El diario plural del Zulia

El odio elástico de la Constituyente

La norma privilegia a las víctimas de la supuesta violencia opositora, incluidos guardias nacionales. También busca frenar los escraches contra la jerarquía chavista y sus familiares

La Asamblea Nacional Constituyente (ANC) se propone redactar la Ley Constitucional Contra el Odio, la Intolerancia y por la Convivencia Pacífica para proteger a Venezuela del “fascismo imperial”, según sus creadores.

“Esta ley debe contar con la máxima legitimidad. Esto no saldrá de los bufetes de abogados. Va a salir del pueblo venezolano”, dijo Delcy Rodríguez, presidenta del organismo.

Durante el primer debate, los miembros de la ANC escucharon los relatos de las “víctimas de hechos violentos promovidos por sectores de la oposición”, durante las protestas de abril y julio. En esa audiencia también estuvieron presentes los guardias nacionales que sufrieron lesiones.

“A mí me llaman la atención dos cosas en el borrador de la ley: una, que hablan de odios e intolerancias. Eso no es casual ni banal, porque es lo suficientemente inclusivo como para que, en cualquier momento, esto que la ley denomina comisión para la convivencia pacífica determine cuáles son los mensajes que encajan en los odios y las intolerancias. Y lo más grave es que tiene un poder omnímodo”, advierte el psicólogo Gustavo Zapata, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

Los escraches

Delcy Rodríguez, promotora de esta ley, es hermana de Jorge Rodríguez, alcalde del municipio Libertador de Caracas, cuyos hijos fueron objeto de dos escraches o interpelaciones callejeras por parte de venezolanos indignados por la crisis económica y política en Venezuela. El primero fue en Australia; el segundo, en México, en el que estuvo presente el alcalde.

Numerosos miembros activos y retirados del alto mando chavista han sido increpados en Madrid, Miami y Maracaibo, como el caso de Fidel Madroñero, dirigente del PSUV, en Maracaibo, a quien un grupo de manifestantes no lo dejaba salir de una emisora de radio y tuvo que salir con escolta policial. De esto también se cuida el oficialismo. Para Zapata, incluso en estos casos, no se puede hablar de odio, al menos con tanta ligereza.

“Este proceso dictatorial en el que estamos metidos desde hace más de 15 años ha producido una diáspora enardecida. Ha obligado a la gente a irse de su país y muchos voceros, como Diosdado Cabello, han dicho muchas veces ‘al que no le guste la revolución, que se vaya’”.

Es un éxodo impuesto por los altos índices de criminalidad, por la escasez de medicinas y alimentos. Masas de gente molesta porque desea estar en su país y no puede, mientras que los jerarcas chavistas viven en Venezuela sin sufrir estrecheces de ningún tipo y pueden pagar los estudios de sus hijos en el extranjero.

“Son expresiones legítimas de una persona que se siente expulsada por la acción o por la omisión de alguien que luego va y se pasea tranquilamente por Central Park. El odio es una cosa muy precisa, el odio se refiere al ser del otro”.

El escrache, sostiene Zapata, es la expresión de un malestar que es producto de la consecuencias que ha traído sobre los ciudadanos el manejo del poder por parte del chavismo.

“Yo no lo aplaudo; tampoco puedo condenarlo como una expresión de odio, porque no lo es. El odio es una cosa particularísima, habría que interrogar a cada uno, tratar de encontrar en cada uno la razón para el odio, pero primero habría que ver si hay odio o no”.

El odio en la ley

La Ley contra el Odio, la Intolerancia y por la Convivencia Pacífica también establecerá la responsabilidad de los medios de comunicación en la difusión de los supuestos mensajes de odio e intolerancia. Incluidos Twitter, Facebook, Instagram y demás redes sociales. “Debe haber responsabilidad y deben tomarse medidas”, sentenció la presidenta de la ANC.

Juan Berríos, abogado constitucionalista, explica que el significado de este tipo de leyes tiende a ser muy difuso, ya que afectan la libertad de expresión y las libertades políticas. Por lo tanto, es una incógnita cómo interpretarla y aplicarla.

“Esas son definiciones desde el punto de vista legal muy difíciles de precisar, y esa imprecisión es la que hace que todo el mundo esté en la posibilidad de ser objeto de aplicación de la ley. El odio no es un hecho propiamente objetivo, definir lo que significa, cuál es su alcance y cuál es además, su grado de peligrosidad. No es lo mismo que un homicidio, que es una cosa bastante objetiva: una persona que da muerte a otra”.

Berríos opina que esta ley es otro instrumento de persecución política contra la disidencia. Quizás sancionen a dirigentes opositores de alto calibre, como a los diputados Julio Borges y Freddy Guevara, pero también a los ciudadanos que se expresen a través de las redes sociales. Distintos perfiles para crear un clima de miedo y censura general.

“Decir que de cierta forma la conducta de otra persona va a estar influenciada por ese mensaje es muy complicado de relacionar. El que va a cometer un crimen lo hace porque quiere, no porque lo leyó en el periódico o en Twitter. No opera de esa manera. Creo eso parte de la premisa de que la gente fuese un poco estúpida”.

El chavismo, en resumen, quiere sentirse tranquilo. “No es ley de convivencia pacífica, es homogeneizar el pensamiento y los sentimientos. Es decir, aquí nadie puede sentirse molesto porque los corruptos se hayan robado el dinero, hay que sentirse feliz y hay que dejarlos tranquilos para que disfruten”, concluye el doctor Zapata.

"Esta no es materia para una verdadera Asamblea Constituyente. Las leyes tienen que ser progresivas y son el resultado del desarrollo de un pacto social”, afirma Gustavo Zapata.

"Ellos dicen que se va a aplicar la ley para prevenir la guerra, ¿pero quién puede asegurar que a partir de ciertos mensajes, incluso cuando son sistemáticos, se va a generar un cambio en la realidad?”, cuestiona Juan Berríos

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