El diario plural del Zulia

La desobediencia sumada

Desde 2013, la MUD no baja de los siete millones de votos. La respuesta fue masiva, pese a la organización exprés de la consulta

¿Siete millones de votos son muy poco? Sí, para quienes esperaban entre ocho y 11 millones de electores; y no, para quienes consideran que fue un triunfo en sí mismo la celebración del plebiscito, organizado en 15 días, con menos centros de votación que en una elección convencional y pese a las amenazas del Gobierno de prohibirlo.

Ayer, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ofreció la cifra total de participantes en la consulta: fueron 7 millones 676 mil 894, apenas 100 mil por debajo de los votos que alcanzó en los comicios parlamentarios de 2015.

“Eso significa que estuvo cerca de los resultados electorales de 2013. En la elección entre Henrique Capriles y Nicolás Maduro la diferencia fue de escasos 100 mil votos”, recuerda Humberto Amado Cupello, director de la escuela de Ciencias Políticas de la Universidad Rafael Urdaneta (URU).

La cifra, además de verosímil, es extraordinaria, a su juicio, porque no se trató de una elección presidencial, que por su naturaleza definitiva, atrae a muchos más votantes. Pero la cifra también transmite una carga simbólica importante.

Es un acto de desobediencia civil, único en la Historia. Fue un recurso plebiscitario con mucha participación, organizado por la sociedad civil. Fue una iniciativa de desobediencia civil, desconociendo el Poder Electoral, que es un poder parcializado, e implementando en escasos 15 días toda una logística y una organización para ese fin”.

Limitaciones y cifras

A diferencia de las convocatorias del Consejo Nacional Electoral (CNE), para los cuales se activan 14.000 centros que suman 40.000 mesas de votación en promedio, el plebiscito contó con apenas 2.000 centros, lo que se tradujo en 8.000 mesas aproximadamente.

Esta estrechez logística, afirma Cupello, hace más admirable la participación de 7 millones 600 mil personas en la jornada.

“Estamos hablando de siete veces menos lugares adonde acudir, por lo tanto, tienes que redireccionar a los electores, y, sin embargo, obtuvimos resultados similares a las de las elecciones pasadas. Eso significa que el mandato es extraordinariamente poderoso, aunque el CNE no lo vaya a reconocer”.

En las redes sociales hubo una guerra de números el domingo, se llegó a proyectar una participación de 14 millones de personas. Pero Ruth Guerrero, politóloga y docente de la URU, afirma que son números ilusorios. Lo que se contó y revisó fue justamente lo que anunció la comisión de rectores universitarios encargados de la totalización.

Somos 30 millones de venezolanos, según el Instituto Nacional de Estadística, y 19 millones estamos inscritos en el Registro Electoral; de esa cifra, votamos (generalmente) 14 millones; y de esos 14 millones, exactamente la mitad y un poco más estamos en desacuerdo con la Constituyente”.

La mitad y un poco más pese al bajo número de centros electorales y a las constantes amenazas del Gobierno, cuyos altos jerarcas siempre sugieren que puedan dar con la identidad de los votantes en eventos que pongan en riesgo su poder, y obligarlos a abstenerse de participar para no perder su empleo, si trabajan en empresas públicas.

En resumen, miedo. Fue el temor y no el carácter no vinculante de la consulta el causante de que los votos opositores rebasaran la barrera de los ocho millones. “Esos tecnicismos (el carácter no vinculante del plebiscito) no los maneja toda la población, lamentablemente. Los manejan los politólogos y los abogados constitucionalistas, y no puede tomarse como un factor que desestimule la participación”.

Maduro debilitado

Que el plebiscito dejó a Maduro acorralado y agónico no tiene discusión para Egno Chávez, sociólogo y analista político. La consulta fue inédita, se organizó en solo 15 días, en medio de una conflictividad igualmente inédita, y salieron a votar siete millones y medio de venezolanos. Allí radica su poder.

Los resultados de la consulta popular evidencian que hay mucha rabia, descontento y, sobre todo, indignación de los ciudadanos con un Gobierno que no gobierna, que carece de legitimidad, hampón, corrupto y sin pueblo”.

La MUD, apunta Chávez, ahora tiene la tarea de ponerse a la altura de la responsabilidad que los ciudadanos pusieron en sus manos, e ir en busca del apoyo popular en los barrios, entre los pobres, donde no logra articular un mensaje movilizador. Su reto inmediato es hacer más activismo en los sectores populares, porque el cara a cara no tiene sustituto.

Digan lo que digan de los resultados del 16 de julio, lo relevante es que las posibilidades de recuperación del Gobierno son muy escasas, está en el tobogán sin regreso, sin poder frenar, porque él mismo quemó sus naves con sus erráticas políticas económicas”.

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