Guerra civil, ¿Lejana o entre nosotros?

En cuatro meses de protestas en Venezuela se asesinaron a 163 personas, según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS). Y mientras la oposición y el Gobierno fracasan en sus intentos de llegar a un acuerdo que ponga fin a la crisis política y social de la nación, la posibilidad de una guerra civil tomó fuerza.

Muchos lo alertaron, incluso antes de que se instalara la Asamblea Nacional Constituyente. Entre ellos Miguel Rodríguez Torres, militar retirado y exministro de Interior y Justicia.

“Pase a la historia como el presidente que rectificó a tiempo, que evitó una guerra civil. Suspenda la Asamblea Constituyente”, le solicitó a Nicolás Maduro a través de sus redes sociales. El alto mando chavista, sin embargo, lo considera un traidor.

Pero otro miembro de profundo calado en la revolución también comentó que la Asamblea Constituyente no resolverá los problemas del país y traerá graves consecuencias. Se trata de Hugo “El Pollo” Carvajal, diputado del PSUV y jefe de Contrainteligencia Militar entre 2004 y 2011.

Las manifestaciones contra el proyecto de Maduro, advirtió en una entrevista a EFE, tomarán una deriva más violenta: “Estamos en las puertas de una guerra civil, es lo que viene”.

Han pasado 22 días de instalada la Constituyente y hay una suerte de tensa calma que no despeja dudas.

¿Llegará?

Leoncio Pinto, sociólogo de la Universidad del Zulia (LUZ), juzga remoto el escenario de la guerra civil en Venezuela, pese a que el clima de radicalización ha encrespado las actitudes y conductas de los políticos y los ciudadanos.

“Cuando una sociedad entra en crisis y ésta dura mucho tiempo, en los ciudadanos se produce una patológica ansiedad por el cambio. Y están dispuestos a pagar precios por salir de una situación que afecta su vida cotidiana”.

Pese a ello, Pinto se pregunta: ¿Cuántos venezolanos están dispuestos a salir a las calles a batirse con sus compatriotas?

“Eso implica armas, logística y decisión de aniquilar al otro, porque ya no es adversario sino enemigo. Y cuando uno vuelve a las encuestas uno dice, pero los venezolanos están pensando en una salida pací ca, y no una salida por la vía de las armas”.

El movimiento guerrillero venezolano de los años 60 y 70 del siglo XX carecía de una clase social, recuerda Pinto, y estaba distribuido en pequeños focos. Por ello duda de que un conflicto armado tenga algún anclaje social.

“La única posibilidad, a mi juicio, es que se fracturaran las Fuerzas Armadas.  Porque podrían salir grupos que estén apoyando al Gobierno y ciertos grupos que estén apoyando a la oposición y pudieran arrastrar a sectores civiles que creen que la salida es la confrontación”.

Hay una guerra

“Tienes 300 mil muertos por homicidio desde 1998 hasta 2016. Esa es una cifra que no la puedes comparar a ninguna situación regular, de emergencia, a ningún país fuera de una guerra o incluso en guerras abiertas”.

Esa tasa de asesinatos, ratifica, no existe en un país en 18 años de democracia, con renovación de poderes y 17 elecciones. “Allí tienes un referente anómalo para juzgar si es guerra civil o si no es guerra civil”.

Las consecuencias, desde el punto de vista de las pérdidas humanas y de la destrucción del aparato productivo por parte del chavismo, son iguales o superiores a las de una guerra civil, sostiene Campos.

“El impacto en la población de las políticas del chavismo ha significado la destrucción del aparato productivo, la caída de los salarios, del PIB, que cierren empresas, la gente pierde capacidad de compra porque la inflación se dispara. Ya tienes un cuadro allí de destrucción del tejido social. Agrégale a eso la violencia delincuencial, el crimen como una corporación que se instaló en Venezuela”.

Entre el 29 y el 30 de julio, el fin de semana que se votó la Constituyente, se registraron las manifestaciones más sangrientas: 15 asesinados en total, la calma actual no denota solución.