El diario plural del Zulia

Maracaibo clama por vuelos directos a Colombia

Si existiera un vuelo directo desde Maracaibo a Barranquilla, a cualquier viajero le tomaría 45 minutos estar en la nación vecina. Se suprimiría de su mente —y de su cuerpo— las casi 12 horas de travesía que ahora viven por no haber vuelos directos, sin conexiones. No tendrían que despertar a las 3:00 de la mañana, enrumbarse al Aeropuerto Internacional La Chinita para esperar un avión a las 6:00 de la mañana, aterrizar en Valencia o Caracas para salir rumbo a Medellín o Bogotá y así finalmente llegar, a las 10:00 de la noche, a Santa Marta.

Pero no los hay. A pesar de la demanda de colombianos y maracaiberos que necesitan trasladarse hacia allá, no los hay. A José Lizardo, presidente del Consejo Empresarial colombo-venezolano, le pasa siempre.

Entre 60 y 70 por ciento es la demanda de viajeros que Avior monta a diario en los dos vuelos con destino a Bogotá y a Medellín. Solo salen desde Valencia, así que José Lizardo y cualquier otro marabino que desee abordar debe llegar al centro del país: bien se va por tierra o paga 12 mil bolívares por un boleto de ida y vuelta a Valencia.

Es temporada baja, casi nadie viaja. Pero gerentes de la aerolínea se mantienen atentos porque ya pronto sube la demanda y deberán dar respuesta a la misma. Estiman que sobrepase por poco el 100 por ciento.

La verdad es que se necesitan vuelos directos, no es un secreto. La idea no es que el vuelo salga desde esta ciudad a Santa Marta, asegura Lizardo, pero es posible que llegue a Barranquilla, la localidad más grande que enlaza la costa, de manera que quien vaya a Cartagena se demore una hora en llegar y el que vaya a Santa Marta, 45 minutos. “O desde Barranquilla a Sincelejo, que está a dos horas de distancia”.

Avior solo opera en el centro de Venezuela, por eso se les imposibilita atender la demanda en Zulia, uno de los estados con mayor población colombiana —un millón de colombianos residen aquí y, en el país, cinco millones—.

El problema

Los problemas estructurales de Venezuela afectan en este momento la prestación de servicios aéreos, explicó Roberto León Parilli, presidente de la Alianza Nacional de Usuarios y Consumidores (Anauco). Ochenta y cinco por ciento de los vuelos internacionales mermaron en comparación con 2015. En palabras claves: 85 % de los ciudadanos que volaban el año pasado ya no viajan este año.

Esto se traduce en la pérdida de capacidad de transitar libremente —bien sea por aire o tierra— de los venezolanos, lo cual violenta el artículo 50 de la Constitución Bolivariana de Venezuela, según León Parilli.

La demanda de colombianos y venezolanos que amerita ir hasta Colombia y los viajeros que van a Panamá, Miami o Aruba, constituyen las dos razones por las que es necesario abrir vuelos directos desde Maracaibo, afirmó Ludwig Brabley, de la agencia de viajes Mónaco.

Se trata de aviones que siempre van copados. Lo mismo pasaba anteriormente con Aires, que operó con vuelos a Bogotá y Barranquilla. Todos los días despegaba un avión con capacidad para 60 personas a estos dos destinos.

Agencias Mónaco vende boletos, no llevan registros de esta necesidad, lo que sí tienen presente son los estudios adelantados de distintas aerolíneas en esta materia porque “ahora, solo Avior vuela a Colombia desde Valencia. “Los costos de los boletos desde esta ciudad, que es centro, hasta Colombia se ubican en 250 mil bolívares”. Todo lo demás se cotiza en dólares.

Para Roberto León Parilli, esto es producto de las dificultades para conseguir divisas para mantener equipos, aeronaves y demás gastos de las aerolíneas. Las consecuencias las sufre el usuario. “Se violenta el derecho a elegir bienes y servicios de calidad”.

La travesía

José Lizardo viaja con frecuencia. La última vez fue hace un mes, y la experiencia la calificó de dilatoria. Las doce horas que tardó en llegar a Santa Marta le generaron otro problema: gastos que pudo evitar.

Hace un mes desayunó, almorzó y tomó agua mientras esperaba en el aeropuerto de Valencia: seis mil bolívares en una mañana. Vio televisión, caminó, leyó periódicos y tuvo paciencia.

A las 10:00, cuando llegó a Barranquilla, gastó 20 mil pesos en la cena— equivalente a seis dólares, es decir, seis mil bolívares al cambio en el mercado negro—. Todo ese gasto y aún no pisaba Santa Marta.

José Alvarado es un empresario que se las ingenió para vencer las barreras de los viajes. Su área es el sector de autopartes, tiene negocios en Colombia que requieren contacto permanente con empresarios del vecino país. Hace dos años que no pisa suelo costeño. Pero, valiéndose de las tecnologías de la comunicación, gestó toda una plataforma para interactuar con colegas vía chat o teleconferencias.

Así, evalúa oportunidades de inversión. Ha pensado en viajar por tierra, pero la frontera entre ambos países está cerrada y resguardada por funcionarios militares desde 2015. Es un riesgo. “Creo que, mientras tanto, podríamos pensar en una gran plataforma digital para que empresarios venzan las barreras de traslados entre un país y otro”.

El fin de semana pasado, el Gobierno venezolano abrió la frontera entre San Antonio del Táchira y Cúcuta. Autoridades colombianas estimaron que, al menos, 132 mil venezolanos atravesaron el puente internacional Simón Bolívar para ir a los departamentos de Arauca y Norte de Santander.

Aquello parecía la feria internacional de La Chinita en sus mejores tiempos. Fueron venezolanos comunes pasando la frontera por diversas razones. Pero por más que se intente, nadie imagina un empresario haciendo lo mismo.

 

 

 

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