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Reivindicaciones económicas y sociales protagonizaron las protestas en Venezuela en 2018

El año pasado se registró la cifra récord de manifestaciones en el país caribeño. Entre enero y diciembre el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social registró al menos 12.715 protestas, equivalente a 35 protestas diarias

El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) registró entre enero y diciembre de 2018 al menos 12.715 protestas, equivalente a 35 protestas diarias en todo el país. Esta cifra representa un aumento de 30% con respecto a 2017, cuando se documentaron 9.787 manifestaciones, con un promedio diario de 27.

El 89% de las protestas se caracterizó por la exigencia de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA).  Ante la falta de políticas públicas efectivas que atiendan los problemas urgentes relacionados a la calidad de servicios públicos, respeto a contrataciones colectivas de los trabajadores, salud, alimentación y educación, los ciudadanos protestaron a diario y alcanzaron el primer lugar en las protestas políticas.

Trabajadores y profesionales de diversos gremios salieron a las calles el año pasado y conformaron una coalición intersectorial, que resultaron en 5.735 protestas en defensa de los derechos laborales, lo que se traduce en un promedio de 478 protestas mensuales.

Los trabajadores del sector salud realizaron 2.525 manifestaciones y los del sector educación 1.722 manifestaciones. Estos dos gremios reportaron la frecuencia más alta de protestas durante todo el año.

Destaca la demanda de reivindicaciones salariales adecuadas para cubrir las necesidades básicas, pese a los seis ajustes salariales decretados por el Ejecutivo en 2018. La hiperinflación que atraviesa el país diluye cualquier capacidad adquisitiva del salario.

Las principales exigencias también estuvieron ligadas al respeto de las contrataciones colectivas y condiciones para ejercer sus funciones, entre ellas, infraestructura e insumos. En algunos casos, hay empresas que no tienen materia prima para mantener la producción.

Las consecuencias de esta situación se reflejan en la búsqueda de otras fuentes de ingresos, incursión en labores informales, cambio de patrones de consumo, dependencia de los beneficios del Estado y fuga de talento.

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