El diario plural del Zulia

Vigencia de la institucionalidad, por César Ramos Parra

Me produce una gran tristeza la destrucción y desviaciones de muchas de nuestras instituciones: el Poder Judicial, el Poder Electoral, la Defensoría del Pueblo, la Contraloría General, entre muchas otras, y particularmente, nuestra institución militar, a la cual deseo dedicar mi reflexión semanal. Resulta un hecho muy deplorable, observar que una institución que otrora, estaba posicionada junto a la Iglesia y las universidades, entre las más queridas, respetadas y de mayor credibilidad, haya despertado el odio y desprecio de la sociedad nacional. Me refiero a nuestra institución militar, conocida hoy como la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).

Una cosa son las instituciones y otra, quienes circunstancialmente las dirigen. Hoy la FANB, al igual que el país, está secuestrada por los mismos facinerosos que nos gobiernan y han desvirtuado en ella, el legado de nuestro ejército libertador que formó nuestro “Padre de la patria”, el Libertador Bolívar. Ese ejército ha sido uno de los mayores orgullo que tenemos los venezolanos, puesto que nos dio, con la sangre de nuestros compatriotas la libertad y en forma generosa y por justi- cadas razones estratégicas, le dieron la libertad a cuatro de nuestros países vecinos.

Observar la sustitución del nombre de la avenida “Fuerza Armada”, por el merecido nombre de un joven mártir inocente de esta tragedia que estamos viviendo los venezolanos es un acto de gratitud para él y sumamente lamentable para la FANB, puesto que una institución tan importante, respetada y querida por todos nosotros, ha sido arrastrada al desprecio del pueblo, por la exclusiva responsabilidad de quienes la politizaron y desvirtuaron, destruyéndola en sus valores y principios.

Permitir en su seno la inherencia de elementos extraños a nuestro país, utilizar sus recursos para masacrar el pueblo que protesta por la democracia y la libertad, politizar e ideologizar sus componentes, constituyen un daño irreparable. Nuestros militares deben ser los garantes de la nacionalidad, de la constitucionalidad y de la integridad territorial y bajo ninguna circunstancia, pueden ser subordinados por nada ni nadie. Solo por los más altos intereses de la patria. Eso entraña un problema de conciencia para cada uno de sus integrantes, sin distingo de rango.

La formación de nuestros oficiales y suboficiales debe estar orientada por los valores y principios de nuestro ejército libertador, constituido por gente humilde del pueblo sin formación militar, guiados por Bolívar, Sucre, Urdaneta y tantos otros que nos legaron esa conciencia libertaria y aguerrida, expresión del José Félix Rivas de ayer, proyectada en nuestra valerosa juventud de hoy, encarnada en Paúl Moreno y otros jóvenes valientes que, con generosa entrega, han ofrendado su vida a la causa de la libertad. Desde sus tumbas se levanta el grito para reclamarles a nuestros oficiales auténticos el paso al frente que estamos esperando.

Oficiales venezolanos: no permitan que se siga reprimiendo al pueblo de esa manera brutal, lo cual ha traído como consecuencia, la muerte de jóvenes que defienden su derecho a vivir en un país de oportunidades. “Maldito el soldado que usa las armas contra su pueblo”. Solo le pedimos que hagan respetar la constitucionalidad. Los venezolanos civiles queremos estar orgullosos de ustedes, nuestros oficiales dignos, valientes, patriotas y herederos de aquel ejército libertador que ustedes juraron preservar. No defrauden la esperanza del noble pueblo venezolano que espera por ustedes. El futuro de la patria está en vuestras manos. No es el momento de dudar. Adelante.

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