El diario plural del Zulia

Partidos políticos se debilitan ante la crisis

Ausencia de liderazgos y desconexión de la realidad alejan a la población de las organizaciones

La imagen de una cáscara vacía, con un montón de consignas huecas, falsos ideales y promesas incumplidas asalta a Moraima González, de 69 años, cuando le preguntan por qué dejó de creer en los partidos políticos tras 25 años de militancia activa.

“Somos tontos útiles y nuestro precio es un voto”, asegura la abogada, quien tras cinco años como dirigente de Acción Democrática (AD) a finales de los años 90 apostó por integrarse primero al Movimiento Quinta República y luego al Partido Socialismo Unido de Venezuela.

González se ubica entre los 11.394.323 electores, es decir, 53,08 % de los venezolanos que se abstuvieron el pasado 20 de mayo en las elecciones presidenciales y de legisladores regionales.

“No creo en ellos. Hacen falta líderes, mensajes, coherencia, respeto y transparencia”, asegura la exmilitante de la causa socialista.

Pese a la crítica de González, hay elementos que favorecen la fragilidad de las organizaciones. María Elena Romero, directora de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad del Zulia, quien a pesar de resaltar la necesidad que tienen las organizaciones de redefinirse, se refiere a las consecuencias del actual contexto.

En su opinión, las presidenciales dejaron como lección que ante un PSUV hegemónico, pueden surgir micropartidos para “simular la competencia” y debilitar las toldas del bloque opositor.

“Desaparecer no es la tendencia en tanto se mantenga claro el objetivo común de los opositores. Las parlamentarias del 6-D de 2015 fueron una demostración fundamental de la fuerza en unidad”.

Al referirse al reciente escenario electoral, Romero cuestiona el rol del Consejo Nacional Electoral (CNE) ante las numerosas denuncias realizadas, incluyendo el adelanto de elecciones, a los líderes opositores que aceptaron ir a los comicios “con los visos de ilegalidad planteados”, a los representantes de oposición que no señalaban ni señalan aún un claro camino político -constitucional alterno que no fuese presión internacional-, pero también a los líderes del PSUV “con sus abusivas manipulaciones de campaña en medio de una severa crisis socioeconómica y humanitaria”.

“Los partidos políticos como tal, subsisten y siguen siendo valorados de manera importante, por el vital papel que desempeñan en un régimen democrático”, expresa y recomienda una revisión a corto plazo de la Ley Orgánica de Procesos Electorales para promover su reforma y fortalecer las oportunidades de recuperación de la institucionalidad democrática.

 Moraima González reconoce una debilidad de la ciudadanía en función de lo que aspira de las organizaciones.

“Cuando estaba en AD me confortaba saber que me tomarían en cuenta para un cargo público. En el PSUV el imán se amplifica con programas sociales. No vemos la falta de valores, la necesidad de exigir además cosas intangibles”.

Sobre la redefinición de las organizaciones, María Elena Romero hace énfasis en comenzar por la descentralización de sus estructuras, renovación y formación de sus líderes, regulación de finanzas, adaptación y adecuación a medios de comunicación y nuevas tecnologías para mayor acercamiento a sus electores, entre otras acciones. “Pero el caso es que no se está respetando lo pautado en la Constitución”.

En ese listado de cosas por hacer, el rol del ciudadano también debe emerger y en eso coincide Romero con González en la necesidad de exigir mayor responsabilidad a sus representantes locales, regionales, nacionales, pues de ellos depende la investigación que se siga en las instancias públicas o privadas con  fines públicos.

“La participación se delega en los representantes para que funcionen como vigilantes permanentes de los intereses, beneficios y oportunidades de la sociedad.

El elector juzga su desempeño, sea en Gobierno o en oposición, a través de la actuación responsable de sus líderes”, añade Romero.

Cómo recuperarse

Para Carmen Pérez Baralt, politóloga, profesora de LUZ, resulta muy difícil pensar en una sociedad o sistema democrático sin partidos. La experta en procesos electorales cree que estos tienen que recuperar la vinculación con la ciudadanía y responder a los intereses de los ciudadanos que son quienes le dan al final legitimidad, fuerza y poder.

Se supone, en la opinión de Pérez Baralt, que los partidos políticos están llamados a defender los intereses de los sectores amplios de la población.

Pérez Baralt argumenta que la idea de base es que los conflictos en una sociedad democrática se resuelvan a través de la negociación, el diálogo y la conciliación de intereses y estas organizaciones son entes capaces de conciliar, establecer prioridades, agregar intereses y poner a la gente en contacto con el sistema político.

“Es impensable en una sociedad democrática la política sin partidos”, expresa y añade que desde el Gobierno se estigmatiza el papel de los partidos en nuestra sociedad.

“Estamos dentro de un sistema político que ha satanizado a los partidos. Desde finales de la llamada cuarta República y durante todo este período del chavismo, los partidos han sido satanizados, han sido el centro de la crítica más feroz. Al principio uno de los objetivos de este nuevo ordenamiento político fue en algún momento la desaparición de los partidos, la política sin partidos”.

Fórmula inminente

Luis Aguilar, politólogo, considera que los partidos deben vender esperanza, hablar de soluciones y no de problemas, deben renovar su liderazgo, su vocería. “La gente quiere ver que sus líderes llegan a acuerdos para solucionar la crisis”.

Lea también
Comentarios
Cargando...