El diario plural del Zulia

Lo asesinan y arrojan dentro de un pozo séptico

Dentro de un pozo séptico de nueve metros de profundidad encontraron el cadáver, en avanzado estado de descomposición, de Pedro Elías Abagno Figueroa, en el barrio Los Pinos, sector Pomona, parroquia Manuel Dagnino, al sur de Maracaibo.

El olor nauseabundo que expelía de la casa sin número, color rosa, alertó a todos los vecinos de Pedro. En un hoyo de dos por dos metros fue abandonado el hombre, completamente desnudo. Los detectives calculaban su data de muerte entre 72 y 96 horas. Dos colchones matrimoniales lanzaron sobre la víctima para ocultar el cuerpo, dijo una fuente policial.

Cuando observaban la profundidad del foso, solo se apreciaba una pierna. “Allí está, míralo”, repetían los residentes de la barriada.

Unas 50 personas se aglomeraron frente a la residencia. La pudrición no les impidió observar cómo actuaban los cuerpos policiales para lograr sacar el cuerpo. Unas dos horas demoraron para trasladar el cuerpo a la morgue.

Dentro de la residencia podía evidenciarse que el hombre no estaba completamente solo. Hallaron la copia de cédula de una fémina. También dos ventiladores, sillas, un pequeño televisor de 14 pulgadas, cajetillas de cigarro, botellas de licor y dos colchones individuales en la habitación principal, donde todo estaba revuelto.

En la cocina había ollas sucias y dos tazas con rastros de alimentos. La estufa estaba removida de su lugar de origen. Se presume que los delincuentes buscaban objetos de valor para llevarse, pero su ropa estaba dentro de una bolsa negra.

“A Pedro, el dueño lo desalojó. Vivía allí desde hace dos años. Viajaba frecuentemente a Caracas, traía productos regulados y los revendía en la ciudad”, manifestó otro de los vecinos.

Por una credencial del CNE los sabuesos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) dieron con su identidad. Al consultar sus datos se determinó que provenía del municipio Colón.

Bomberos de Maracaibo extrajeron el cuerpo del pozo. Uno de los funcionarios se cubrió con un traje especial y mascarilla, penetró al hoyo y amarró una cuerda para luego sacarlo. Al remover el cadáver, la putrefacción se extendió varios metros. El cuerpo fue llevado a la morgue del cementerio Corazón de Jesús.

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