El diario plural del Zulia

“Colectivos me apuñalaron mientras protegía a mamá”

El ingeniero cuenta a Versión Final cómo los simpatizantes del gobierno sembraron terror en Santa Lucía

Áxel Javier Rincón Goméz, de 22 años, asegura estar vivo “de milagro”. Recibió 22 puñaladas, mientras protegía a su madre Alicia Beatriz Gómez Montiel, de 40, exfuncionaria de Polimaracaibo, y evitaba que los “colectivos” ingresaran a su residencia, en la avenida 2, del sector Santa Lucía.

“Era como la 1:00 de la tarde. Yo me desperté y me eché un baño. Luego se duchó mi madre y a lo que salió nos pusimos a hablar. En ese momento, al menos 15 manifestantes comenzaron a lanzar piedras frente a mi casa 91B-03. Pusieron barricadas. Pero aparte de eso todo parecía estar bajo control y salí averiguar cómo transcurría ese jueves de paro cívico nacional”, cuenta convaleciente el ingeniero en sistemas, recién egresado de la Universidad José Gregorio Hernández (UJGH).

Minutos después de conversar con vecinos, Áxel notó que los protestantes se marcharon. Precavido, se devolvió a su residencia con su progenitora y cierra la puerta. En eso ve que un piquete de la guardia se acerca. “Allí empiezo a tener malicia, cierro todas las puertas y me quedo en la ventana con mi abuelo José Gómez”.

Rincón se aparta y le aconseja a su abuelo que haga lo mismo. “Ten cuidado porque llegaron 60 colectivos custodiados por la guardia. Eran 20 motocicletas y en cada una iban tres hombres con franelas y capuchas rojas. Estos iban adelante y los militares atrás”, recuerda.

Los simpatizantes del Gobierno comenzaron a lanzar piedras contra los manifestantes que quedaron rezagados. Frente a la vivienda de los Rincón Gómez lanzaron una piedra “enorme”.

Ataque

“Yo me asusté y le dije a mi mamá que se escondiera debajo de la cama. En cuestión de segundos los encapuchados le disparan dos veces a la puerta de mi casa y la abren. Los colectivos siguen, rompen la reja y la protección que estaba adentro, y la doblan por arriba y por abajo”, explica Áxel.

El joven relata que en ese momento su instinto lo llevó a bloquear el paso de los hombres que querían entrar a su morada.

“Yo protegía era a mi mamá. Unas ocho personas por el hueco de la reja le comenzaron a halar el cabello y la golpearon. De repente el atacante que yo bloqueaba sacó un cuchillo, sentí algo caliente y solté a mi madre. A ella la ayudaron y la sacaron a la calle. Vi a un guardia y le grité ‘auxilio’, creyendo que están en contra de los criminales, y lo que hicieron fue lanzar bombas lacrimógenas, que como pude se las devolví. Cuando logro salir al frente, veo que el Chevrolet Aveo dorado de mi tía lo habían destrozado”, contó Rincón.

Agonía

Áxel estaba malherido. Con dificultad caminó dos cuadras hasta el carro. A su madre la llevaban cargada. A ambos los embarcaron y como pudieron pasaron las barricadas hasta el Hospital Central, donde les indicaron que no había ningún tipo de insumos.

“Todavía estaba consciente. Había un guardia adentro con un esguince. Mis familiares entraron a la mala y hablaron con los doctores. Allí fue que me atendieron. El guardia discutía. Llegó una ambulancia del puerto. No me quisieron llevar a otro centro, se llevaron al militar. Me vieron tan grave que me intentaron cocer la herida del pecho que casi me perfora una vena del corazón y la de los pulmones, pero en el proceso la aguja se les rompió. Me colocaron compresas y medio desinfectaron un tubo contaminado para poder extraerme el liquido de los pulmones, porque ya me estaba ahogando. Después mis parientes me llevaron al Hospital General del Sur, donde me estoy recuperando”.

A Rincón, hijo único, le suturaron siete heridas en la cabeza, siete en la espalda, cinco entre el pectoral y brazo izquierdo. “Las heridas del pecho y el pulmón son las más graves. Me siento bien y en un mes espero estar recuperado”.

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