El diario plural del Zulia

Voz sagrada del pueblo, por Francisco J. Arias Cárdenas

Sentimos un inmenso orgullo y admiración por la demostración de dignidad que el pueblo venezolano nos da, ante el llamado a expresarse para buscar puntos de encuentro y soluciones a los problemas del país. Fue una lección que deberían de escuchar quienes durante más de 100 días, han creado caos, violencia y dolor en el intento de retomar el poder.

La multitudinaria y constante presencia en los centros electorales habilitados por el CNE para el ensayo –que forma parte de todo proceso comicial– de la próxima elección de la Asamblea Nacional Constituyente, fue emocionante, alegre, y establece un compromiso para toda la dirigencia política seria y responsable del país, independientemente de la ideología.

Y también, aunque la consulta convocada por la MUD haya sido hecha al margen de la Constitución y sin contar con el CNE, la actuación de los ciudadanos que en ella participaron merece nuestro respeto y sabia lectura. Vale recordar que el CNE es el mismo organismo que ha regulado tanto los comicios en los que han triunfado los candidatos del chavismo, como los de la oposición, e inclusive las elecciones internas de los partidos. Lo trascendente es que ambas participaciones se hicieron en completa tranquilidad y civismo.

La asistencia masiva al ensayo para la ANC lanzó un mensaje claro: los ciudadanos vencieron el miedo creado por la oposición apátrida, el engaño y la manipulación, se sobrepusieron al sufrimiento creado por la guerra económica, y acudieron para decirle al mundo que en Venezuela, hay su ciente sabiduría popular para optar por el diálogo en el reconocimiento del otro, por el debate de ideas para buscar puntos medios de convivencia, por el respeto a las diferencias. La ANC es la propuesta para retomar la paz, fomentar la economía productiva y otorgarle rango constitucional a las reivindicaciones sociales del gobierno bolivariano.

Lo que nos dijo el pueblo fue un “no” rotundo al odio, a las barricadas, a la confrontación violenta y a la destrucción, y un “sí” rotundo a la esperanza y la vida.

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