El diario plural del Zulia

La revolución se tapa los ojos

El Gobierno apuesta por la negación ante el avance del hambre, la hiperinflación y el éxodo

Para el Alto Gobierno en el país no hay crisis migratoria, pese a que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estime, según cifras recientes que por hora emigren del país 208 venezolanos, es decir, 5000 personas diarias. “Es el mayor movimiento de población en América Latina en su historia reciente. Más de 2,6 millones de venezolanos están desplazados”, difundió el ente internacional en sus redes sociales.

La lógica gubernamental, sin embargo, intenta y ve necesario evadir los temas controvertidos que pueden socavar las bases de respaldo a la coalición gobernante.

No es una crisis migratoria, es una coyuntura, son venezolanos que se han ido por razones económicas, no por razones políticas”, sostuvo Jorge Arreaza, canciller de la República, tras una reciente reunión con Michelle Bachelete, alta comisionada de Derechos Humanos de la ONU, quien responsabilizó del escenario al “acoso” internacional que sufre Venezuela. “Los problemas de la economía han generado migración inducida, migración forzada”.

La negación en su concepto base es un mecanismo de defensa que consiste en enfrentarse a los conflictos negando su existencia o su relación o relevancia con el sujeto. También suele sostenerse con argumentos insólitos.

El caso de Arreaza es una muestra de lo que parece una notoria política de Estado: la negación de los problemas, el evitar confrontar públicamente una realidad que sacude como nunca el proceso revolucionario desde donde más le duele, en sus bases populares.  “Hay una creciente resistencia del Gobierno para reconocer los problemas y dificultades y eso lo veremos cada vez más”, añade John Magdaleno, politólogo y profesor universitario.

El especialista afirma que resulta una prioridad para el Ejecutivo insistir en la tesis de que no está pasando nada de mayor relevancia para que se alteren las circunstancias. “Es un discurso de negación de la evidencia”, sostuvo en entrevista con César Miguel Rondón. Magdaleno asegura que todas las declaraciones del presidente, Nicolás Maduro y los principales voceros del Gobierno siguen una línea de comunicación basada en la negación de la evidencia.

Para Magdaleno, a lo interno del gobierno sí se conoce la realidad de lo que está sucediendo en el país. “Sí hay preocupación, pero no se admite públicamente porque se piensa que puede socavar las bases de respaldo”. Sin embargo, remarcó que hay un creciente contraste entre el discurso oficial y la realidad socioeconómica que viven los venezolanos. “El Gobierno sostiene esta estrategia porque no tiene contestación pública de alcance masivo por parte de la oposición”.

Vulgares artificios

Para el Alto Gobierno tampoco es verdad el alto impacto de la inflación y la escasez de alimentos y medicinas que azota a la población más vulnerable. Se estima que el número de venezolanos infra-alimentados supera a los 3,7 millones y que 55% de los niños menores de cinco años sufre malnutrición. La ONG Cáritas estima que 300 mil personas mueren de hambre en el país cada año.

“El discurso oficial se mantiene en lo suyo: Son noticias falsas, es un artificio para justificar una intervención internacional. Responde a una campaña orquestada por países que trabajan para los intereses imperiales. Esto es, grosso modo, lo que arguyen dichos funcionarios gubernamentales para seguir aferrados a una negación que a todas luces es una negación criminal”, afirma Eleazar Narváez Bello, investigador universitario, quien regresa al tema del éxodo masivo.

El tema causa escozor en las cúpulas del poder. El propio presidente Nicolás Maduro se empeña en vender que muchos de quienes se van de Venezuela están condenados a ejercer oficios denigrantes y que las cifras suministradas por organismos como la ONU son abultadas en el marco de una campaña feroz de las trasnacionales de la información alimentadas por los recursos de los gobiernos de derecha.

Sin embargo, Narváez Bello se refiere al plan impulsado por el Ejecutivo para “rescatar” de países como Perú, Ecuador, Colombia y República Dominicana a venezolanos que padecen por culpa de la xenofobia y discriminación creciente en el continente. Hasta el momento regresaron unos 4.000 venezolanos de una cifra que llega a los 2, 3 millones emigrantes en los últimos 3 años. “Como una interesante anécdota quedará la iniciativa gubernamental de activación de un puente aéreo para el llamado “Plan de Vuelta a la Patria”, en respuesta a una crisis migratoria que para el régimen no existe. Cosas raras, ¿no?”.

La culpa es de otro

Alfonso Hernández, politólogo y profesor de LUZ, destaca que la negación es una característica muy particular de este gobierno desde sus inicios. Y se patenta en el manejo de las estadísticas ofrecidas por el Ejecutivo en materia de salud, desempleo, inseguridad, pobreza e inflación. “El tema país conlleva a tener dos visiones, la visión que el Gobierno quiere hacer ver ante el mundo y difunde en la red de medios de comunicación del Estado, y lo que realmente ocurre con datos ofrecidos por instituciones, ONG’s y dirigentes políticos”, añade.

A su juicio, la negación es una estrategia de disuasión y de tratar de lavar la imagen ante el mundo ante un deterioro país evidente, sostiene Hernández. “Mecanismos propagandísticos como enviar aviones a otros países para traerse 90 venezolanos es una evidencia, pues diariamente cientos de venezolanos se van por los problemas que son evidentes, como la hiperinflación, el hambre y el desempleo”.

Para Carol Camacho, educadora y comunicadora, la única manera que tiene el Gobierno de parar una insurrección popular producto de la elevada crisis económica es ocultándola a través de sus campañas persuasivas: “El Gobierno sabe que lo único efectivo y eficiente es su propaganda ideológica política, es su herramienta más vital, siempre ante los graves problemas generados por ellos la respuesta es guerra económica, imperialismo, oposición obstruccionista y etcétera. Es el discurso de la culpa es de otros no mía”.

Camacho, especialista en semiótica, el Ejecutivo trata de ocultar la crisis desde lo interno con campañas emocionales y patrioteras, procurando tocar o inyectar la médula social a través de cuñas que ponen el dedo en la psiques. “Las personas con pocos recursos reflexivos, racionales e intelectivos son más rápidos de persuadir por su base de Maslow, es decir, toca su base primaria (la comida). El Gobierno le hace sentir al pueblo pobre, que ellos a pesar de esa guerra económica, de los enemigos, le dan Clap y Bonos, es decir, funge como válvula respiratoria ante la asfixia social”.

 

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