El diario plural del Zulia

La carne, cada vez más cara e inaccesible

Una famosa gaita zuliana dice que el hambre doblega y el dolor acorrala. Comer y quedar satisfecho es un acto heroico en estos días. En tiempos bíblicos, una mujer le contestó a Jesús: “También los perrillos comen las migajas que caen de la mesa”, esta frase cobra vida en millones de venezolanos, que no les alcanza el salario y el cestatique para cubrir sus necesidades básicas de alimento. El ciudadano, literalmente, come las migajas, lo que se pueda.

Mientras se come un pan francés con un vaso con agua, César Rodríguez, vigilante privado de profesión, cuenta que la poca carne que compra es destinada para sus tres hijos y su esposa. “Apura’o y compro un kilo de carne semanal, mi esposa rinde eso milagrosamente, la peor parte me toca a mí porque me como los panes salados con agua, qué vaina tan fea nos echó este Gobierno”.

Este testimonio es verídico. Los carniceros de las principales carnicerías del Zulia señalan que el novillo tipo A, de 247 kilos, lo compran a más de dos millones de bolívares. “Lo más barato que yo venderé será en 15.000 porque la carne de primera de 17 pa’rriba y el que no quiera comprar pues que no lo haga, pero ya uno no aguanta, no me estoy ganando nada, los precios por el cielo y mantener a mis trabajadores es costoso, vamos de mal en peor”, dijo Pedro Fernández, carnicero de los Haticos.

Ganado en apuros

Emmanuel Borgucci, profesor de macroeconomía de La Universidad del Zulia (LUZ) dice que en los años 80 en Venezuela habían más de 13 millones de cabezas de ganado. Hoy, existen menos de ocho millones. “La inflación es la consecuencia, se ha manejado mal el aspecto productivo, estamos en casi una catástrofe económica, es un túnel oscuro, se ha dejado de criar ganado. La crisis está haciendo que ese sector esté sobreviviendo”.

En el Zulia, una familia modelo consume al menos un kilo de carne semanal. El cálculo arroja un gasto de Bs. 68.000 mensuales, representado más de 50 % del denominado cestatique “socialista”, que aumentó recientemente el Gobierno nacional.

Él huye de su casa bien temprano porque el olor del guiso de la carne le provoca y sabe que si come no le alcanzará a toda su familia. Rodríguez expresa que el cambio en su rutina alimentaria es fuerte. “He bajado más de 20 kilos, yo era relleno y ahora soy un saco de huesos”.

Cristina Ekmeiro, nutricionista, explica que hasta 80 gramos de proteínas debe consumir un individuo al día. “Para la semana se debería comprar dos kilos de carne y al menos tres de pollo, pero el venezolano tiene poco poder de compra”.

En la capital, un kilo de carne de primera cuesta hasta 17.000 bolívares, mientras que el corte de segunda oscila entre 15.500 y 16.000 bolívares. Los precios aumentaron más de 200%, en comparación con junio del 2016, cuando la carne estaba entre 4.148,24 y 4.563 bolívares, según reportes del Cendas FMV.

Economistas sostienen que las consecuencias de las malas políticas gubernamentales aún no se han visto en toda su magnitud. Avizoran peores males.

 

 

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