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Monseñor Diego Padrón: “El riesgo de ser profetas es poder morir como el redentor”

En entrevista para Versión Final, monseñor Diego Padrón, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), trató diversos temas ante la crisis que atraviesa el país, desde el desabastecimiento de medicinas y alimentos, las causas del fracaso del diálogo, el papel de la Santa Sede, la violencia desbordada y los desafíos si no cambia la situación política y económica.

—¿Cómo están las relaciones Iglesia y Estado tras la decisión del Vaticano en enero de no enviar a Monseñor Celli al proceso de diálogo emprendido?

—Con el actual Gobierno y con el presidente Maduro no hay ningún tipo de diálogo, y no porque la Iglesia no lo busque o lo rechace sino por el contrario, aun habiendo solicitado un encuentro para el diálogo nunca se nos ha ofrecido la posibilidad de dialogar. Y esto es un hecho lamentable ya que como institución la Iglesia puede ofrecer algunas ideas o también puede presentar un proyecto en concreto, por ejemplo, nosotros pedimos que a través de Cáritas se establezca un canal para ayudar en esta situación tan grave de escasez de alimentos y medicinas. Y esa petición repetida por diversos medios y solicitada incluso desde afuera, nunca ha sido escuchada. Yo creo que, en ese sentido, el Gobierno pierde una gran oportunidad de prestar un servicio al pueblo.

—¿Está dispuesta la CEV a servir de mediadora en un eventual relanzamiento del diálogo?

—La Conferencia Episcopal como institución no interviene y no quiere intervenir como facilitadora y mediadora en un diálogo político porque efectivamente hay un Nuncio en Venezuela que representa diplomáticamente al Vaticano, es decir, a la Santa Sede, preferimos que él en primer lugar ejerza esa tarea. Eso no quiere decir que determinado obispo no pueda participar, pero como institución por los momentos no queremos asumir el papel de facilitadores, ni menos de mediadores, y esto, siendo humildes. No tenemos la estructura ni la técnica que se necesita para un trabajo profundo de mediación.

—¿Cuál es la posición de la Iglesia en medio del conflicto venezolano? Pareciese que una cosa piensa la Santa Sede y otra la CEV ¿Son dos o es una la posición de la Iglesia? 

—Ese punto es muy complejo, difícil de explicar y de entender. La Santa Sede fue simplemente, y lo seguirá siendo, un facilitador entre las dos partes, de tal manera, sea la Nunciatura, o el enviado de la Santa Sede, que anteriormente fue Monseñor Celli, en ese caso el enviado o la Nunciatura no toman decisiones, no imponen criterios ni una visión sino que facilitan y ayudan a que las partes se encuentren. Quienes ponen los puntos sobre la mesa son el Gobierno y la oposición. En segundo lugar, el punto más difícil es que para que tenga efecto el diálogo tienen que llevarse puntos muy concretos ya previamente analizados por la partes y donde se prevea, unos resultados y unos alcances, es decir, lo que se pretende lograr. Creo que ese fue el fallo de esta sesión. No había puntos sobresalientes, de los cuales, creo, ninguna de las partes lo había tratado concienzudamente y no se trataron proyectos y soluciones sino que se improvisó dentro del mismo diálogo. Eso hace muy difícil con un adversario que se improvisen elementos que lleguen a una solución, es un tema muy complejo. Pero el problema no estuvo en la facilitación sino en que las partes no agilizaron sus agendas y no previeron los resultados a los que se iba llegar, pero sobre todo el diálogo fracasó porque los cuatro puntos acordados y comentados en la carta del cardenal Parolín el Gobierno no los cumplió ni los iba a cumplir.

—¿Qué le ha dicho el Papa Francisco sobre la situación del país?

—Hay tres cosas que quisiera señalar: El Santo Padre ha recibido en varias ocasiones a la presidencia de la Conferencia Episcopal, la veces que él mismo lo ha solicitado, inmediatamente asistimos y estos encuentros son sin tiempo, es decir, ha conversado con mucha libertad y sin protocolo y sin el reloj, eso ya indica una actitud muy favorable del Papa a considerar atentamente y con profundidad las peticiones o solicitudes o situaciones que se le plantean. En segundo lugar, el Santo Padre ha manifestado y lo sigue manifestando, porque es reiterativo, la preocupación por la situación de Venezuela, y la invitación permanente a que el diálogo sea el camino normal, de resolver el conflicto y la grave crisis que hay en el país.

En tercer lugar, el gesto más importante que me parece a mí, y que no hemos sabido destacar, es que el Papa envió a un representante de mucha experiencia, monseñor Claudio María Celli, quien ademas fue representante del Vaticano ante China y ante Corea, de tal manera, que tiene una gran experiencia, y más en países con sistemas políticos difíciles. Es un gesto que los venezolanos tendríamos que agradecer.

—¿Cree que las recientes fotografías del Nuncio Apostólico con un magistrado podrían restarle credibilidad a la presencia del Vaticano en un posible diálogo?

—Voy a responder de manera muy clara. Esas fotos son de hace un año y las publicó el Gobierno para desacreditar al Nuncio y hacer pensar que forma parte ideológicamente del Gobierno y hasta del partido y eso le traería al Nuncio una reacción contraria por parte de la oposición. Las cosas sucedieron de otra manera, el Nuncio principalmente rechazó presenciar la boda del familiar del magistrado y solo pasó a saludar a la persona que contraía matrimonio y en ese momento alguien tomó la foto. El Nuncio tampoco firmó un documento, simplemente puso un saludo en un libro como se acostumbra. Detrás de eso está la mano del Gobierno.

—La CEV se ha convertido en una referencia moral por la claridad de los documentos, ¿temen alguna represalia?

—La Conferencia Episcopal en sus documentos describe la situación del país y con mucho realismo, eso quiere decir que los obispos conocemos lo que está pasando porque pateamos esta tierra y sobre todo a través de las visitas pastorales y los encuentros permanentes en las parroquias, de tal manera que no estamos hablando como personas que viven en otro planeta, sino que padecemos y compartimos la misma situación que sufren los venezolanos. Nosotros cuidamos mucho de no quitarle el lugar a los políticos, ya que estos tienen la tentación de refugiarse en la Iglesia, cosas que los políticos no se atreven a decir, quieren que la Iglesia las diga y por eso el cuidado de cada obispo de no utilizar un protagonismo político que quite el puesto a los políticos.

—¿La intención de los documentos no es política?

—No, cuando la CEV se pronuncia y dice cosas que tienen que ver con la política, lo dice en función de la orientación moral, que necesita el pueblo e incluso los partidos, y que también necesita el Gobierno, ya que la Iglesia sabe que su papel es servir e iluminar, entonces, lo dice para el bien del país, por eso hemos hecho críticas al Gobierno y a la oposición. Pero debo decir, hablamos con mucha tranquilidad por dos razones, uno porque nos sentimos con suficiente moral, tenemos una historia, transparencia, nuestras sedes están abiertas y tenemos funciones muy claras en cada diócesis. Nadie puede decir que los obispos trabajan en la oscuridad, no tenemos nada que temer. Cuando hay amenazas, creemos que es un desafío, es el riesgo de ser profetas y podemos morir como el redentor.

—¿Qué opciones tienen los venezolanos de un cambio político?

—La única opción es la sociedad civil, es decir, los ciudadanos, las instituciones, deben asumir su papel. En Venezuela hemos caído en la tentación de echarle la culpa a alguien. Culpamos a la MUD, culpamos a la oposición, se culpa al partido, pero siempre estamos echándole la culpa a alguien para liberarnos de una responsabilidad, y no asumimos el compromiso por el país. La sociedad civil no puede lavarse las manos tiene que buscar una sinergia institucional y ofrecer un plan de país, y un camino para resolver, más allá de lo político, y electoral. Si los partidos en vez de tener cada uno sus aspiraciones y un proyecto distinto pudiésemos encontrar unos puntos en los cuales coincidir y ofrecer un proyecto político de país, que tengan su raíz en la sociedad civil, pudiésemos tener las herramientas para enfrentar esta situación.

 

 

 

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