El diario plural del Zulia

Importaciones afectan el bolsillo del venezolano

El diferencial entre lo que se importa y lo que se requiere en materia alimentaria y productos de primera necesidad deja al descubierto que importaciones de productos terminados acentúan el empobrecimiento de la población, traducido en una considerable disminución de la capacidad adquisitiva. El vicepresidente de la Comisión Permanente de Contraloría de la Asamblea Nacional (AN), Carlos Paparoni, ofreció cifras que detallan la dramática crisis.

Estima, por una parte, que con un dólar invertido en importación de productos terminados, se pude producir 16 veces más en el país. Afirma que “las importaciones que ha hecho el Gobierno, entre diciembre de 2016 y marzo de este año, apenas da para tres días de comida en Venezuela”.

A su juicio el inventario de insumos y materia prima para la producción agrícola no supera el 0,3 por ciento: “Eso es cero semillas, cero agroquímicos, cero abonos y lamentablemente estamos a pique de perder el primer ciclo de siembra, es decir, habrá más escasez”.

Vaticina que un kilo de tomate, que hoy cuesta Bs. 2 mil, pase a costar, en junio, Bs. 6 mil: “Consumir hortalizas será un lujo, comprar papa será más que un lujo, comprar un cartón de huevos será casi imposible”. Cifras que alarman Los números que a continuación se presentan dejan al desnudo una desesperanzadora realidad, que se traduce en una merma sustancial en el poder adquisitivo del venezolano.

“La capacidad máxima de un contenedor es de 10 toneladas de alimentos y en Venezuela se consumen al día 31 mil toneladas, es decir, que para un consumo de 31 millones de kilos de alimentos, se importan apenas 10 mil kilos del rubro, es una certeza”. A la aseveración del ministro de Alimentación, Rodolfo Marco Torres, sobre la entrada de 97 millones de kilos de alimentos al país, vía importación, el parlamentario replicó: "La importaciones que el Gobierno ha hecho de alimentos, en cuatro meses (diciembre 2016 a marzo 2017), son tres días de comida para Venezuela”.

Desplome en corto tiempo “El año pasado para esta fecha, se había distribuido el 75 % del abono, urea y demás insumos. Teníamos problemas con la semilla, pero se logró alcanzar el 40 % de la semilla necesaria, se hizo ese esfuerzo, pero este año hablamos de cero semillas”. En vista de ello, Paparoni también enfatizó que “nada más en el tema de los CLAP, desde diciembre el año pasado han entrado al país 19 buques con cajas CLAP, es decir, aproximadamente unos 3.336 contenedores, lo cual se traduce en un aproximado de 4 millones y medio de cajas, eso es un poco más de dos días de comida, eso nos ha costado al país 180 millones de dólares, sin meter el pago a sobreprecio”.

¿Y la manufactura? El presidente de Conindustria, Juan Pablo Olalquiaga, detalló que “las empresas a liadas a la Confederación tienen una deuda con los proveedores extranjeros que ronda los 12 mil millones de dólares por importaciones de insumos utilizados no pagados, y hasta que no se pague esa deuda no habrá despachos al país, eso como premisa para inferir que demanda, importación y condiciones de importación no están alineadas”.

“Al no haber despacho explica obligas al empresario a conseguir materia prima en el mercado de la reventa y esto reviste una dinámica angustiante, porque, por un lado, el empresario obtiene insumos a precios mucho más altos, pero además no existe un mecanismo cambiario que compense esa compra”. El presidente de Conindustria no le ve salida a esta crisis, pues revela que tal dinámica “obliga al empresario a acudir al mercado negro, transacción que no puedes reflejar en tus libros contables, porque se trata de un mercado ilegal, pero te encuentras con que la tasa de cambio con la que puedes reflejar en tu contabilidad es la tasa y resulta que esa tasa no se consigue, esto es un callejón sin salida”.

El directivo de la cámara industrial sostiene que este escenario termina por encarecer aún más los productos y al no incrementarse el salario con la misma velocidad con que se inccrementan los precios, el consumidor se ve mucho más restringido. “Es un empobrecimiento de tales proporciones que hoy día un consumidor no puede satisfacer demandas mínimas, mucho menos pensar que puede adquirir productos de la línea blanca, insumos para construir o remodelar, calzado, ropa, repuestos y productos para equipar su hogar”.

¿Herencia histórica? La economista Ada Quesada estima conveniente sustituir la economía de puerto por la producción activa. Sin embargo, afirma que desde la década del 60 hasta 1999 el Estado desprotegió la industria nacional y mermó la ganadería y la agricultura.

“Es desde esa época que se apunta a una economía de puerto y el sector privado tiene mucha responsabilidad en eso, porque el Estado nanciaba y no se protegió la industria agrícola”. Quesada atizó que los sectores privados siempre han visto rentabilidad para sí mismos en las importaciones. “Revertir la economía de puerto requiere de voluntad y de acabar con la mentalidad rentista sembrada desde Rómulo Betancourt para acá, donde se abandonó la industria agrícola”.

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