El diario plural del Zulia

El amanecer «del Lía»

Hace casi 25 años que el CAMLB abrió sus puertas para el maracaibero y todos aquellos que pasaran por el malecón de esta ciudad. Un 4 de noviembre, Maracaibo amaneció distinto, porque una estructura azul a orillas del lago miraba frente al Caribe, como la mejor embajadora de «la hija del catire»

La noche no es sinónimo de frío y Maracaibo es prueba de ello. Cuando se acercaba el día en el que los zulianos verían las puertas abiertas del Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez, el aire acondicionado fue la preocupación de los cómplices que se unieron para concretar una propuesta visionaria de la artista Lía Bermúdez: la creación de un espacio plural donde las artes pudiesen converger naturalmente con la gente.

Desde luego, pese a que durante tres días el sueño nocturno fue una opción desechada por Régulo Pachano y Nemesio Montiel —cofundadores— el resultado superó sus expectativas y, afortunadamente, aún esa labor es palpable: solo basta con ir al centro, entrar «al Lía» para respirar ese aire frío, mientras nuestros poros se cierran y nuestros sentidos más sublimes se abren.
Antes «del Lía»

El CAMLB está por cumplir 25 años y Régulo Pachano, expresidente de la institución, cuenta con 27 años y 5 meses junto a un proyecto que a finales de los 80 y principios de los 90 parecía muy ambicioso. Que él tenga más tiempo que su fundación no es un error matemático, pues la gestación «del Lía» cuenta como los años más importantes en la cristalización de un sueño de la artista caraqueña, y adoptada por esta tierra, Lía Bermúdez.

Antes de que el antropólogo, docente y secretario de Cultura de aquel entonces, Nemesio Montiel, durmiese en CAMLB para cerciorarse de que nada fallara cuando cortaran el listón de apertura y un Régulo Pachano barría con esmero las instalaciones junto con otros compañeros, esos 3 mil 258 m2 ya eran un patrimonio del zuliano.

Todo empezó cuando la «ciudad de los comienzos» se modernizaba al ritmo del siglo XIX; la era de la industrialización mundial. Maracaibo —la primera ciudad de Venezuela en tener electricidad, teléfono, la proyección de una película...— tenía muchos planes que más tarde se concretarían a su manera. En 1816, cuando era una provincia, Pedro González Villa —gobernador español, apodado «el justiciero»— creó una manera productiva de castigar a los maleantes, la cual consistió en obligarlos a trabajar en un espacio que sirviera como mercado, el primero en su clase, llamado «Ventorrillos». «El Lía» se levantaría ahí un siglo después.

El 29 de marzo de 1886, con algunos cambios en el mercado, un bachiller de nombre Manuel S. Soto fue el autor de una estructura que serviría como el centro de negocios de la ciudad, denominado «Nuevo Mercado».

Candela en el Centro

Cenizas. Eso fue lo que quedó del fuego cuando arrasó con aquel gran mercado, el 21 de junio de 1927. La impotencia y la desesperanza fue el resto. El siglo XX no parecía prometedor ante semejante tragedia, causada por un aparente cortocircuito. Fueron 41 años devastados en un día.

La verdad, así como los acontecimientos del siglo pasado podían ser tan transitorios, la restauración del «Mercado Principal de Maracaibo» pudo superar el suceso del 21 de junio rápidamente. Esa vez, el edificio rectangular tuvo una reapertura cuatro años después.

Pese a esa pronta recuperación, el tiempo abrasó con el famoso mercado, junto con una población en ascenso y un tumulto de comerciantes informales que se apostaban a su alrededor. De nuevo, 41 años duró aquella iniciativa que no logró cumplir sus objetivos siquiera en cien años.

El arte como patrimonio

Lía Bermúdez o «la gran maestra Lía Bermúdez», como prefiere llamarla Montiel, siempre ha sido una enamorada del Lago y, por eso, tuvo la intención de hacer algo por él. Cuando el mercado solo era un esqueleto, Lía insistía en crear un centro de arte. Así pues, con ella trabajaron amantes de la cultura y el arte de Maracaibo —como Régulo Pachano, Ángel Lombardi, Nemesio Montiel, José Antonio Abreu (fundador del Sistema Nacional de Coros y Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela y director del Consejo Nacional de Cultura en esos días), entre otros— quienes articularon una propuesta sólida y madurada por varios años ante los entes regionales, encabezados por el gobernador Oswaldo Álvarez Paz y, como presidente de la nación, Carlos Andrés Pérez (CAP).

El día se acercaba. Maracaibo, la pionera, tendría un centro de arte a orillas del Lago. Régulo Pachano recuerda la anécdota del momento en el que Lía Bermúdez fue a buscar el dinero en Caracas. CAP le entregó el cheque «con la confianza más grande, como si estuviera entregándole cualquier cosa, porque pienso que todos sabíamos quién era Lía. Sabemos que es alguien comprometida con la cultura del país», confiesa.

Para Oswaldo Álvarez Paz, el trabajo titánico detrás «del Lía» es bueno recapitularlo, además, resalta la idea de escoger el nombre de una persona viva para los lugares que se inauguraran durante su gestión, pues considera que ellos «deberían tener dolientes».

La editora del libro homónimo al CAMLB, Janett Olier, sugiere: «(El CAMLB) mantiene su objetivo fundamental de desarrollar proyectos de investigación, preservación y difusión de nuestro patrimonio cultural y natural (…) cumple con la misión de conectar el futuro con el pasado y velar, desde la orilla donde recibe la luz del sol y la proyecta, por la conservación del lago de Maracaibo, su fiel amigo y secreto interlocutor». El museo conserva casi todas las características arquitectónicas iniciales, de cuando era un mercado, pues —de esa identidad tan distinta a la de ahora— el esbozo, siempre abierto a todos, y una estructura metálica concretaron un proyecto que se superó a sí mismo.

Volver al futuro

«Es una expresión genuina de la zulianidad», mantiene Montiel desde aquel día en el que todos entraban «al Lía» por primera vez. Una frase que acuña junto con su amigo Régulo. Para ambos, el CAMLB es una institución que nace de la voluntad, con políticas independientes y de una cultura integradora, en el que todos somos parte.

«Lía Bermúdez», la identidad de la artista que luchó por un nuevo museo en la ciudad, concedió su nombre más tarde al CAM. Fue escogido por todos y a Lía solo le quedó agradecer y aportar su arte en compañía de más de cien artistas durante la inauguración.

Llegó el día. El discurso de Nemesio Montiel intuyó la proliferación del arte regional democratizado y concentrado en pleno malecón:

 

«El CAMLB será una referencia extraordinaria en el Zulia y el occidente del país. Se universaliza el quehacer cultural de todos los hombres y mujeres de nuestro país a través del Centro de Arte que hoy estamos inaugurando con mucho orgullo, alegría y satisfacción. Será un ícono de Maracaibo para todos los tiempos y espacio para reafirmar la dignidad del zuliano (…) Será un escenario para todas las expresiones de la cultura, el arte, la ciencia, educación, la tecnología y todo lo que sea bueno y civilizatorio para nuestra gente. Será plural, intercultural, diverso, inclusivo, antropológico, democrático y donde tendrá cabida desde la cultura popular hasta las llamadas ‘bellas artes’. Un ente cultural que no debe servir a intereses personales, grupales, élites y menos político-partidistas (…)».
4 de noviembre de 1993

 

 


 

 

El  presente reportaje pertenece a la 40.a  edición especial de la revista cultural Tinta Libre, publicada el 25 de mayo de 2018.

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