El diario plural del Zulia

A un año de cuarentena, Venezuela se enfrenta hoy a la variante brasileña del Covid-19

Luego de 365 días, los venezolanos aún se adaptan al nuevo estilo de vida que obligó la pandemia, mientras que el ahogado sector comecial pide a las autoridades una flexibilización amplia

Hace un año, la vida de los venezolanos no volvió a ser la misma. Resulta imposible olvidar el temor sentido al enterarse de la llegada del virus que ya había causado la muerte de miles de personas en el mundo y, que días antes, fue declarado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como pandemia. El Covid-19, sin duda, marcó un antes y un después en la vida de todos.

El uso del tapabocas, el distanciamiento social y el lavado constante de las manos se volvieron normas indispensables, luego de que el 12 de marzo de 2020, el mandatario Nicolás Maduro suspendiera los vuelos con Europa y Colombia, además de reuniones, eventos y concentraciones, y decretara la “emergencia nacional permanente” porque el virus, originado en Wuhan, China, ya estaba en Latinoamérica.

Sin embargo, fue el 13 de marzo cuando el Ejecutivo confirmó los dos primeros contagios por coronavirus: dos hombres residenciados en Miranda. Ese mismo día se suspendieron las clases presenciales en todos los niveles de estudio a partir del 16 de marzo y, hasta ahora, no han reiniciado.

Ya en este punto, la ciudadanía venezolana empezaba a experimentar ansiedad por los días siguientes, pues las noticias internacionales mostraban cómo decenas de países ya vivían en confinamiento obligatorio para prevenir la propagación del SARS-CoV-2. Aquello que se veía tan lejos se convirtió en realidad cuando Maduro ordenó la “cuarentena social” en Venezuela a partir del 17 de marzo, con 33 casos de Covid-19 confirmados.

A partir de mañana (martes 17 de marzo) Venezuela entera entra en cuarentena social desde las 5:00 a. m. (…) medida drástica necesaria para la respuesta a la pandemia”, dijo hace exactamente un año. Esta cuarentena ya había entrado en vigor un día antes en Caracas, La Guaira, Miranda, Cojedes, Apure, Zulia y Táchira, pero el Mandatario tomó la decisión de ampliarla por ser “la situación más grave” que ha vivido Venezuela.

Zulia, foco de contagio

Pese al aislamiento obligatorio, la enfermedad seguía esparciéndose como pólvora. El Zulia fue uno de los estados más afectados por la llegada del Covid-19. A mediados de junio de 2020, ya era la entidad con más fallecidos del país: 15 personas habían sucumbido ante el virus, según informes gubernamentales. En diciembre, las muertes oficiales sobrepasaban las 120, y continuaba siendo la cifra más alta de la nación.

Asimismo, según reportes de la ONG Médicos Unidos Venezuela, el estado occidental es el que registra la mayor cantidad de profesionales de la salud que ha perdido la vida por el SARS-CoV-2. De los 354 trabajadores médicos fallecidos, 80 pertenecen al Zulia, aunque la mayoría de ellos nunca fueron reportados por las autoridades.

El primero en morir fue el médico epidemiólogo Samuel Viloria, exdirector del Hospital Universitario de Maracaibo y epidemiólogo del Hospital Adolfo Pons. Era trasplantado renal y diabético. Falleció el 16 de junio, según el gremio médico.

El Ejecutivo nacional, igual que el regional, atribuyó en todo momento la grave situación causada por el Covid-19 en territorio zuliano al hecho de ser un estado fronterizo con Colombia, e incluso alertó que los habitantes de la región se enfrentaban a una “nueva cepa más letal” del coronavirus proveniente del país vecino, que agravaba la condición de los pacientes en menor tiempo y aceleraba su muerte.

Pero eso no era todavía suficiente para el Zulia, un estado ya golpeado por severas fallas eléctricas y un gran déficit en los servicios públicos. El 24 de mayo de 2020, el gobernador Omar Prieto ordenó el cierre indefinido del mercado Las Pulgas, ubicado en el centro de Maracaibo, por ser el “epicentro” de contagios en la capital zuliana y el “foco de transmisión comunitaria” más grande de Venezuela.

Detectamos que el foco de contagio es en Las Pulgas y tiene que ver con la relación paramilitar, con los que llegan de Colombia, que hacen el mercado y negocios en Colombia, que hacen el cambio de la moneda en Colombia y van y vienen todas las semanas”, precisó aquel domingo en su programa Zulia Mía.

En ese momento ya se registraban más de 650 casos y decenas de muertes estuvieron relacionadas al populoso centro de compra-venta marabino, entre comerciantes y compradores.

Hoy, a un año de la cuarentena, el Zulia registra 297 contagios activos y “la curva estadística sigue en descenso”, según informó este martes el Mandatario regional. "La meta es llegar a cero".

Regreso de migrantes y colapso de hospitales

Mientras la crisis por el Covid-19 se arreciaba con el paso de los días, sobrevino otro factor que terminó siendo causante del aumento de contagios: el retorno de cientos de migrantes venezolanos de países de Latinoamérica, cuando las medidas de aislamiento les impidieron seguir trabajando en las naciones de acogida.

Contra todo pronóstico y arriesgándose a contagiarse, los connacionales aseguraban que, a pesar de los desafíos, no tendrían que pagar alquiler o los servicios públicos en Venezuela, y además se reunirían con su familia. No obstante, esta situación generó un conflicto interno, pues agravó la crisis hospitalaria por el incremento de infecciones.

De allí, surgió el miedo de los venezolanos a ser atendidos en los colapsados centros de salud públicos, o ser aislados en hoteles o brigadas especiales que habilitó el Gobierno para la atención de enfermos. Muchos prefirieron pasar la enfermedad en sus casas por las denuncias de las pésimas condiciones de los hospitales centinela y el hacinamiento en los mismos.

Mientras, las cifras oficiales parecían tener un gran subregistro. Quizá una de las razones sea que el diagnóstico inicial se hace con pruebas rápidas, que tienen muy baja sensibilidad. Las pruebas por PCR solo se procesan actualmente en nueve laboratorios. La Academia de Medicina considera que para llevar un registro más exacto de los casos, debe haber una unidad molecular en cada hospital habilitado para atender el Covid-19.

Golpe para la economía

La vida afuera, con hospitales colapsados, muertes y calles desoladas, aunado a la escasez de combustible y la paralización del transporte público, generaba angustia y ansiedad. Mientras el mundo exterior era, y sigue siendo, el lugar más arriesgado para desempeñar las actividades cotidianas, poco a poco los venezolanos se fueron acostumbrando a una vida social dentro de entorno familiar: teletrabajo, clases virtuales y hasta emprendimientos vía online.

Sin embargo, el confinamiento por la pandemia del Covid-19 representó un duro golpe para el comercio, los restaurantes, el turismo y el entretenimiento. Los cuatro sectores, importantes para el desarrollo de la economía, se desplomaron, causando el cierre de empresas. En un principio, solo estaban autorizados a laborar sectores priorizados (salud, alimentos y transporte), bajo el esquema de 7+7: siete días de cuarentena y siete días de trabajo.

Aunque paulatinamente, el Gobierno autorizó la reactivación de otros sectores económicos, según reportes de Fedecámaras Zulia, un 60 % de la industria y el 40 % del comercio de la entidad espera que las autoridades “realicen un cambio” en esta modalidad, pues en las semanas de flexibilización, se les ha permitido trabajar, máximo, hasta las 6:00 de la tarde.

No fue hasta finales de enero de este año cuando los cines reabrieron sus puertas, tras la aprobación que dio el Ejecutivo nacional para la reactivación de las salas de cine y teatros, bajo los protocolos de bioseguridad y solo en las semanas de flexibilización. También fueron reactivados los vuelos con las rutas Maiquetía – Los Roques, Porlamar – Maiquetía, Porlamar – Valencia y Porlamar – Maracaibo.

Otros vuelos nacionales que se mantienen operativos comprenden las rutas entre los aeropuertos de Maiquetía y Canaima, además de las conexiones internacionales desde y hacia República Dominicana y Panamá, México, Turquía y Bolivia.

Nuevo reto: La cepa brasileña

Cuando ya parecía que Venezuela estaba regresando a “la normalidad”, por el relajamiento de la cuarentena y la llegada de las vacunas Sputnik V y Sinopharm, el mandatario Nicolás Maduro anunció un aumento considerable de casos y la detección de la variante brasileña en el país. Para expertos epidemiólogos, este es el resultado de la libertad otorgada por las autoridades durante el asueto de carnaval.

Cuando el mundo supera 120 millones de infecciones y 2,66 millones de decesos, según la Universidad Johns Hopkins, la nación se enfrenta a este nuevo reto. Según el balance del pasado domingo, 56 personas están contagiadas con esta cepa y siete ya han muerto: tres en Caracas, tres en Miranda y uno en Apure, según el balance oficial.

Ante la situación, Maduro decretó que la semana del 15 al 21 de marzo será de “flexibilización limitada y parcial” con un cerco sanitario en la región capital, que incluirá a Caracas, La Guaira, Miranda y Bolívar, declarando emergencia en esos estados.

El foco de esperanza que nació con el plan de vacunación, iniciado el pasado 18 de febrero con el personal médico de primera línea, seguido con los maestros de la región capital, parece apagarse poco a poco.

Ahora, el principal objetivo de las autoridades sanitarias es controlar la cepa brasileña, activa en cinco entidades del país. “Aunque avancemos en el plan de vacunación, el principal factor para prevenir el virus es la conciencia del pueblo”, señaló la vicepresidenta Delcy Rodríguez.

Con 146.488 casos positivos y 1.444 fallecidos, Venezuela revive una experiencia similar al 16 de marzo de 2020. Esta vez, los ciudadanos están alerta por una nueva variante del coronavirus, con imposición de cercos sanitarios, mayor radicalización de la cuarentena y restricción de algunas actividades comerciales.

Algunos vivieron lo más duro de este año de cerca. Sufrieron la pérdida de algún familiar, estuvieron atendiendo enfermos o saliendo a trabajar en ese empleo que requería ser presencial; fue fatídico para muchos pero lleno de experiencias para otros. La vida no será la misma luego de este primer año de pandemia.

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