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Al séptimo día se encienden las protestas por el apagón en Venezuela

A Dina Dornela se le agotó la paciencia cuando hoy aguardaba en la floristería en que trabaja a que se acabara el último apagón y se dio cuenta que la falta de luz no golpea a todos por igual y algunos incluso sobrellevan la situación desde una posición menos incómoda

Dina camina despacio por el medio de una calle sin coches golpeando con un palo el lomo de un cubo de plástico. Avanza hacia una muchedumbre que ha empezado a concentrarse a pocos metros de ella en la Plaza de Altamira de Caracas.

"No soy de salir, es la segunda vez que salgo, pero ya hoy dije basta", comenta esta mujer de 52 años mientras camina sin dejar de batir el recipiente convertido en tambor.

A Dina Dornela se le agotó la paciencia cuando hoy aguardaba en la floristería en que trabaja a que se acabara el último apagón y se dio cuenta que la falta de luz no golpea a todos por igual y algunos incluso sobrellevan la situación desde una posición menos incómoda.

"Vi que en el restaurante de enfrente al trabajo había luz y ya no aguanté más", manifestó en tono tranquilo e indignado siempre sin dejar de apalear el balde.

Como esta mujer de ascendencia portuguesa, vecinos de diferentes partes de Caracas comenzaron hoy a concentrarse en pequeños grupos para convertir su domingo de descanso en domingo en las primeras protestas tras siete días consecutivos con problemas de suministro eléctrico y en el medio del enésimo apagón.

"¿Por qué la gente no sale como en el 89, cuando era el 0,5% de todo esto?", se pregunta indignada al recordar el estallido social del famoso Caracazo durante el Gobierno de Carlos Andrés Pérez.

A renglón seguido se contesta ella misma: "Por los colectivos", los grupos de chavistas armados que atacan a los manifestantes en las calles.

"No crea que no tengo miedo pero aquí estoy", afirma antes de fundirse en el grupo.

Las protestas se han extendido desde zonas en el este de Caracas a los barrios del oeste, incluyendo Los Palos Grandes, el Cafetal, Coche, Catia o el 23 de Enero, áreas populares de la capital venezolana.

En el centro, a unas pocas calles del Palacio de Miraflores, donde se encuentra Nicolás Maduro, decenas de personas cortaban una céntrica avenida con obstáculos y prendían objetos en la calzada para impedir el tránsito.

Hasta que un grupo de los colectivos llegó haciendo disparos y la gente salió corriendo, según pudo constatar Efe.

También fuentes de la oposición reportan protestas en otros estados del país como Carabobo, Aragua, Lara y Zulia.

Las protestas se producen tras una semana con problemas de suministro de electricidad, que comenzó con dos apagones el lunes y que ha dejado sin agua a la población en la capital venezolana.

Los apagones llegan además cuando el país apenas empezaba a recuperarse de otro corte de luz el pasado día 7, una interrupción de la que el Gobierno de Nicolás Maduro responsabilizó a la oposición y Estados Unidos.

La oposición considera que la causa de estos apagones son la ineptitud del Gobierno y a la falta de mantenimiento por la corrupción y el desvío de los millonarios recursos que debían ir destinados a este sector.

El Ejecutivo de Maduro ha denunciado desde el 7 de marzo cinco supuestos actos de sabotaje de la oposición acusándoles de perpetrar ataques electromagnéticos, metálicos y el uso de un francotirador contra la red para explicar los cortes de luz.

Pero en las calles del este de la ciudad nadie cree esa teoría.

Con una piedra Jenny Cardenas golpea el poste de un semáforo percutiendo con toda su frustración como queriendo hacerle un hueco.

"¡No puede ser! ¿Hasta cuándo?", dice esta odontóloga resumiendo su malestar por una situación que dice no se puede aguantar más.

"Tengo mis hijos en Estados Unidos y en España, no puede ser, yo quiero que se vuelvan que trabajen aquí, no puede ser", repite una y otra vez sin referirse directamente al apagón y luego explicando cómo el país se ha deteriorado en los últimos años hasta el "desastre" actual.

Delante de Jenny varias personas se siguen concentrando explicando las razones para protestar con cacerolas y con cánticos de rechazo al Gobierno.

Aún el número no es grande, pero Jenny dice que eso no importa.

"Ya vas a ver, van a venir siguiendo, verás", afirma.

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