El diario plural del Zulia

EE. UU., entre el desespero y la desesperanza, por Hugo Cabezas

Si en algo ha sido errática la administración Obama, ha sido, precisamente, en su política internacional. Cuando, en el mundo se esperaba que este estableciera una manera distinta, a la administración Bush, de relacionar a su país con el resto de naciones, muy por el contrario, ha pretendido profundizar la condición hegemónica del imperio. Ocho años después, la administración Obama luce naufragante en el desespero y ha llenado al pueblo norteamericano de desesperanza. Ocho años después, cuando su jefatura de gobierno entra en su ocaso, el anhelado giro en la manera de relacionarse con el mundo no lo produjo.

La retórica de Obama ha sido zigzagueante, va de un lado a otro. Se propuso derrotar a China en materia económica y no lo ha logrado; ha pretendido imponer nuevas reglas al comercio mundial, a través del Tratado de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (en inglés TTIP) y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), a través del cual se crearía un área de libre comercio conformada por 12 países ribereños del Océano Pacifico, y también fracaso. El desespero por la recuperación de la hegemonía económica lo llevó a trasgredir las normas más elementales de la globalización neoliberal, tiró al traste el: laissez faire, laissez passer (dejen hacer, dejen pasar), principio básico, fundamental, del liberalismo económico, del cual Estados Unidos pretende ser su hegemón.

En su creencia de que el poder económico lo puede todo, ha recurrido a prácticas de dominación que algunos creían superadas, incluso en desuso, como es la intromisión en los asuntos internos de otras naciones, por lo menos en lo que a América Latina se re ere. Aunque, a decir verdad, la misma nunca la abandonó. Está en su génesis como potencia imperial. Allí Obama también fracasó. Su intromisión en los asuntos internos de los países del mediano y cercano oriente, promoviendo la desestabilización de sus gobiernos o invadiéndolos militarmente, bajo el argumento de una falsa lucha contra el terrorismo y, por el establecimiento de la “democracia”, en esas naciones ha sido su más rotundo fracaso. Las lecciones de Samuel Huntington, sobre la guerra de civilizaciones, se estrellaron con la realidad del mundo islámico.

Ante estos fracasos, con el mayor desespero, Obama torció su mirada hacia nuestra región. No puede ser que nuestro eterno patio trasero también se esté emancipando de nuestra dominación. Se dijo, con voz de derrotado. Ante ello, le ordenó a los departamentos de Estado y de Defensa que trazaran una estrategia a través de la cual recuperar a América Latina y el Caribe. Hagámosle saber que lo que nos hicieron con el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) no se los perdonaremos. Recordémosle que la democracia participativa no puede ser establecida como forma de gobierno. Ratifiquémosle que la justicia social y la mentada equidad distributiva de la riqueza no puede hacerse sacrificando el capital financiero. Pero sobre todo, digámosle, sin ningún temor, que no les quede ninguna duda, que utilizaremos cualquier método, cualquier vía, para recuperar a América Latina y el Caribe. “Vayan”, les ordenó a los funcionarios de los departamentos de Estado y Defensa, “busquen a Macri, a Temer, a Cartes, y díganles que se pongan al frente de la conjura en el sur; recuérdenles a la Bachelet, a Peña Nieto y a Santos, que ha llegado la hora; que las órdenes e instrucciones las giro a través de Kirby y Kerry, que son de obligatorio cumplimiento”.

En su desespero por la desesperanza que se ha apoderado del pueblo estadounidense, el saliente Obama les giró una última orden: comiencen a buscar unos nuevos dirigentes para la MUD en Venezuela, los que están volvieron a fracasar.

Lea también
Comentarios
Cargando...