El diario plural del Zulia

Maracaibo Ideal

Imagina la rutina de ir al trabajo, al banco, a clases... incluso a un parque, para distraerte un poco. Ahora, inténtalo, pero llegando a todos los lugares en bicicleta. Difícil, ¿no? Pero ¿por qué?

Los brazos de Andrés Viloria, apoyados en un manubrio, indican la práctica regular de ejercicios aeróbicos. Mantiene un bolso deportivo consigo permanentemente, en el que transporta todo lo necesario para cuidarse del sudor que causa el clima de la ciudad y los problemas de piel por la exposición continua al sol. Es profesor de natación y ciclista urbano.

Estructuralmente, las principales ciudades del mundo son cada vez más incluyentes. Según sus modelos de vida —mucho más humanizados—, tienen normas y modos de vivir en comunión entre todos los ciudadanos, aunque el ritmo de la urbe forme diferentes personalidades.

Maracaibo se define como ciudad al cumplir con los estatutos que para ello se requiere, pero ¿habrá ciudadanos en ella?

Para una relación estable ciudad-humano, se reformaron normas como la Ley de Tránsito Terrestre en 1998, dirigida a peatones, automóviles y bicicletas, pero, en esta ciudad de 488 años, solo se le ha aplicado esta ley a los caminantes y los automotores, obligando a las personas que usan bicicletas a ser visibilizadas como una minoría; incluirlos hoy en día es tan complicado —burocráticamente—como rehacer la ciudad. Aunque no imposible.

Sedentarismo social

Según el psicólogo Reinaldo Gutiérrez, la falta de unificación de los ciclistas con el tránsito automotor en las vías incide en una falta de integración del velocípedo en el modelo educativo, formando un sedentarismo social en el inconsciente de las personas. Esto hace que las pequeñas masas que han vivido usando este modelo de transporte sufran a diario por problemas como dónde dejar la bicicleta mientras entran al banco, al centro comercial o a la misma universidad.

No solo en Maracaibo existe esta exclusión, sino en toda Venezuela; incluso, en varios países latinoamericanos. Esto se debe a la falta de cumplimiento de las normas de convivencia como consecuencia de la ausencia de formación ciudadana, un macro problema que, según el sociólogo Leoncio Pinto, necesita la intervención de dos campañas sociales: una de forma educativa y mediatizada, y otra en el establecimiento de controles y penalización a todos aquellos que irrumpan las reglas.

Mientras tanto, cuando el bicicletero Andrés Viloria enseña a los niños a nadar, hace su aporte formando el carácter de cada uno con la constancia, el valor y la fuerza como parte de sus ideales, instándolos a respetar las reglas y a integrarse armónicamente en la piscina. Y en los distintos escenarios.

Muchos de estos bicicleteros viven también otro tipo de experiencias, desde darle la vuelta al país en dos ruedas hasta graves accidentes de tránsito. Elio Guillén, especialista en geomarketing, maneja bicicleta desde el 2012; ha recorrido casi toda Venezuela y gran parte de Colombia pedaleando hasta el cansancio. Forma parte del grupo Ciclovías Maracaibo, con 5 años de existencia y más de cincuenta integrantes, siempre activos en velocípedos por toda ciudad.

Esta organización de ciclismo urbano busca concientizar a las personas para que consideren al ciclismo un estilo de vida. Este grupo emprende actividades como «El Mes de la Bicicleta», en cooperación con el resto de las ciudades del país, puesto que no existe en Venezuela un día de ciclismo urbano. «Apoyamos la revitalización de Maracaibo a través de una nueva cultura ciudadana enmarcada en la movilidad sin emisiones y la humanización de los espacios», alega Guillén.

Comúnmente manejan dos tipos de reuniones denominadas Masa crítica y Ñapa; la primera consiste en reunir a todos los integrantes haciendo un recorrido kilométrico una vez al mes; mientras que Ñapa es una reunión semanal con recorridos más cortos en consideración de los nuevos integrantes, ya sean infantes, adultos o jóvenes con procesos físicos de adaptación.

Movilidad civil organizada

Ángel López, integrante de Ciclovías Maracaibo y formado en movilidad y transporte urbano sostenible, afirma que la inclusión de los ciclistas en las vías debe formar parte de proyectos integrales de movilidad, más allá de la planificación urbana, con una visión completa de la problemática social. Asegura que los centros de formación académica no educan profesionales para estas tareas y que la estructura idónea para una sociedad civil organizada es de forma horizontal, donde los líderes no den cause a las masas, sino que la masa sea consciente de su papel como sociedad y cumpla objetivos por un bien colectivo.

Ser ciudadano se remite a tener derechos y deberes que solidifican la armonía vivencial; el rompimiento de una de estos dos conceptos genera disturbios sociales, haciendo uno más grande que el otro y teniendo como consecuencia la violación de ambos. Se requiere, entonces, una participación activa de los residentes de todos los sectores sociales y su exigencia a todos los organismos competentes para atender una necesidad colectiva, como las iniciativas de Ciclovías Maracaibo y los pequeños aportes como los de Andrés Viloria para promover la unión en la piscina, en las vías y en la ciudadanía.

 


El  presente reportaje pertenece a la vigesimonovena edición de la revista cultural Tinta Libre, publicada el 15 de septiembre de 2017.

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