El diario plural del Zulia

La hora de la traición, por Hugo Cabezas

Así como en la Historia se encuentran hombres y mujeres leales, los héroes y heroínas, también existen los traidores. La traición es multiforme. Se nos presenta de distintas maneras y modos. La traición no es solo un problema moral, sino un problema ético. Quien traiciona pierde lo más hermoso y grande que tiene todo ser humano: la dignidad. El traidor cree que nadie se da cuenta de su traición. Al arrodillarse frente a sus antiguos enemigos, cree que estos lo están recibiendo con los brazos abiertos.

El traidor, por lo menos en la política, persigue un mismo objetivo: enmendar el “error” cometido. Por eso, abdica de sus creencias; reniega de sus antiguos compañeros de ruta; maldice su militancia, en partidos u organizaciones anteriores. Lo más grave es que el traidor asume un nuevo rol de pretender ser más puro, preclaro y comprometido, con su nueva organización o manera de pensar, que el militante originario de la misma. La historia de la humanidad está llena de casos de traidores. Detrás de cada líder existe la traición.

Recordemos que Sócrates, fue traicionado por sus sobrinos Ana y Melitos; Julio César, por Brutus; a Jesús de Nazareth lo traicionó Judas Iscariote. Recordemos que El Libertador, Simón Bolívar, fue traicionado por Páez y los líderes de la Cosiata; que en Colombia, lo traicionó Francisco de Paula Santander y en Ecuador, Juan José Flores. Recordemos que Antonio José de Sucre, el Gran Mariscal de Ayacucho, fue traicionado por Apolinar Morillo, Juan del Cuzco, Andrés Rodríguez y Juan Gregorio Rodríguez, quienes lo asesinaron en Berrecuos. Recordemos que Cipriano Castro fue traicionado por su compadre Juan Vicente Gómez. Recordemos que el dirigente revolucionario Alberto Lovera, fue traicionado por su antiguo camarada Luis Núñez

El Comandante Hugo Chávez no escapó a la traición. No solo a la traición política; sino a la traición de la amistad personal. Con el mayor estoicismo, superó tales deslealtades. Su profundo sentimiento humano, su corazón acorazado por su creencia cristiana, lo indujo a comprender a quienes lo hicieron, porque sabía lo grande que es el perdón.

Ahora el traicionado es el presidente obrero, Nicolás Maduro. No existe en los anales de la historia de la humanidad, mucho menos de la nuestra, un gobierno que haya sido sometido a un asedio económico, político, mediático y diplomático, tan intenso y profuso, como al que ha sido sometida la Patria de Bolívar y su Revolución Bolivariana. En él han coincidido los más variados sectores de la extrema derecha nacional e internacional. En él se han puesto en práctica las más sofisticadas y avanzadas técnicas de la comunicación, nuevas modalidades de bloqueo económico, nuevos métodos de desestabilización. Ha resucitado la diplomacia de la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto. En él se han invertido grandes sumas de dinero, proveniente de las más diversas fuentes. En él, el Departamento de Estado de los Estados Unidos y sus satélites, se lo juegan todo.

Los traidores de ahora, sin pudor y sin vergüenza voltean la cara, ante esta realidad. Ya han comenzado a des lar. Jamás debemos olvidar, que la Revolución Bolivariana fue infiltrada desde su propio génesis, por unos cuantos oportunistas y arribistas que han venido mostrando sus verdaderas raíces puntofijistas. El miedo es libre y los traidores lo asumen con rigor. Los traidores de ahora, como es natural, para justificar su traición, recurren a argumentos que ni ellos mismos se creen.

Ahora dicen que la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, para reformar la Constitución Bolivariana, que ha hecho el presidente Nicolás Maduro, es inconstitucional. Bien vale la pena recordarles que el año 2006, el Presidente Hugo Chávez, propuso la reforma de la misma. En aquel entonces, los traidores de ahora, adulantes de ayer, descargaban sus más profundas argumentaciones jurídicas para justificar su convocatoria. Mayor caradurismo y cinismo imposible. Les llegó la hora de traición, buen provecho.

 

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