animal le amarraron las cuatro patas de tal manera que quedó toda su corporeidad extendida y le echaron cuchillo. Así, a sangre fría.

La vía a la Misión del Tukuko, en Machiques de Perijá, la rodean doscientas fincas. Todas con corrales, vaqueras y pastizales a medio reverdecer. El ganado que allí crían tiene dos características que lo diferencian de los animales que usan los yukpas y barís para producir su queso y leche: lo descuernan al nacer y los yerran, como en el antiguo Egipto, dos mil años antes de Cristo.

datosversionfinalLa tarde en la que un grupo de personas intentaba matar a ese animal —el del principio de esta historia— un joven que no pasaba de los 20 años pastoreaba una manada de vacas con particularidades diversas: unas tenían cuernos, otras no. Y la mayoría llevaba adherida la marca de su dueño.

Robo masivo de ganado, así lo denomina la Asociación de Ganaderos de Machiques (Gadema). En 2010, cuando el Estado declaró y ordenó la demarcación de tierras indígenas, se escucharon los primeros hurtos. El incremento de estos episodios fue progresivo. Pasaron a extraer de los potreros de fundos vecinos del Tukuko 363 vacas en una noche. O en un día.

—Extraen ilícitamente el ganado para despachar a carnicerías en Machiques y otras entidades del Zulia— advierte, cada vez que puede, Jorge Núñez, presidente de Gadema.

El animal al que acuchillaron se lo llevarán a otros municipios para venderlo. Le harán los mejores cortes y desecharán patas, cuello y esqueleto. Dejarán el costillar y la cabeza expuestos en la carretera, como símbolo de triunfo. O de impunidad.

El joven que arreaba a los animales por la carretera tomará el camino hacia el valle. Esa es la orilla del río. Caminará 20 kilómetros y llegará, montaña arriba, a Colombia. Esto sucederá así porque ese es el segundo modo de operación de quienes roban ganado. Las vacas que caminan todo ese trecho son las pesadas, las mejor alimentadas, las que aguantarían el viaje. Hacen paradas ocasionales para que beban agua del río, pero no tantas, porque deben darse prisa. El joven las incita a caminar, a veces correr. Así, transitan en línea recta la última comunidad yukpa situada al oeste de Machiques, la de Ayapaima, y llegan a territorios vecinos.

Mal momento agropecuario

En el salón de reuniones de Gadema se congrega una representación de los productores agropecuarios que conforman la asociación. Son 318 socios.

Su conversación gira en torno de un único tema.

—El 9 de mayo hubo robo masivo. Trescientas sesenta y cuatro en una noche. Entraron en Arenales, El Porvenir y Moscú— recuerda Núñez.

Luis Torres, productor agropecuario afectado, agrega: —La última que me robaron fue el miércoles. La vez anterior, hace un mes, la anterior, hace dos meses.

Y así.

Él decidió retirar todo su ganado de El Porvenir, en el sector Cuesta el padre. Dieciocho personas entraron hace quince días con revólver y escopetas. En otros fundos entran colombianos. Golpearon al personal y buscaron los  caballos para ir hasta los potreros. También robaron enseres del patio.

—Le dijeron a los trabajadores que si encontraban escondido el ganado grande, gordo, regresaría el sábado y los matarían.

Eran las 6.00 de la tarde. Extrajeron 80 vacas.

testimoniosversionfinalUna vaca bien alimentada cuesta entre 500 y 600 mil bolívares. Ese episodio le produjo al productor una pérdida de 4 millones 800 mil bolívares.

La hacienda Moscú la terminaron de vaciar. Hace dos sábados se llevaron cien animales. Amarraron al personal y lo golpearon.

A Rosario de Perijá la rodean 530 materas. Más de la mitad han sido asaltadas. Todas las semanas se reportan robos.

El personal de la hacienda Bella Vista no ha sido maltratado. Regino Meza, su dueño, no tiene registros de sucesos violentos. —El último robo de casa fue en mayo. Llegaron una noche y se la llevaron. No nos dimos cuenta porque estaban dormidos— refirió Meza.

Robaron 44 novillas preñadas. La vez anterior se llevaron cien.

De ese mismo modo ingresaron a una finca vecina y extrajeron casi 200 vacas grandes.

Una novilla preñada vale entre 350 y 400 mil bolívares. Tan solo esa vez el ganadero perdió 176.00000 bolívares. Todos quieren tirar la toalla.

La Federación de la Cuenca del  Lago (Fegalago) lleva sus cuentas: en un año, al menos, han hurtado tres mil cabezas de ganado en las fincas de la Sierra de Perijá.

De allí la caída de la producción nacional, además de otros factores. En otrora, Machiques era el máximo productor de leche del país.

Esta es la época en la que los ganaderos recuperan los potreros porque es invierno. Llueve. Hace cuatro años, había en Venezuela diez millones de hectáreas de pasto. A raíz de las sequías, existen cuatro millones y medio de hectáreas de pasto.

—¿Cómo criar ganado así—reflexionan los productores agropecuarios.

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