El diario plural del Zulia

La inventiva de una segunda oportunidad

Proyecto Nala es un voluntariado que ayuda a los animales con discapacidad a recuperar su salud y movilidad

Nala es una perra de seis meses que apareció en Guarenas, estado Miranda, con un aspecto esquelético y el hueso expuesto de una de sus patas traseras. El caso se supo por las redes sociales y los mensajes de lamento y compasión no faltaron. No obstante, la perra aún seguía en situación de calle, cada vez más débil y con pocas esperanzas de vida, cuenta Ana González, fundadora de este voluntariado independiente (como a ella le gusta llamarlo) y antigua peluquera canina.

Pasaron unos días, Lorena Ponte, una amiga, le propuso rescatar a Nala y ambas acordaron el 11 de noviembre de 2011 sacarla de las calles. Su recuperación tardó, pero el caso se documentó y los cibernautas podían ver cómo aquella perrita delgada y enferma iba recuperándose de su estadía en las calles y de la miasis (enfermedad parasitaria producida por larvas de insectos). Así que, con ayuda de muchos de ellos, pudieron recaudar los fondos que finalmente salvarían la vida de Nala, quien perdió sus patas traseras, pero no su alegría.

Para González, el Proyecto Nala es “la unión de fuerzas entre la comunidad virtual, que puede apoyar desde cualquier parte del mundo para conquistar metas alcanzables”.

Ante esto, nadie puede decir que no es ingenioso; desde el momento en el que somos capaces de elaborar un plato rico con pocos ingredientes hasta cuando creamos un sistema de riego casero es prueba de que acudimos a este valor.

Ser ingenioso se relaciona con la habilidad de solucionar algún problema cuando pareciera que fuese imposible. Ser ingeniosos es una opción de vida en la que se elige crear puentes y túneles para dar con aquello que nos aqueja o, simplemente, permanece estático. Así lo sustenta el Diccionario de la Real Academia Española: “(el ingenio) es la facultad del ser humano para discurrir o inventar con prontitud y facilidad”.

El ingenio incluyente

Nunca sabemos hasta dónde un valor, como el ingenio, puede repercutir en la vida de un ser vivo. Cuando la habilidad, la inteligencia y la buena intención se unen, muchas historias pueden cambiar. Para reafirmar esa premisa, González menciona una cita del célebre productor, guionista, director y animador Walt Disney, quien expresó que “la creatividad amplía todos los límites”.

Hacer una silla de ruedas contando con los materiales, los conocimientos y alguna destreza manual, desde la perspectiva de González puede ser una tarea fácil. “Yo creé un tutorial para que cualquier persona en el mundo tuviera acceso a esta herramienta que mejora la calidad de vida de mascotas y dueños; una silla de marca puede costar alrededor de 700 dólares, de esta manera, pasa de ser un lujo a ser un derecho”. El costo disminuye hasta menos de 20 dólares.

Si en las redes sociales leemos las etiquetas #NoALaEutanasiaPorDiscapacidad y #NoALaEutanasiaSocial debemos saber que son dos banderas del Proyecto Nala, quienes consideran que todos los seres vivos merecen, precisamente, conservar su vida. “Es bonito ver que tras ocho años de trabajo, cada día se ven más perros con discapacidad formando parte de la familia y que cuando una persona se angustia al ver a su animal postrado dicen con actitud triunfadora que no hay por qué dormir a un animal por tener una condición, que hay que ser incluyente; porque, si la sociedad pudiera, las personas o animales que no cumplan con algunos parámetros que algunos consideran normales, simplemente se los borrarían del mapa”.

Con mucha convicción, la fundadora de este voluntariado considera que los animales son sinónimos de resiliencia y junto con las personas con discapacidad, ellos luchan a diario por “encajar en una sociedad que ve debilidad de forma equivocada, cuando más bien hay un gran guerrero de gran sabiduría”.

Los videos que sube el Proyecto Nala en YouTube tiene como fin educar y contestar interrogantes que solo la experiencia permite comprender y, de acuerdo con González, antes los veterinarios solo decían “hay que dormirlos”; la nueva generación de médicos veterinarios dicen “no”. Y allí se ve el resultado, con una nueva actitud de los especialistas y en aquellos que hacen una silla de ruedas con sus manos gracias a sus tutoriales, pues “ese animal y su dueño también son embajadores”.

Proyecto Nala es una manada integrada por varios animales con discapacidad y, con permiso de Nala, hay uno que se destaca por su carisma, tamaño  y  habilidades: Catire, un perro amarillo y bípedo (con dos patas), nativo de Cabimas, estado Zulia.

De acuerdo con toda la manada, este zuliano es muy sociable, camina erguido en dos patas, sube escaleras y juega al fútbol con su silla de ruedas, dispuesto siempre a que alguien lance una pelota para iniciar el juego. Es un can que no conoce límites.

Las anécdotas son miles y esto gracias a la benevolencia de muchas personas y su ingenio para enviar un mensaje positivo y fuerte a la sociedad. Apoyar a Proyecto Nala es sencillo: pese a no estar abiertos al público, Ana vive en una casa prestada con 45 animales para mantener. Por eso, síganlos en las redes sociales (@proyectonala), apoyen y difundan. Para quienes estén fuera de Venezuela y quieran ayudar, pueden usar la plataforma PayPal: ariannacalcaterra@gmail.com o Bank of America: [email protected]. Su correo electrónico es: [email protected].

Lea también
Comentarios
Cargando...