El diario plural del Zulia

Disciplina, el valor de formación constante

Una docente, con casi cuarenta años en la educación, ha dedicado su vida a la enseñanza y la disciplina, cuyos valores se convierten en una fórmula de éxito.

Cuando escuchamos la palabra ‘disciplina’ pareciera que no hubiese una relación más obvia que su vinculación con el deporte. Una de las razones quizá puede estar relacionada con la asignación de esta palabra a los diferentes tipos de actividades deportivas, sin embargo, la deducción principal nos conduce a un terreno más obvio: el de la constancia y perseverancia que se debe tener para lograr un lugar en las competiciones donde están en juego las medallas, las copas, los diplomas, los lugares en los ranking, los récords y, sobre todo, el orgullo;  el premio mayor después de tanta disciplina.

 

No obstante, el deporte es apenas una de las tantas actividades que realizan los humanos en la que se practica este valor. La educación, por ejemplo, prevalece como una de las acciones que se necesita “para mantener el orden y la subordinación entre los miembros de un cuerpo o una colectividad en una profesión o en una determinada colectividad”, según aducen los diccionarios de la lengua española.

 

Un búmeran llamado conocimiento

 

No es un campo deportivo, pero ahí también se han librado decenas de encuentros. El lugar es la oficina de Ángela Bravo, docente, que ahora pertenece a la coordinación encargada, precisamente, de monitorear y fomentar la disciplina entre la comunidad estudiantil y docente de la Unidad Educativa Privada Instituto Latino, de Maracaibo.

 

A punto de cumplir cuatro décadas en la educación, Ángela siente que no es casualidad que esté ejerciendo su profesión en una coordinación que vele por el comportamiento correcto de todo el personal de esa institución, incluyéndose.

 

“En mi familia solo había una prima hermana que era docente, pero a mí me gustó esta carrera mucho antes, por convicción y vocación. Desde pequeña me sentí atraída por todo lo que implica la enseñanza y, a partir de ese momento, he hecho lo que más me gusta”, comparte.

 

Va y viene, es un feedback; educar es de esas tareas que le han dejado un recordatorio en los títulos universitarios y/o en los carnés de trabajo de aquellos a los que alguna vez impartió clases, cuando apenas eran unos niños seis años y tenían como única preocupación hacer sumas de más de dos dígitos.

 

Trabas para enseñar

 

El presidente de la Asociación Nacional de Institutos Educativos Privados (Andiep) y presidente de consenso educativo, Fausto Romeo, precisó hace algunos días que desde enero hay una diáspora de docentes en Venezuela. Las razonas son tan palpables como la crisis misma: salarios insuficientes, la escasez de papel moneda, fallas en los servicios básicos y un transporte público insuficiente. Mientras, aquellos que continúan en el país deciden irse a otros trabajos que impliquen menos gastos y esfuerzos. Los que quedan ponen a prueba dos valores: su vocación y sus ganas de surgir; ambos estrechamente compaginados con la disciplina que amerita tomar esa decisión.

 

¿Qué tan difícil puede llegar a ser vivir/sobrevivir con disciplina en estos tiempos?, surge la pregunta ante alguien que ha visto la evolución del sistema educativo venezolano y ahora evalúa al actual.

 

Ángela piensa algunos segundos antes de dar una opinión, en la que ella puede ser su propio ejemplo: “Yo comencé en otra época, esa en la que los profesores podían tener buenos salarios y cuando los representantes eran aliados de los docentes (y de la educación de sus hijos), pero ahora la vida es más complicada, agitada; hemos visto a profesores que han llegado tarde porque se han venido de sus casas caminando o, inclusive, muchos vienen sin desayunar porque prefieren que sus hijos coman”. No obstante, la docente recuerda que, así como cuando se pierde por veinte puntos de diferencia en los juegos de básquet o por siete goles en el fútbol, la disciplina es un elemento diferenciador  entre las personas que son profesionales y responsables (donde se encuentren); los que no pueden darse por vencidos ante lo que les toque enfrentar.

 

Por otra parte, Juan Mantovani, reconocido educador argentino, expresó alguna vez que “la disciplina es, ante todo, un proceso educativo y un resultado de la educación”, cuya intención va direccionada hacia la voluntad.

 

Con esta última palabra como punto de partida, Ángela sabe de antemano cómo puede cumplirse con todo y todos. Trabajó por varias décadas entre la educación pública y privada y ajustó los horarios para estar puntual en su vida profesional y personal. Estos hábitos fueron la clave para no entorpecer su proceso de crecimiento como una de las docentes más queridas de su institución, a la que sus propios colegas esperan con ansias que se le reconozca un trabajo que no se ve en olimpiadas o campeonatos mundiales, sino más bien dentro de nosotros: quienes alguna vez pasamos por las manos de docentes que nos enseñaron a llegar temprano, sin sudor y con la camisa por dentro, porque, primeramente, “debemos ser responsables, asumir nuestros compromisos y luego enseñar”, cierra la docente; porque enseñar vale mucho y no debe devaluarse ni monetariamente.

 

 

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