El diario plural del Zulia

Venezuela, pueblo soldado

Con cinco mil 620 millones de dólares se habría podido construir en Venezuela, entre 1999 y 2014, 112 mil 400 apartamentos equipados de la Misión Vivienda, 56 hospitales de dos pisos con 220 camas cada uno y cuatro mil 257 liceos bolivarianos. Pero no. Eso no fue posible porque con ese dinero compraron armamento militar.

Venezuela no está en guerra. No hay embarcaciones en alta mar esperando la voz de ‘fuego’ como aquel agosto de 1929, cuando la expedición contra el régimen de Juan Vicente Gómez zarpó en Cumaná a bordo del Falke. Al contrario: el país quiere soltar las armas, sin embargo, el proceso revolucionario iniciado en 1999 por Hugo Chávez —y reforzado por Nicolás Maduro— alienta esa concepción de pueblo soldado.

La palabra revolución implica “cambios radicales en las estructuras políticas”, de acuerdo con Rosaura Guerra Pineda en su investigación El hombre nuevo nace en la escuela. En la contemporaneidad nacional, la palabra revolución significa, entre otras cosas, el ascenso de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) en un país de civiles. El presidente obrero profundiza la tendencia que se configuró con Hugo Chávez: la militarización de la nación. Rafael Uzcátegui, coordinador general de Provea, creyó —así como el resto de la organización— que por tratarse de una persona venida del mundo sindical esa directriz se rompería.

Y el Plan Patria Segura, una de sus primeras decisiones de Gobierno, probó lo opuesto, pues le proveyó al sector militar labores ciudadanas. “Él continuó esa tendencia de la militarización de la gestión pública, que tiene como contraparte ese excesivo gasto en armamento en un momento en el que el país necesitaría más inversión social para disminuir las demandas de salud y alimentación”.

Pero Ricardo Lobo, analista político, no califica de excesiva esa inversión de cinco mil 620 millones de dólares en armas porque es pequeña en comparación con otros países.

El hombre nuevo

El fortalecimiento de la conciencia revolucionaria es bandera para el Gobierno de Maduro. También lo fue para el marxismo. Guerra Pineda indica que la “sobrevivencia de estos movimientos depende de la formación de otros sujetos revolucionarios, idea esta que se ha venido a conocer como la formación del hombre nuevo”.

La foto. La foto que abre este trabajo muestra a un niño sosteniendo una bazuca. Lleva en su cabeza el verde oliva. Detrás, un funcionario sonriendo. “A los niños sí hay que hablarles de política. Cada aula debe convertirse en un espacio para construir el hombre nuevo”, declaraba Hugo Chávez. Y completaba el antiguo ministro de Educación, Héctor Navarro: “La enseñanza cumple una función ideologizante (…) En Venezuela estamos en una república con una democracia que estamos construyendo, que dejó de ser burguesa y representativa para convertirse en participativa y protagónica. Esos son valores de la Constitución que tenemos que inculcar a nuestros niños (...) educar en esos valores es ideologizar”.

Por ello, se refuerza en la educación diversificada el Programa de Instrucción Premilitar (IPM), según Guerra Pineda. Ella argumenta que el sistema educativo se usó, de esta manera, para involucrar al ciudadano en temas de defensa nacional.

Ricardo Lobo, en este sentido, sostiene que el Estado no tiene por qué dejar de invertir en armas. “Si no, mantengámonos como en el siglo XIX, con hacha, cuchillo y machete”. Estas inversiones “responden a la necesidad de mantener adecuado el sector”. Venezuela ocupa el puesto número 18 dentro de la lista mundial de primeros 20 países compradores de armas entre 1999 y 2015. Rusia, China y España son las tres naciones a las que más se le ha comprado.

Poderío militar

El martes, el país celebró 205 años de Independencia con un Presidente que pidió incrementar el poder militar para poder concebir una República más independiente. Esas declaraciones fueron más allá del paseo Los Próceres, donde se hizo el desfile cívico-militar para conmemorar la fecha patria: llegaron al pueblo. Rafael Uzcátegui explica que tal afirmación se trata de una total perversión y debilitamiento de la institucionalidad democrática del país.

Las fuerzas armadas, afirma, debieran estar supeditada al poder civil, por lo que con esas palabras, Maduro “demuestra que las FANB tienen mayor jerarquía sobre los civiles”. El mensaje tras la petición de incrementar el poder militar: “la intimidación a la sociedad”. Ricardo Lobo no está de acuerdo.

La lectura para él está lejos del deseo de querer atemorizar al pueblo. “El Presidente juega a la lealtad”. El Presidente “trata de conjugar las fuerzas de un pueblo organizado en poder popular con las fuerzas de las armas del sector militar”.

Venezuela no se encuentra en guerra, se encuentra debilitada por el fallo de sus instituciones democráticas. Cada vez más las FANB tienen mayor preponderancia en la gestión de lo público, alerta Uzcátegui. Actos como los del 5 de julio “ratifican la intimidación simbólica de las FANB”.

Aviones de guerra (2.201 millones de dólares), misiles (927 millones de dólares) y defensa antiaérea (810 millones de dólares) configuran los tres tipos de armamento que más compra la nación. Y no, no hay guerra, todo esto constituye, para la revolución, la preparación necesaria del sector militar.

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