El diario plural del Zulia

Leonard Zelig: “Nunca me he sentido discriminado por ser latino”

Esta segunda producción del director criollo representó a Ecuador en la última edición de los Premios Goya. La película es una coproducción entre Venezuela, Estados Unidos y Ecuador

¿Qué harías si te enteras que padeces de cáncer terminal? En el caso de Rubén, él apuesta a aprovechar cada segundo de su vida y a elegir una “muerte digna”.

Aunque este filme ha desatado la polémica por ser considerado una apología a la eutanasia, su creador, Leonard Zelig lo considera “un canto a la vida”.

Así es que su segunda producción ha dado la vuelta al mundo y mucho de qué hablar, logrando figurar en la lista de candidatos a la nominación de la reciente edición de los Premios Goya.

—¿Cómo nace su película?

—De la necesidad de contar una historia relevante. Pero no cualquier historia, sino una que generara reflexión acerca de un tema que debería ser tratado de una forma más natural.

—Translúcido fue la segunda producción ecuatoriana candidata a la nominación como Mejor Película Iberoamericana en 32 años. Sin embargo, pudo haber sido 100 % venezolana

—En principio era igual una coproducción entre Venezuela, Ecuador y Estados Unidos, teniendo a nuestro país como productor principal. Desafortunadamente, después de la devaluación de enero de 2015, se nos hizo mucho más beneficioso, económicamente, que Ecuador fuese productor  mayoritario.

—Con la candidatura a la nominación de los Premios Goya, ¿se sintió ganador?

—Me sentí sorprendido cuando la Academia de Ecuador, de forma unánime, eligió a Translúcido para representar a Ecuador en los Goya. Yo estaba convencido que mandarían a Sin muertos no hay carnaval del gran Sebastián Cordero.

—Su cine independiente no puede igualar el presupuesto de otras propuestas de América Latina. ¿Fue esto una desventaja?

—Es cierto, pero yo apuesto al cuento. Soy fiel creyente que una buena historia, bien actuada y bien dirigida, puede llegarle al espectador de una forma íntima y cercana.

—¿Se ha sentido discriminado por ser latinoamericano?

—Nunca me he sentido discriminado por ser latino. Eso me hace sentir privilegiado porque la discriminación, el racismo y la xenofobia son problemas profundos en la sociedad estadounidense.

—¿Este podría ser su renacimiento como director?

—Mi carrera como realizador de cine comenzó en NYC. Yo me mudé porque quería vivir en diversidad. Así que respondiendo a la pregunta: sí, definitivamente este es un renacimiento.

—Los personajes fuman marihuana, hacen el amor y planean el suicidio, ¿podría ser considerado una apología la eutanasia?

— No sería una percepción errónea. La película está contada para que el espectador la perciba de acuerdo a sus vivencias. La gente la ve como un canto a la vida. Mi postura como director es generar una conversación acerca de tener la opción a una muerte digna, especialmente en un caso como el de Rubén, nuestro personaje.

—¿Por qué pensó en Roberto Manrique para protagonizar?

—Al principio, la idea de tener a Roberto, en un papel de reparto, era poder abrirnos camino hacia otro mercado: el ecuatoriano. Cuando decidimos que Ecuador iba a ser el productor principal, pues le dimos el protagónico y además se convirtió en productor. Eso redimensionó todo.

—¿Cómo podría definir el toque criollo de Marisa Román?

—Marisa le imprime fuerza a cualquier proyecto que asume. Su papel como Federica no fue la excepción. Lo interesante es que en ese momento ella estaba estudiando con una maestra de actores muy buena, así que tenía la técnica fresca. A mi juicio, este es uno de los mejores trabajos de Marisa.

—¿Qué le hace falta al cine venezolano?

—Absolutamente nada. El cine venezolano despegó hace rato. Claro, nos fuese muchísimo mejor si la situación país fuese más llevadera.

—¿Es la situación país un obstáculo para los cineastas?

—¡Por supuesto! En la actualidad se le debe mucho dinero al programa Ibermedia, por mencionar uno de los graves problemas. Nuestra participación para futuros acuerdos de coproducción pende de un hilo en ese programa. Si nos quedamos sin acceso a Ibermedia, los conflictos para financiar un proyecto crecerían de forma vertiginosa.

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