El diario plural del Zulia

Féretros en la vía para denunciar tres ejecuciones

Efectivos de la policía municipal liquidaron a tres jóvenes en un careo. Dolientes de los fallecidos desmienten la versión oficial

La Troncal del Caribe es la vía principal de Mara. El tránsito suele ser movido, pero ayer desde las 8:00 a. m., la avenida estuvo colapsada. En toda la entrada del poblado Santa Cruz hay tres féretros que obstaculizan el paso.

Una multitud de personas rodean los ataúdes. No son familia ni conocidos, pero los une un mismo dolor: perdieron a un ser querido durante un presunto encuentro armado que se registró el pasado domingo en horas de la mañana, con los funcionarios de Polimara. La indignación es latente.

Lloran sin descanso y gritan sin tapujos. Visten de rojo, desean venganza y claman justicia por la abrupta partida de sus deudos. Alzan pancartas que responsabilizan a un efectivo de la policía municipal. Sobre el papel, destacan algunos calificativos como: “Corrupto, violador y psicópata”.

Meslida Josefina Ochoa, tía de Eddy Limardo Ochoa, denuncia que supuestamente “un oficial de Polimara de apellido Peña es el verdugo”. Su guarida de torturas es la hacienda El Seminario. La mujer señala también a un funcionario del Cicpc de apellido Villalobos como presunto “servidor de Peña”.

Los casos han llegado a Fiscalía, pero para el alcalde de Mara, Luis Caldera, y para el jefe de Polimara, Falliz Zambrano, los reclamos son mudos.

Así lo asegura Digna Rosa Montero, hermana de Luis Guillermo Montiel. Afirma que la camioneta Picot roja con la que sacaron al hombre de su casa se la habían robado a una joven en una plaza cercana. Yusenis González, tía de Jhon Kenyerberth Morales, agrega un tercer nombre a la lista de presuntos verdugos policiales, un uniformado de apellido Moreno.

Los asesinatos ocurrieron en sitios diferentes: en el barrio Tú y yo, otro en el sector María Auxiliadora y el tercero en barrio Bolívar. También robaron cosas de sus hogares, coinciden los familiares. “Yo soy Peña, el Dios de Santa Cruz”, les gritó a todos en la cara mientras lloraban a sus deudos en una plaza cercana, según recordaron.

Los tres abatidos no tenían oficio. Vecinos del sector afirman que eran azotes de barrio. “Ellos no eran santos, robaban en los patios de las casas. Pero no merecían morir así”, detalló un vecino, quien prefirió resguardar su identidad.

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