El diario plural del Zulia

El cáncer no vence su sueño de ser doctora

Lleva medias pantis blancas, un tutú que la hace caminar con elegancia; el vestuario era especial porque además era su cumpleaños. Pero a diferencia de sus cuatro celebraciones anteriores, Natalia debió pasarla en la sala de quimioterapia ambulatoria del Hospital de Especialidades Pediátricas. El pasado 18 de mayo fue diagnosticada con un tumor de Wilms.

Cuando toma asiento se pone un tapabocas, lo combina con su cintillo, y hace señas discretas a su madre, Gabriela, para que ella responda cada pregunta. Ya había cantado su cumpleaños y afuera llovía en señal de bendiciones. Natalia Paola Rodríguez Chacín celebró junto a su tía, su prima y su madre sus cinco años.

Toma confianza, y le pregunto sobre el Telepotazo de la Fundación Amigos del Niño con Cáncer (Fudanica), del que fue protagonista. En todas las calles de la ciudad su sonrisa efusiva alegra el alma. Su madre Gabriela estaba sorprendida de ver cómo esa niña que de más pequeña era tímida y no conversaba con nadie, es ahora la alegría donde llega.

Sin señales

El embarazo de Gabriela fue normal, Natalia nació por una cesárea sin complicaciones. Pero según los portales web que visitó su madre, el tumor Wilms nace con los niños, aunque ella nunca lo notó, aunque su pequeña tuviera la pierna izquierda más gruesa que la derecha, no lo tomó como el síntoma que años después sería el indicio de esta terrible enfermedad.

“Le vi el abultamiento un 2 de mayo, el 3 le hice los exámenes y el 4 tuvo su primera consulta. El 18 de mayo la diagnostican y la intervienen inmediatamente para retirarle el tumor que era bastante grande, pesó dos kilos”, recordó su progenitora y acotó que de aquella operación solo le queda uno de sus riñones.

El tumor se reventó en plena intervención, y desde entonces su diagnóstico es de alto riesgo.

datosversionfinalLa confianza le duró poco. Se acobija sobre los brazos de su madre y busco opciones para volver al diálogo. Le propongo hacerle las fotografías y se emociona de solo pensar que su mamá la maquillará. Es una reina.

Y así lo demuestra donde llega. Es oriunda de Los Puertos de Altagracia, ahí, en Fundanica o en cualquier parte donde llega, todos piden una foto con ella y no lo duda, sonríe, coloca sus manos como miss, y cruza sus pies como toda una señorita. Mamá la enseña, se ubica del otro lado de la fotografía y ella la imita a la perfección.

“Sí nos cambió la vida, ahora hacemos cosas que antes no, como llevarla al médico, ya no va a la escuela y eso le ha pegado, pero tiene otras amistades y hemos entendido que todo lo que pasa es por su bien y su sanación. Si pudiera hablar con Dios y él me dejara cambiar estos momentos, le diría que no, no cambio nada de lo aprendido”, expresó con firmeza.

Y es que Natalia cautiva vidas, con su mirada roba almas, y con sus carcajadas inspiras los mejores versos. Sí añora la escuela, a sus amigos, “hacer las tareítas” en su colegio ‘Ofelia Olivares’ pasaba días llenos de diversión a los que quiere volver; está convencida de que lo hará, y terminará su segundo nivel, “voy a ver a mis amigos pronto, lo sé”, expresó con firmeza.

No sabe cuánto tiempo podrá pasar, sin embargo, su madre destaca que le hicieron 15 radioterapias, como lo pedía su protocolo, y ahora está en tratamiento de quimioterapia, solo toca terminar los ciclos y no perder la fe en Dios.

Su inteligencia delata que llegará lejos. No solo sabe hacer la letra “a” o diferenciarla de la “o” corridas, al decir que una lleva el “rabito” hacía arriba y la otra hacía abajo, sino que sueña con ser doctora cuando sea grande. Lo asegura, lo afirma y además garantiza la calidad de vida de todos sus pacientes. “Ninguno va a morir”.

Su especialidad aún no la ha definido, por ahora quiere aplicar en todas las especialidades. Mientras se divierte jugando con sus muñecas y peluches a sanarlos de cualquier enfermedad que se le pueda ocurrir.

Es diferente

datosversionfinalNatalia sí tiene algo especial. No teme a las quimioterapias, no le dan miedo los doctores o enfermeros, “soy fuerte, soy valiente”, me mira fijamente y se me erizó la piel. Sabe su diagnóstico, conoce todos sus medicamentos, vigila cada uno de sus procesos médicos y además, tiene la fe intacta dentro de su noble inocencia que sanará y será grande. Yo también.

No difunde sus sueños por las redes sociales, su madre indica que no hay tiempo para eso, o está en sus prioridades enseñarle el uso de aplicaciones que no son necesarias en su niñez. No está en Instagram, ni Facebook, ni Twitter, “si se las abren bien, se las manejo pero no es nuestra prioridad

Le gusta viajar. Ama su país y reconoce todo lo bonito que él tiene. Visitar a su tío Miguel en Caracas es uno de sus mejores pasatiempos, ver las montañas, disfrutar del frío, son los mejores días para Natalia. Pero, ¿y Maracaibo y Los Puertos? Ahí no hay montañas, ni hace frío, “pero ellos también me gustan, cuando paso el Puente me gusta, y toda la gente que me llama y me abraza, Maracaibo me gusta”, expresó con picardía.

Natalia forma parte de los niños que aferran sus oraciones a Dios en la espera de su sanación, en lugar de pedir por que sus padres no descubran el desastre del cuarto, o que no comieron sus vegetales. Natalia es parte de esa larga lista de guerreros que todos los días insisten en ganarle la batalla al cáncer, y estoy segura que lo logrará y el próximo cumpleaños habrá más razones para celebrar.ahora”, señaló su madre.

 

 

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