El diario plural del Zulia

Las letras de Adelso Yánez Leal

El escritor visitó Venezuela y conversó con Tinta Libre. Describe su último libro, Relaciones de poder en la literatura latinoamericana: muerte, sexualidad, racismo y violencia: siglos XX y XXI. Se siente un «exiliado obligado».

Él vive de lo que estudió. Fuera de Venezuela.

Con la distinción Cum Laude en Letras hispánicas, mención Investigación y Crítica se graduó Adelso Yánez Leal en la Universidad del Zulia (LUZ). No aspiró cargo alguno dentro del Alma Mater. Tenía claro su propósito: titularse en universidades anglosajonas. «Son las credenciales con mayor peso, con mayor valor mundialmente en el campo de las letras», asegura el escritor, quien hace 22 años se fue a estudiar en Québec (Canadá) y ya tiene la mitad de ese tiempo en Otago (Nueva Zelanda), donde da clases en la Universidad que lleva el mismo nombre de la ciudad en la maestría de Literatura Latinoamericana y del Caribe.

Yánez estuvo tres semanas en Maracaibo y conversó con Tinta Libre.

«Estudié literatura con una pasión enorme», dice, sonriendo y con la mirada hacia arriba, evocando ese tiempo. «Y la practico con una pasión enorme».

La literatura costumbrista que leyó en bachillerato lo motivó a interesarse por la historia de Venezuela y la latinoamericana, sus personajes y ambientes: «Estos textos describen los cánones sociales: cómo es el ciudadano y cómo ha sido su comportamiento en distintos contextos, en tiempo y espacio».

Para su último libro Relaciones de poder en la literatura latinoamericana: muerte, sexualidad, racismo y violencia: siglos XX y XXI (2013) seleccionó un cuerpo de textos literarios, publicados entre la década de los 80 y la primera de los 2000, porque cómo él mismo lo escribe en el Prólogo: «son espacios comunes donde se representan conflictos sobre el tránsito humano, la problemática de la diversidad así como de género, polarizaciones ideológicas y raciales, y finalmente se escenifican residuos coloniales que dan cuenta de las relaciones de poder».

En Santa Evita (1995), de Tomás Eloy Martínez; El duelo por Miguel Pruneda (2002), de David Toscana; y El Rastro (2002), de David Glantz escudriñó el comportamiento de los personajes en los velorios, entierros, lutos y la necrofilia. «Siempre me ha llamado la atención todos los eventos que circundan la muerte. En esos ellos la gente, sea cual sea su nivel económico o social, se maneja igual: banaliza, mercantiza la muerte, la hacen un melodrama y un fetiche; hasta incluso, como en el caso de Evita, la politizaron para mover masas», afirma Yánez.

La pugna de poder entre las figuras del macho y la hembra, los tabúes que aún se manejan con la diversidad sexual y la discriminación como consecuencia los argumenta, analizando las voces narrativas de Fernando Vallejo, en La virgen de los sicarios (1994); de Efraím Medina, en Sexualidad de la Pantera Rosa (2004).

La belleza, según los estándares sociales, Yánez la percibe como un modo de esclavitud y violencia. «Ata, y maltrata, y excluye, y hasta mata». En los últimos capítulos de esta radiografía del latinoamericano de finales y principio de siglos, desdibuja a los actores de Señorita México (1993), El orgasmógrafo (2001) y Fruta verde (2006).

Basado en El entierro de Cortijo (1983), de Edgardo Rodríguez Juliá; en Pobre negro (1937), de Rómulo Gallegos; y en Cumboto (1950), de Ramón Díaz Sánchez; el crítico y escritor saladillero hace ver que la discriminación, consecuencia de la colonización española, sigue siendo una práctica marcada. «En Venezuela, por ejemplo, decimos que no somos racistas. Decímos que somos café con leche… pero más leche que café. ¿Entonces?».

En Conducir un tráiler (2008), de Rogelio Guedea, se basó para redondear el análisis de los cuatro elementos -muerte, sexualidad, racismo y violencia- en el último capítulo - el 11-, visibilizando la dinámica de estos en la sociedad. Además, se comprueba la hipótesis de la que partió Yánez: «Esos textos que tienen una actitud dialógica, es decir los personajes están en el mismo nivel narrativo, discursivo, psicológico».

De Venezuela

Yánez vuelve a Venezuela e julio del próximo año. Esa será su vista 34 al país, luego de que emigró. La migración es una realidad que le llama la atención, porque «antes la gente no planificaba irse, muy poca gente se iba de Venezuela; por el contrario, Venezuela era un país receptor. Y ese es un tema que está muy marcado en la literatura venezolana contemporánea que es muy oral y habla del corazón del venezolano». Recuerda Liubliana, la novela del caraqueño Eduardo Sánchez Rugeles, donde se retrata la Caracas de fin de siglo y el afán de sus personajes por exiliarse.

—¿Qué es para vos el exilio?

Suspira y baja la cabeza.

—Me exilié obligado, porque quería cumplir mis metas. Sueño a distancia con mi país. A mí me traen para acá los afectos… y el Caribe.

 

Relaciones de poder en la literatura latinoamericana: muerte, sexualidad, racismo y violencia: siglos XX y XXI y El recurso de la sátira: en la literatura costumbrista de Venezuela, ambas obras de Adelso Yánez Leal, están a la venta en Amazon.

 

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La presente entrevista pertenece a la decimoprimera edición de la revista cultural Tinta Libre, publicada el 25 de noviembre de 2016.

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