El diario plural del Zulia

Venezolanos honorables

Nuestro país ha tenido la fortuna de contar con auténticos personajes que hacen del “honor” su estandarte y tesis de vida

Muchas veces vinculado al mundo militar y a las proezas de alto riesgo, el honor es un valor humano relacionado con el cumplimiento del deber, una cualidad moral que nos conduce a actuar correctamente y a cumplir en consonancia con los integrantes de la sociedad que conformamos, por lo que “ciudadanos honorables” pueden encontrarse en todo tipo de ámbitos profesionales y de la vida.

En la opinión de Mary Vásquez, psicóloga, el honor tiene mucho que ver con tomarse en serio la palabra y las acciones propias, “la congruencia entre estos dos factores afecta el bienestar social, porque son dos constructos conectados”, asevera.

Venezuela ha concebido personajes que a lo largo de la historia han quedado a un lado por los héroes de la independencia, como El Libertador Simón Bolívar, máxima figura del compromiso y honor patriota. No obstante, en esta oportunidad recordaremos a personajes ilustres como el doctor José María Vargas, la periodista y promotora cultural María Teresa Castillo y al sargento Apascacio Mata.

El doctor Vargas

El honor es una virtud condicionada por el carácter moral de cada persona y por las normas sociales y éticas establecidas y aceptadas por la comunidad, y a pesar de las múltiples condiciones adversas presentes en los tiempos de 1810, a José María Vargas su sentido de compromiso lo condujo a convertirse en médico, científico, escritor y político en los siguientes años.

Arturo Uslar Pietri, ícono humanístico de Venezuela, contaría en las páginas de su libro Valores humanos, biografías y evocaciones: tomo IV, que frente a la precariedad del estudio de la medicina en aquel entonces, Vargas se trasladaría a Edimburgo para entregarse con genuina pasión al estudio de su profesión: “Botánica, Zoología, Química, Mineralogía. Le preocupa todo cuanto se relaciona con su ciencia, y en su ciencia se dedica a recorrer todos los campos, no solamente la cirugía y la medicina general, sino también las especialidades que entonces comenzaban a asomar, como la obstetricia, la ginecología y la histología”.

De Escocia parte a Londres, y luego a París, donde sigue su perfeccionamiento en el campo de la medicina. Esta actitud perseverante y académica cosecharía sus frutos en suelo venezolano a partir de 1825, cuando regresa y al encontrarse con el mismo panorama “teórico, anacrónico y atrasado”, en su propia casa de habitación abre un curso de anatomía y de disección.

El sentido del deber y los grandes aportes de Vargas impresionan a Bolívar, quien lo postula a la rectoría de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Desde ese cargo, cambia todos los planes de estudios, crea nuevas cátedras, reorganiza las rentas y abre la UCV a todos los venezolanos, pues para la época los pardos y los extranjeros no podían cursar estudios allí.

Al maestro Vargas le preocupó profundamente la generación de relevo en el país. Se preparó en el exterior y retornó con la convicción de servir y enseñar, prácticas características de un hombre con un concepto del deber impávido y germinador.

María Teresa Castillo

Catalogada como una mujer de acción y cultura, María Teresa Castillo fue una periodista, activista y congresista dedicada a la promoción y democratización de todas las muestras de expresión creadora. Vivió rodeada de escritores, teatreros, escultores, pintores, músicos y poetas.

Con la caída de Marcos Pérez Jiménez el 18 de enero de 1958, Castillo ocupó la presidencia del recién creado Ateneo de Caracas. Este nuevo reto en su vida legaría al país un espacio de encuentro y redescubrimiento para la reflexión y la innovación cultural.

Su casamiento con el escritor y periodista Miguel Otero Silva, cofundador de El Nacional, significó para el país un importante aporte artístico por sus vínculos con personalidades como Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Plinio Apuleyo Mendoza, entre otros, lo que se tradujo en un crecimiento en la cultura venezolana.

En otras aceras se convirtió en la primera mujer privada de libertad por política en el gobierno de Eleazar López Contreras. Entre sus varias acciones diplomáticas, integró el Comité Internacional para el Premio Mundial de la Cultura de la Unesco, fue miembro del Comité Asesor para la Celebración del V Centenario del Descubrimiento de América, solo por mencionar algunos. Además, diputada del Congreso de la República y destacó como la primera presidenta de la Comisión Permanente de Cultura de la Cámara de Diputados hasta 1992.

Castillo recibió un total de 30 condecoraciones, máxima muestra de honor por una ardua labor cultural que no se limitó al diarismo al que tanto tiempo dedicó como periodista, sino también en la consagración de una Venezuela abierta a todas las representaciones creativas.

Apascacio Mata

En la memoria colectiva de Caracas destaca un policía honrado de la extinta Policía Metropolitana, el sargento mayor Apascacio Mata, quien durante los años 1964 y 1996 impartió orden y exigió el cumplimiento de las leyes a toda persona que circulara por los cuadrantes bajo su supervisión.

Cada mañana en la esquina de Sociedad del centro de la ciudad, el oficial Mata no permitió que conductor alguno violara las leyes de tránsito, y velaba porque los transeúntes cruzaran por el camino de cebra, como debe ser.

Nadie se libraba de sus multas y llamados de atención en la esquina, ni el entonces presidente de la República, Luis Herrera Campins, quien fue regañado por Apascacio cuando su caravana de escoltas intentó saltarse la señal de alto. Una semana después, recibió un sobre con una invitación a almorzar en el Palacio de Miraflores con el Presidente de la República.

Su desempeño apegado al respeto y los buenos modales le valieron una invitación por parte del presidente estadounidense Jimmy Carter para que dictara charlas sobre conducta y estrategia policial en la Casa Blanca.

Oriundo del pueblo de Panaquire en el estado Miranda, Apascacio Mata fue un ejemplo de honor, deber y compromiso, virtudes que siempre deben preceder a los funcionarios, garantes del cabal cumplimiento de los estatus sociales que permiten una sana convivencia en nuestra sociedad.

Seamos personas de conductas virtuosas. Promovamos la buena actitud en pro de la construcción de una ciudadanía; una a la que siempre será todo un honor pertenecer.

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