El diario plural del Zulia

Carmen Palmar a Versión Final: “Cuando hallé el primer hueso se me rompió el alma”

Hallar huesos en la casa de los hermanos Carrillo, acá en Los Olivos, me quitó las esperanzas. En ese momento, al tenerlos entre mis manos se me rompió el alma”, cuenta Carmen Palmar llena de dolor a seis días de haber encontrado los restos de su hijo Xavier Otto Palmar Palmar, de 42 años.

Con su manta Guajira bien puesta, la ama de casa sigue dirigiendo la excavación realizada por los hombres de la familia. El miércoles a las 10:00 de la mañana, mientras conversaba con Versión Final, la llamaron sus sobrinos. Apurada entró a la residencia, situada en la calle 69 de la barriada y le entregaron un hueso más, que parece ser parte de la columna vertebral. El olor era fétido.

Los Palmar aún no se explican cómo pudieron llegar a este punto de estar buscando a su familiar, un año después de su desaparición. “Esperamos mucho”, explica Eudomenia Palmar, tía de “Coco”, como era llamado cariñosamente Xavier.

Recuerdan su desaparición el 28 de marzo de 2016 como si fuese ayer. El ingeniero petrolero salió de la casa de sus padres, en el sector Los Modines, a las 6:00 a.m., rumbo a su trabajo en Petrourdaneta, empresa situada en el municipio Jesús Enrique Lossada. Siete horas más tarde pidió permiso para hacer unas diligencias en el banco y luego poder ir a las 6:00 p.m. por su padre, Adán Palmar, para dejarlo en el terminal de pasajeros, pues se iría a Caracas.

Esa fue la última vez que Adán vio a su hijo con vida. “Al otro día en la mañana lo llamé a sus dos teléfonos —un Iphone y otro más pequeño—, para indicarle que había llegado bien, pero no contestó ninguno. Su madre también lo llamó hasta el cansancio, repicaba pero nadie contestaba. Nos volvimos como locos”, cuenta el progenitor de la víctima con lágrimas corriendo por sus mejillas

Hallan pertenencias

El 29 de marzo a las 11:00 p.m., un desconocido llamó a la oficina de Orlando, un amigo de Xavier, diciendo que habían encontrado unos documentos del ingeniero, dentro de una bolsa blanca, en el barrio El Carmelo, parroquia Venancio Pulgar.

Este amigo de Palmar notificó a los parientes y en compañía de ellos recogieron las pertenencias. Eran los papeles de la camioneta Ford Fortaleza azul, propiedad de Xavier y sus documentos personales.

Desde entonces, los padres de “Coco” iniciaron su propia búsqueda y localizaron la camioneta del ingeniero, en el sector Cujicito, en manos de Gabriel Carrillo Delgado, quien además cargaba el Iphone de Xavier. Le preguntaron por su primo y dijo que este se había marchado para Punto Fijo con su novia. Lo presionaron y soltó que quien sabía del paradero de Palmar era su hermano morocho Germán.

A este lo buscaron en su casa, en el barrio Los Olivos y allí contó que Xavier le dejó sus cosas, se subió a una camioneta blanca y se marchó con “Mencho”, a cerrar un supuesto negocio, y que regresaba en dos horas.

Para los Palmar las declaraciones de los morochos fueron falsas y recurrieron al Grupo Antiextorsión y Secuestro (GAES) a pedir ayuda.

Ineficiencia

Las investigaciones las iniciaron y dieron con la ubicación del teléfono Movilnet de Xavier. Lo tenía Keni Barrios, un vecino, quien durante su retención preventiva alegó que se lo había encontrado en una de las jardineras de la vivienda de Los Carrillo. Por falta de pruebas lo soltaron.

En julio, tras no recibir respuestas de las autoridades y tampoco una llamada de criminales pidiendo algún rescate por Xavier, sus padres viajaron hasta Colombia, donde también tienen familia y pidieron apoyo a un mayor de del Grupo de Acción Unificada por la Libertad Personal (Gaula), para que rastrearan toda la frontera en busca de su hijo. Los resultados no fueron positivos y regresaron.

Carmen, desde entonces, soñaba cada noche con el regreso de Xavier. “Siempre esperaba una llamada, un mensaje o que me tocaran la puerta y me dijera: soy yo mami. Pero nunca sucedió”.

Acciones 

Próximo a cumplirse el año de su desaparición, recurrieron a la División antisecuestro del Cuerpo de Investigaciones Cientí cas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), quienes logran la detención de Germán Carrillo y Keni Barrios, el 24 de marzo. En las horas de interrogatorio el dúo confesó que Gabriel Carrillo mató y enterró a Xavier en el patio de su vivienda.

Los sabuesos activaron la búsqueda, excavaron y no encontraron nada. Incluso llevaron una perra experta en hallar restos humanos y aún así no dieron con el cuerpo. La lluvia les entorpeció el trabajo y el Fiscal Cuarto del Ministerio Público, Israel Vargas, por órdenes desde Caracas, detuvo el proceso, según los Palmar.

A German y a Keni los liberaron, por falta de evidencias. “Qué más pruebas quieren que una confesión de uno de los implicados”, expresa Carmen, quien indignada recordó que su hijo ayudaba a los morochos. “Ellos son primos lejanos por parte de su padre. Son como de la quinta generación, pero en la etnia wayuu todos somos muy unidos. Ellos trabajaban para Xavier, le hacían los mandados. Él los ayudaba con la comida y muchas veces dinero, pues vivían solos. Su padre desde hace años está en Aruba, a donde presuntamente ahora estén escondidos”.

Decididos

“Ya no podíamos esperar más por las autoridades. Si allí dijeron que estaba el cuerpo era así y lo debíamos encontrar de una vez por todas, para que nuestras almas y mentes también pudiesen descansar”, explica Eudomenia, la tía de Xavier, quien organizó a la familia para seguir ellos mismos la excavación.

Con palas, picos y mandarrias iniciaron su propia búsqueda el viernes 31 de marzo. Su dedicación los hizo conseguir restos de osamenta, en una fosa de dos metros y medio de profundidad, que progresivamente fueron entregando a los detectives de la División de Homicidios del cuerpo detectivesco, quienes estuvieron supervisando las acciones. Con una retroexcavadora que les prestaron, aceleraron el proceso. Consiguieron guantes de látex y gasas dentro de la residencia y sepultados un machete y un alicate; herramientas que presuntamente utilizaron para descuartizarlo.

Motivos 

A Xavier Otto, según las hipótesis de su familia, lo asesinaron para robarlo. Germán y Gabriel sabían todos sus movimientos, sus riquezas. “Quizás esto los llevó a matarlo, para quedarse con sus pertenencias. Mi hijo utilizaba una cadena de oro gruesa, relojes y lentes de marca. Le gustaba vestir bien. Con la cadena siempre le decía que no la utilizara, porque era peligroso. Además, siempre cargaba efectivo, en su bolso naranja que nunca apareció. Allí cargaba 1.362 dólares en efectivo que luego se los consiguieron a Germán en uno de sus bolsillos. Qué más pruebas quiere la policía. Esto es insólito”.

Mientras las lágrimas de una madre desesperada siguen causando compasión. El horror que vive, el suspenso de seguir encontrando los pedazos de su hijo cada día la agobian. Carmen no descansa ni descansará hasta encontrar cada hueso del cuerpo de su “Coco”. “Creo en Dios, creo en la justicia divina. Confío que esto no quedará impune, por que mi dolor ya es eterno”.

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