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Llegó el 10E: ¿Puede el cerco internacional gestionar la transición en Venezuela?

Analistas evalúan los escenarios a presentarse en la toma de posesión del segundo periodo presidencial de Nicolas Maduro. Coinciden en una negociación impulsada por la comunidad internacional, pero estratégicamente manejada por la oposición y sectores internos del Gobierno

Uno de los hitos de la política venezolana toma forma este 10 de enero. Nicolás Maduro juramenta su segundo mandato ante el Tribunal Supremo de Justicia, después de vencer en unas elecciones presidenciales, el pasado 20 de mayo de 2018, sin la participación de los principales partidos de oposición ni el reconocimiento de más de 40 naciones y organismos multilaterales.

En las primeras semanas del 2019, la crisis social y económica alcanza su punto más álgido en el país, con una inflación acumulada para finales de 2018 en 1.698.488 % -según la Asamblea Nacional- y con unas previsiones del aumento del éxodo a 5.300.000 migrantes venezolanos para el año en curso, de acuerdo con las Naciones Unidas.

La “salida”, para muchos, recae en un cambio de Gobierno. Sin embargo, las vías democráticas tradicionales para lograrlo parecen haber sido agotadas. Analistas políticos coinciden con que una negociación que encamine a la transición política sería el escenario más oportuno para la situación venezolana, debido al desmoronamiento de la oposición y el blindaje institucional del Ejecutivo.

De acuerdo con el politólogo Julio Urribarrí, Venezuela reclama una mesa donde se manejen los problemas reales de la política y no asuntos “trasnochados”. “Para mí, el escenario más seguro es la negociación obligada por los factores externos. Es importante la unificación de la oposición venezolana, pero si esto sigue basándose en un concierto de egos continuará el desmembramiento de la oposición y nunca estarán en sintonía con lo que los países están haciendo para lograr una salida acordada: que el régimen acceda a realizar nuevas elecciones, a cambiar el árbitro electoral, el reconocimiento de la AN”, explica.

El primero en mencionar el 10 de enero como fecha clave para el madurismo fue el canciller español, Josep Borrell, en octubre del año pasado, quien dijo: “A Maduro el 10E se le acaba ese mandato y empieza uno con base en unas elecciones que no reconocemos. Nosotros no reconocemos gobiernos, reconocemos Estados. Pero sí, hay un problema político porque este señor a partir del 10 de enero no será un representante político”.

Desde entonces la presión internacional se estrechó para la tan mencionada fecha. Para diciembre, la Unión Europea también pedía el no reconocimiento de este nuevo periodo presidencial y esta semana, trece países miembros del Grupo de Lima –salvo México- anunciaron la prohibición de ingreso a sus naciones de funcionarios maduristas. El recrudecimiento de las sanciones de países como Estados Unidos y Canadá se asoma e, incluso, la Organización de los Estados Americanos (OEA) tendrá un Consejo Permanente, este mismo jueves, para decidir cómo responder ante la juramentación.

“Los únicos que están ejerciendo una presión verdadera y que el Gobierno la está sintiendo, son estos países del Grupo de Lima, los países europeos que no están de acuerdo con lo que sucede en Venezuela. El acorralamiento de estos actores políticos internacionales es lo que va a obligar al Gobierno nacional por lo menos a sentarse en la mesa”, continúa Urribari.

El analista y consultor político considera que los actores internacionales son los que pueden generar un cambio en Venezuela. No solo en función de sustituir al chavismo por una oposición, sino para proyectar un escenario en donde tanto el oficialismo como la oposición “depongan actitudes y salgamos de esta crisis tan severa que nunca habíamos vivido”.

¿Qué le queda al Gobierno?

Con seis años en el poder, el gabinete presidencial de Nicolás Maduro cuenta cada vez con menos apoyo diplomático. Se sostiene, según el analista político, Ricardo Ríos, por su disipación a ceder completamente con los recursos de la Nación. "De tal modo que todos los negocios con empresas mineras y petroleras -Arco Minero y Petróleo- le han permitido sostenerse; con precariedad, pero se sostiene”, agrega.

Resalta que, en términos de alianzas, Rusia y China brindan cierto “respaldo” al Gobierno. Cuba, considera, se comporta como un Estado central que tutela al Poder Presidencial venezolano: “más que una alianza”. Por su parte, México y Uruguay son, a juicio de Ríos, adversarios menos, pero “por ahoras, aliados”. Turquía, Siria e Irán se suman a esta corta lista, pero no respaldan lo suficiente.

No obstante, el analista egresado de la Universidad Central de Venezuela añade que uno de los elementos a considerar en el escenario de un cambio político es la fuerza interna con la que aún cuenta el Gobierno nacional.

“El Gobierno sigue teniendo consigo la plata, el dominio institucional y sobretodo el monopolio de la Fuerza Armada y las fuerzas policiales. Hasta ahora, más allá de las diferencias que se saben que existen en los grupos internos, se han erosionado pero no se ha terminado de fragmentar. Y mientras eso no suceda es improbable que haya algún cambio”, razona.

Pero este 10 de enero, admite, se abre una posibilidad a que se dé una coyuntura que propicie una transición. Solo si, inteligentemente, se utiliza la eventualidad y la expectativa con alguna parte de quienes a lo interno “tienen el sartén agarrado por la mano” para que formen parte del proceso transitorio.

“Hay una visión muy visceral de algunos factores de oposición que creen que van a ser de caída y mesa limpia, que van a arrasar y acabar con el contrario. No solo están equivocados sino que van a caer en el error de subestimar la fuerza que sigue teniendo el Gobierno”.

En este sentido, prevé que la oposición podría caer en un callejón sin salida donde nombren un Gobierno paralelo que se diluya de inmediato, tal como sucedió con el TSJ en el exilio, con la exfiscal destituida, Luisa Ortega Díaz, y el posterior desacato a la Asamblea Nacional de mayoría opositora.

“Creo que 2019 puede ser un año de definiciones y esto no quiere decir que vayan a haber cambios. Pero sí creo que para el 10 de enero no habrá un cambio sustantivo, más bien puede ser una referencia de cómo se puede comportar el marcador el resto del año. Pero no creo que el 11 de enero vayamos a tener un nuevo Gobierno o unos cambios sustantivos a los que tenemos el día de hoy”, asevera el experto.

Debilidades económicas

El pasado 6 de enero, a cuatro días de asumir un el nuevo periodo presidencial, Maduro dijo que entre el 1 y 11 del mes en curso dictaría nuevas medidas económicas, “para arrancar el año moviendo la economía, prosperidad, el petro, y lograr las grandes metas que nos hemos propuestos en el Programa de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad”.

Por ello, lo que suceda tras la toma de posesión de una presidencia internacionalmente desconocida dependerá más del manejo económico y las debilidades a las que se enfrenta el Gobierno de Maduro, precisa la analista, Mibelis Acevedo.

“Estamos ante un gobierno quebrado, un sistema incapaz de gestionar las demandas básicas de la población, un sector que tendrá que asumir los ingentes costos de sus errores y eventualmente hacer ajustes y negociar para mantenerse en el poder. En medio de esa puja hay una gran posibilidad para que la oposición se organice, atendiendo a las señales de la realidad y alejándose de extremismos tóxicos; y que respaldada por la comunidad internacional, busque salidas negociadas”, expone Acevedo.

Reconoce que existe una gran parte de la comunidad internacional democrática bajo la tesis del desconocimiento, pero que a su vez en América Latina se mantiene el apoyo “irrestricto” de Cuba, Nicaragua y Bolivia, más la neutralidad de México y  los fuertes socio-comerciales a nivel mundial de China y Rusia, a los que se suman Turquia, Irán y Siria.

“Habrá que ver si las relaciones comerciales resisten el embate de las formulaciones políticas, y si el Gobierno de Venezuela puede surfear sobre la ola de dificultades que eso supone. Si lo hace, he allí el peligro, es poco probable que una estabilidad que hoy luce precaria se agrave en el futuro. De cualquier modo, sin articulación interna que permita a la oposición sacar provecho a las eventuales debilidades del adversario, poco o nada podrá avanzarse”, alega.

Aunque el rechazo internacional luce inédito, Acevedo hace referencia de otros gobiernos dictatoriales sancionados como Cuba, Zimbabue o Corea del Norte y Nicaragua, quienes “han logrado torear similar rechazo y asegurar su permanencia”.

Por tanto, presume que el presidente Maduro asumirá respaldado por la fuerza militar y el control legítimo de la violencia. “Lo ejercerá como hasta ahora, a pesar del rechazo de los sectores que lo adversan. Con dificultades, sin duda alguna, pero esas dificultades parecen ser más de índole económica y financiera que política”.

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