El diario plural del Zulia

Ley del Odio apunta a los mensajes del clero

Aplicación del nuevo estamento desataría reacciones en el Vaticano. Expulsión de presbíteros en Cuba, en 1961, uno de los parámetros a seguir  
El gen de la pugna entre la Iglesia católica venezolana tiene lamentos en La Habana. Los capítulos más recientes de las amenazas del presidente Nicolás Maduro, como estandarte de los jerarcas del socialismo del siglo XXI, los captó Hugo Chávez de su mentor, Fidel Castro. Son una reproducción.
Honneger Molina, sacerdote y periodista, en una investigación para su artículo Iglesia católica y Hugo Chávez, publicado por el Centro Gumilla, encontró tres líneas transversales en las exhortaciones pastorales desde finales de 1998, cuando el padre de la revolución al comenzar su mandato, a través de sus discursos, abrió fuego contra los obispos por sus mensajes.
“Primero, defensa de la democracia, la educación, Derechos Humanos, y la igualdad de oportunidades; segundo, promoción del diálogo, el respeto por la disidencia y la justicia social desde los presupuestos de la Doctrina Social de la Iglesia, tercero, exhortación al perdón, la paz y la reconciliación”, detalla en el documento.
Molina rememora que la directiva de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) se mostró crítica al modelo del populismo mesiánico, dócil a las directrices de Fidel Castro, con el que, aseguraba en el texto, se comprometía a los venezolanos.
“Hechos puntuales hicieron que las relaciones entre la Iglesia católica y el gobierno de Chávez comenzaran a erosionarse: el recorte de las asignaciones para la conservación y sostenimiento de la planta física de templos, escuelas y hospitales en manos de la Iglesia, el nombramiento de funcionarios con un evidente rechazo a los clérigos, y la pretensión del control absoluto de la educación privada”.
El líder del proceso “satanizó” a obispos, pero su batalla dialéctica más enconada fue contra el desaparecido cardenal Ignacio Velasco, quien en 1999, después de los deslaves que afectaron el estado Vargas y varias zonas de Caracas, insinuó que podría tratarse de un castigo celestial por la aprobación, en referéndum popular, de la Constitución impulsada por Chávez. Las diferencias no cicatrizaron.
Veinte años después, la brecha entre las advertencias del clero y la realidad social que afecta a los más débiles, tiene forma de espejo. Maduro y sus acólitos políticos impulsaron a través de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), ente no reconocido por sectores democráticos de la sociedad venezolana, la Ley Contra el Odio, por la Convivencia Pacífica y la Tolerancia.
Rixio Portillo, autor del blog DomusEcclesia, asegura que el modelo es cubano y la historia cíclica al referirse a lo ocurrido en La Habana en 1961, cuando unos 300 sacerdotes y monjas fueron expulsados de Cuba, acusados de actividades antirrevolucionarias.
Entre esos casos destaca la historia de Eduardo Boza Masvidal, enviado al exilio, y que sirvió por más de 40 años en Venezuela como vicario general de Los Teques, sin renunciar nunca al título de auxiliar de La Habana.
Murió en Venezuela en el 2003.
“Sí creo que sea factible que los detengan y creo que lo que podría pasar es una manifestación pública de los católicos. El pronunciamiento y rechazo de los obispos y dependiendo la gravedad de la misma Santa Sede”, estima sobre el peso de las amenazas.
“Divina Pastora líbranos del hambre, líbranos de la corrupción, no creemos en la miseria. Basta ya de hambre”, expresó monseñor Antonio López
Castillo, arzobispo de Barquisimeto, durante la esta de la Divina Pastora. Al cierre de la procesión, Víctor Hugo Basabe, obispo de San Felipe, pidió a la patrona de Barquisimeto librar a Venezuela de “la peste de la corrupción política que llevó al país a la ruina moral, económica y social”.
El viernes 16 de febrero, la zuliana María Antonieta Albarrán, en nombre de su familia, denunció ante el Ministerio Público (MP) al sacerdote Santiago Domínguez, párroco auxiliar de la iglesia La Consolación de Maracaibo, por, a su pensar, instigar al odio en la misa dominical del 11 de febrero.
Según Albarrán, presidenta de la Fundación Somos Uno Contra el Odio y secretaria para el Desarrollo Social  del Zulia, “fray Santiago Domínguez llamó leprosos a los chavistas. “Hizo un símil para hablar de los venezolanos en el exterior, en la frontera, que eran considerados leprosos por venir de este sistema de Gobierno enfermo”.
Para la funcionaria, utilizar un púlpito o un escenario público para la promoción del odio “es lo que convierte el mensaje en ilegal. Algunos presbíteros incurren en estas faltas, promocionando, exacerbando, utilizando la palabra de Dios para promover el odio o la división entre los venezolanos y eso es ilegal”, reitera.
“Yo, como profunda católica, hago un llamado para que los sacerdotes recuerden para qué hicieron esos votos (sacerdotales), precisamente para unir, para hacer del pueblo cristiano cada vez más grande, no menos”.
Albarrán asegura que con la Ley del Odio pretende que los chavistas tengan la misma libertad que tienen los opositores. “Si nos provoca ir a un sitio público con una gorra de Chávez o del PSUV podamos hacerlo sin temor a que nos vayan a hacer un escarnio público. Queremos que deje de pasar”.

La justicia erradica el odio

Valmore Muñoz, decano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica), cree que los representantes de la fe católica no solo actúan correctamente, sino que cumplen “efectivamente” con su deber. “La Iglesia no es  la que promueve el odio, la Iglesia no es la que promueve la violencia”.
El ensayista e historiador estima que los representantes del clero son prudentes “desde hace bastante”, pero llega un punto, dice, en el cual ya lo que está bajo amenazada es la dignidad del hombre y ya la prudencia de alguna manera, un aval del pecado.
En su opinión, si el Gobierno quiere acabar con expresiones de odio, debe erradicar la injusticia. “Y, sobre todo, procurar no ver los escenarios dantescos de gente comiendo en la basura, que los estantes de medicinas estén repletos y a precios accesibles. Debería garantizar el sustento alimenticio a la gente. La violencia y el odio vienen de situaciones de injusticia y eso ocurre en cualquier parte del planeta donde hay injusticia. Yo no puedo decretar el amor ni la paz, debo construir las oportunidades y los espacios para que la paz y la justicia nazcan. Esa no es responsabilidad de la Iglesia”, sumó.
Muñoz descarta que sea el odio lo que mueve al Gobierno. “Prefiero pensar que tienen una idea distinta a la mía de lo qué es el amor. Aunque no esté de acuerdo con las cosas que hacen, ellos son mis hermanos y yo también tendría que velar por ellos. Sabemos que los procesos históricos a veces te ponen arriba y a veces te ponen abajo, y a mí me va a tocar en el futuro, Dios quiera que no, salir en defensa de los Derechos Humanos de ellos, porque conocemos la historia”.
Obligación eclesial
“La Iglesia está dispuesta a acompañar cualquier camino que signifique el bien común,un Estado de justicia, como
dice el Concilio Vaticano II que garantice la construcción de la civilización del amor. Jamás acompañará un proyecto que atente contra la dignidad del hombre. En ese caso conseguirán a la Iglesia de frente. Esa es su obligación”. Valmore Muñoz.
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